Mary Wagner, joven activista pro-vida católica de Canadá, lleva desde 1999 entrando y saliendo de la cárcel por repartir rosas y tarjetas en las salas de espera de las clínicas clínicas abortistas. Pero hasta ahora nunca un juez había aprovechado para sermonearla y criticar su espiritualidad.
"No lo entiende, ¿verdad?", le preguntó el juez S. Ford Clements. "Está usted obligada a acatar la ley. Ha perdido usted como ciudadana el derecho a acercarse a cualquier clínica abortista o a hablar con cualquier empleado de ella. ¡Usted se equivoca y su Dios se equivoca!”, proclamó el juez.
Ese Dios al que Mary sirve y el juez critica es Jesucristo, un Dios que también fue juzgado por un juez y condenado. En la JMJ de Denver (EEUU), en 1993, Mary experimentó su despertar espiritual. Su familia era intensamente católica y pro vida, creció con diez hermanos, cuatro de ellos con necesidad de atención especial. Su padre era presidente de la Coalición Campaña por la Vida de la Columbia Británica, en Canadá. Su madre, militante de Birthright ("Derecho a nacer").
“Está usted cometiendo desacato", continuó el juez. "En este país existe el derecho a abortar y usted no tiene derecho a causar [a las mujeres que buscan abortar] un dolor y una pena extra, haciendo lo que hace”. Y continuó con su diatriba: “El aborto es legal, eso es todo lo que tiene que saber. Usted causa un daño emocional al actuar así, ¿cree que eso está bien?”.
Después del "sermón", el juez preguntó a la joven pro-vida si se mantendría alejada durante tres años de las clínicas abortistas, como se especificaba en el texto que pedía su libertad condicional.
“No lo haré”, admitió Wagner con firmeza.
“Irá entonces a la cárcel”, aseguró el juez.
Aunque el abogado defensor y el fiscal pidieron para Mary la libertad condicional, alegando que ya había pasado 88 días en la cárcel, el juez rechazó esta petición: “Que haga sus sentadas en la cárcel, si ésta es la única forma de proteger a la gente”. Le condenó a otros 90 días de prisión. El argumento del magistrado para denegar la condicional fue que iba contra el interés público y serviría para desacreditar a la Administración de Justicia.
Según el juez, cuando Mary entra en las salas de espera de los centros abortistas para repartir flores, realiza un “uso y disfrute ilegal” de las instalaciones de las clínicas y “retrasa el desarrollo del negocio”. “Es usted un despilfarro tremendo de recursos. ¡Compórtese!”, le espetó.
Momentos antes, en la galería, uno de los simpatizantes de Mary Wagner habló y fue el propio Justice Ford Clements quien le respondió: “Éstos [los temas relacionados con la vida] son creencias. Tenemos que respetar la legalidad vigente. Hay maneras de cambiar la ley, pero el respeto a la misma es fundamental. Muchas veces vemos lo que pasa en las calles cuando no se respeta la ley. Usted no querría tener a la puerta de su casa cada noche. A las personas que no se adaptan a esto, las mandamos a la cárcel”. Cuando el hombre trató de responder a Clements, fue expulsado de la sala.
Mary Wagner fue arrestada el pasado 8 de noviembre en “La Clínica de Mujeres” de Bloor West Village, por ejercer su ministerio habitual: entrar en la sala de espera, repartir rosas a las mujeres y hablar con ellas para ofrecerles su consejo. Cuando es enviada a la cárcel, suele aprovechar para evangelizar a las mujeres que están cumpliendo condena en la cárcel y ofrecer su consuelo y escucha a todas aquellas que han abortado.
Mary se encuentra actualmente en el Centro Vanier de Detención de Mujeres. Quien quiera puede mandarle una carta para animarla a continuar con su misión evangelizadora y defensora de la vida a esta dirección:
Mary Wagner
Vanier Centre for Women
655 Martin St., Box 1040
Milton, ON L9T 5E6
CANADA