El nombre del último hijo del magnate tecnológico Elon Musk, propietario entre otras empresas, de Tesla, es “X Æ A-12”. Tras el anuncio del nombre, el periódico británico The Catholic Herald, entre otros muchos medios de comunicación y líderes de opinión, ha pedido a toda la sociedad inglesa regresar al uso de nombres cristianos apropiados. Varios países han tenido leyes que protegían los intereses de los menores en este sentido, además de mantener la identidad cultural cristiana de los territorios, aunque en este momento esas leyes estén no se encuentren vigentes, explica por su parte Gaudium Press.
“Todos los nombres tienen su propia etimología y significado”, recordó la periodista Melanie McDonagh en su artículo. Los nombres cristianos “en sí mismos son sólidos, santificados por la tradición, con un día festivo apropiado para celebrar y un ejemplo para que el niño lo siga”. Un ejemplo de esta realidad es el compendio de vidas de Santos del siglo XIII de dominico italiano Jacobo de Vorágine. En su obra, este escritor explicó el significado de los nombres de los Santos antes de abordar su biografía.
Nombres cristianos para proteger a los niños
El caso del controvertido nombre del heredero de Musk expone la complejidad del problema. La madre del pequeño expuso en redes sociales el significado de su elección: “X, la variable desconocida; Æ, mi ortografía élfica de Ai (amor y / o inteligencia artificial); A-12 = precursor de SR-17 (nuestro avión favorito). Sin armas, sin defensas, solo velocidad. Grande en la batalla, pero no violento; (A = Arcángel, mi canción favorita)”.
La posibilidad de que un niño tenga un nombre impronunciable y casi indescifrable contrasta con las leyes que hasta hace poco tiempo regulaban los nombres disponibles para los ciudadanos. “El nombre de ningún niño debe ser contrario a sus intereses”, expuso McDonagh haciendo referencia a la ley napoleónica vigente en Francia hasta 1993: “Los niños franceses debían ser nombrados como Santos en el calendario; nombres cristianos propios”.
Para la redactora, leyes como esa deberían retornar, con excepciones para personas de otras religiones. “Recuperen el código napoleónico para los nombres, y ningún niño volvería a ser nombrado en honor de un error ortográfico, un avión y una variable desconocida”, concluyó.