Un reconocido médico del campo de la fertilidad afirma haber renunciado a su trabajo debido a que era parte de “una creciente objetificación de los niños” – una manifestación que él dice que sus compañeros simplemente ridiculizaron.
“No puedo decirles que entendía que yo estaba perjudicando a otras personas”, dijo Anthony Caruso, un endocrino en el área de la reproducción humana, a Noticias EWTN (Eternal Word Television Network/ Red Global Católica), en un artículo publicado el pasado 9 de junio.
Caruso dice que, en un solo día, renunció a su empleo y acudió a confesarse. “Cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo, quedé “totalmente horrorizado”, comentó a Noticias EWTN. “Yo estaba tan alterado de haber llevado a tantas parejas por el camino equivocado”.
El experto en fertilidad dijo que, inicialmente, se sintió motivado a adentrarse en este campo para así poder hacer felices a las parejas casadas que no pudiesen tener hijos – pero desde entonces se ha dado cuenta de que el procedimiento no concuerda con el ideal de auto sacrificio que es parte del matrimonio.
En el artículo de EWTN también se discute la carrera del Doctor Michael Kamrava, quien está a punto de perder su licencia de médico el 1 de julio, debido al papel que tuvo en el caso de la “Octomamá”: Kamrava fue el médico que transfirió los doce embriones de Nadya Suleman en su vientre materno, lo que resultó en el nacimiento de varios bebés en enero de 2009.
Normalmente, los médicos de la fertilización in vitro transfieren un máximo de cuatro embriones en cada tratamiento de fertilidad, y deciden si tienen que llevar a cabo o no un aborto por si alguno de los embriones no sobrevive– un procedimiento que Suleman rechazó.
Caruso comentó que dicha “objetificación de los niños’ es parte de la mentalidad de la fertilización in vitro, en donde el aborto de niños inocentes es parte de una rutina, y además promovida.
“Usted se quedaría sorprendido de cuántas mujeres embarazadas por fertilización in vitro llegan a las 23 o 24 semanas y tienen complicaciones con sus embarazos”, dijo. “Y entonces dicen, ‘Bien; no hay problema. No quiero continuar con el embarazo’. Y es porque pueden dar marcha atrás y volver a empezar el proceso cuando quieran”.
Mientras tanto, Caruso dice que su conversión es única entre los médicos de la fertilización in vitro en Estados Unidos, lo que lo convierte en un tontería entre sus colegas. “La mayoría de mis colegas piensan que estoy completamente loco”, dijo el médico.