Se han necesitado muchos años, pero al final incluso un periódico de izquierda feminista y anticlerical como El País ha tenido que admitirlo y publicarlo: la píldora anticonceptiva, es decir, cargar de hormonas -un medicamento- a mujeres sanas, daña a las mujeres, va ligado a depresión, les quita control real sobre su cuerpo, no implica una mayor concienciación masculina sobre la fertilidad y, de hecho, las españolas cada vez lo aguantan menos.
Es lo que han dicho durante décadas los defensores de los métodos natural de regulación de la fertilidad, aceptados y promovidos por la Iglesia Católica y también por algunas corrientes ecologistas y feministas. Han pasado 50 años desde que el Papa San Pablo VI se mantuviera firme en su oposición a la anticoncepción y aclarara que es lícito recurrir a métodos naturales ligados a los periodos naturales de fertilidad para espaciar los nacimientos por razones serias.
Más aún, en su importantísima encíclica Humanae Vitae, el Papa profetizaba: "Podría también temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoísta y no como a compañera, respetada y amada".
Algo de eso intuyen muchas mujeres, como señala El País: ¿por qué las mujeres deben arriesgarse -y lo han hecho durante medio siglo- con unas hormonas que tienen consecuencias que ahora ven como graves, ligadas a depresión, para más del 20% de las usuarias?
Así, El País, en su suplemento femenino Smoda, se plantea el tema en el artículo "¿Por qué las ‘millennials’ están dejando de tomar la píldora anticonceptiva?"
La píldora: ya sólo la usan el 17% de españolas
Para empezar constata que en España sólo un 17% de mujeres sigue tomando la píldora anticonceptiva (suponemos que se refiere al porcentaje sobre las mujeres en edad fértil, que en la envejecida España son algo más de 10 millones), frente a un 50% de otros países como Francia o Reino Unido. Otro 30% de españolas prefiere el preservativo, según datos de la Sociedad Española de Contracepción. De hecho, el uso de la píldora anticonceptiva ha disminuido, dice el artículo, un 5% en el último año.
Después, el artículo repasa algunas razones por las que cree que la reputación de la píldora anticonceptiva se está resquebrajando
1. Por sus efectos secundarios
"Los efectos secundarios provocados por el consumo continuado de este medicamento son de sobra conocidos: aumento de peso, migrañas, menor deseo sexual y alteraciones en el estado de ánimo que llegan a convertirse en depresión en entre el 20 y el 30% de las mujeres que la toman (aseguraba Elisabeth Lloyd, filósofa y bióloga norteamericana, en un artículo de la revista Archives of General Psychiatry). Hasta ahora, se han considerado “leves”, pero las mujeres de hoy no están dispuestas a sufrirlos", dice El País.
Es un párrafo divertido, porque hace diez, veinte, 30 años, cuando las mujeres cristianas (u otras defensoras de la regulación natural) decían a sus compañeras que ese riesgo de depresión era injusto, abusivo, intolerable si se tratara de cualquier cosa distinta al placer sexual, las llamaban "alarmistas" y "aguafiestas".
2. Porque las mujeres han tomado consciencia de su cuerpo
"La píldora es un tratamiento médico que nació para ser paliativo de algunos problemas hormonales como desajustes y dolores en la menstruación o acné –síntomas a los que beneficia su consumo–, pero no como mero método contraceptivo: “Los anticonceptivos hormonales se deben adquirir con receta médica, ya que será el ginecólogo el que indique en cada caso el método más adecuado para cada tipo de paciente”, advierte la doctora María Concepción Blasco, especialista en Ginecología y miembro de Topdoctors, a SModa".
"Cabe preguntar, entonces, tanto al sector femenino como al ginecológico (y al farmacéutico): ¿por qué someter al cuerpo al efecto de un medicamento si no se necesita?. “Las mujeres creemos que es mejor para nuestra salud no tomar hormonas, nos negamos a tomar un medicamento cuando estamos sanas”, aseguraba a S Moda Sabrina Debrusquat, autora del libro J’arrète la pilule (Dejo la píldora), tras haber entrevistado a 3.616 mujeres para su investigación.
Sabrina Debusquat, autora de "Yo dejo la píldora",
libro que ha desencadenado todo un debate en Francia
Estas cosas las católicas que usan métodos naturales lo dicen desde hace 50 años y El País y otros periódicos pro-anticoncepción se burlaban sistemáticamente, hasta ahora.
3. Por feminismo
"Los datos hablan claro: el desarrollo de un anticonceptivo hormonal masculino que parecía resultar efectivo se suspendió alegando posibles efectos secundarios negativos. Se trataba de depresión y otros trastornos del estado de ánimo en el 3% de los hombres participantes en los estudios… ¿Habría dejado de plantearse también la píldora femenina en la actualidad si afectase negativamente al 3% de las mujeres? Hoy todo el mundo tiene mucha más información al alcance de la mano y, sobre todo, acceso a Internet. Una rápida y sencilla búsqueda en Google arroja algo de luz sobre esta corriente anti-hormonas: además del factor machista, insensibilidad, depresión, cáncer o contaminación son algunos de los términos relacionados con ella".
¡El factor machista suena casi igual a lo que decía Pablo VI hace 50 años! "El hombre, sin preocuparse más del equilibrio físico y psicológico de la mujer, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoísta y no como a compañera...", veía el Papa como una consecuencia de la cultura anticonceptiva. Ella tiene que hormonarse para estar dispuesta para él, dice la cultura hedonista e hipersexualizada.
4. Por su coste
La píldora cuesta 12 euros cada ciclo, y hay que usarla todos los ciclos. Los preservativos son más baratos, se compran cuando se (piensa) que se van a usar. Pero lo más barato de todo son los métodos naturales: solo hace falta un termómetro y hacer algunas fotocopias de gráficas.
5. El elemento vegano
El artículo de El País no toma en cuenta la existencia de mujeres cristianas en edad fértil (hay algo más de 10 millones de mujeres en edad fértil en España, de las que un 15% pueden ser católicas practicantes) y no menciona para nada los métodos naturales de regulación. En cambio, tiene en cuenta a los "veganos", una minoría diminuta que no quiere tener nada que ver con el uso de animales.
"Todos los medicamentos están testados en animales, así que la píldora no se libra. Tampoco su composición: por norma, contiene lactosa. Lo mismo ocurre, en general, con los preservativos, que además de estar también testados en animales, incluyen caseína (un derivado de la leche) para que el látex sea más elástico".
Es sintomático lo atento que está el periódico de izquierda a la microminoría vegana y su absoluto desconomiento y desinterés por las mujeres que practican métodos naturales por razones religiosas.
Romper el siguiente tabú: hablar de la regulación natural de la fertilidad
Ya se ha roto un tabú: hablar mal de la píldora anticonceptiva, sus efectos secundarios y su efecto dañino para la igualdad hombre-mujer.
Ahora falta romper el otro tabú: hablar de los métodos de regulación natural, sus ventajas y su capacidad de unir más y mejor a los matrimonios y ayudarlos a conocer mejor su fertilidad conjunta.
(Renafer es la asociación española de profesores de Regulación Natural de la Fertilidad, en su web www.renafer.org hay información sobre estos métodos naturales)