Un hombre de 28 años de pasaporte británico y origen taiwanés fue detenido en su hotel, en el barrio chino de Bangkok (Tailandia), cuando la Policía encontró en su maleta seis fetos humanos, de entre 2 y 7 meses de gestación, que habían sido rustidos y luego cubiertos de pan de oro para ser vendidos como amuletos de buena fortuna en Taiwán.
El origen de los fetos no está claro, según The Telegraph. En Tailandia el aborto es legal cuando se declara que el bebé fue fruto de incesto o violación o que pone en riesgo la salud de la madre.
El detenido, Chow Hok Kuen, confesó a la Policía que había comprado los seis fetos por casi 5.000 euros, y que esperaba llevarlos de contrabando a Taiwán y venderlos por seis veces esa cantidad, contactando por Internet con compradores convencidos de que traen buena suerte y riquezas.
El detenido también declaró a la Policía que trabajaba para un taiwanés, llamado Kun Yichen, que viaja con regularidad a Tailandia para conseguir fetos "rituales" de este tipo.
En Tailandia y en algunas comunidades chinas de todo el mundo se cree que los fetos preservados, bañados en oro, sometidos a ciertos rituales mágicos y conservados en relicarios en casas o negocios atraen la buena suerte. Según The Telegraph, estos fetos amuletos requieren ser extraidos quirúrgicamente del vientre de la madre, ser secados mientras se convoca la magia y después es cuando se bañan en pan de oro. El dueño recibe la buena suerte si "honra" al feto que guarda.
En muchos sitios los fetos de verdad fueron sustituidos por pequeñas efigies de madera, pero algunos clientes están dispuestos a pagar por "el producto auténtico". Estos fetos-amuleto se llaman Kuman Thong, que significa "bebé dorado".
La relación riesgo-beneficio es clara: el detenido podía conseguir 30.000 euros si tenía éxito, mientras que sólo se arriesga a una multa de 50 euros y un máximo de un año de cárcel por llevar fetos de contrabando en la mochila.
En 2007, en un acto público en Barcelona, la doctora Montserrat Rutllant, de la Fundación Pro-vida de Cataluña se preguntaba "dónde abortan las chinas", puesto que no salen nunca en las listas oficiales de abortos; lo ponía como un ejemplo de que el aborto legal no impide que siga habiendo un mercado negro del aborto.
Por esos días se filtró a la prensa el sumario del caso de abortos de Ginemedex y el doctor Morín, con fotocopias de la contabilidad de casos tardíos y probablemente ilegales que atendía. Las mujeres que abortaban eran originarias de diversos países: españolas, muchas ecuatorianas y bolivianas, hispanoamerianas en general, marroquíes, inglesas, francesas, italianas... pero sólo un par de mujeres chinas.
Sabiendo que hay un mercado en algunas comunidades chinas dispuesto a pagar 5.000 euros por feto conservado, se entiende que las inmigrantes chinas, legales o ilegales, acudan a una red "paralela" en la que no se registre el aborto puesto que el feto forma parte de un comercio lucrativo.
Como adelantaba la doctora Rutllant, el aborto legal, incluso liberalizado y sin causa declarada, no evita el aborto ilegal. Como en el legal, hay mucho dinero y negocio detrás.