El Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Tarcisio Bertone, aseguró que la Iglesia Católica está en primera línea en la lucha contra el SIDA en el mundo, no solo porque posee la mayor red de atención en todo el orbe (117 000 centros), sino porque es generadora de un "capital invisible" que reconoce la dignidad inalienable de toda persona, sin excepción.
Así lo indicó el Purpurado en su discurso en la inauguración del congreso internacional organizado por la fundación "El Buen Samaritano", que está bajo el mandato del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud. El evento se titula "Centralidad de la persona en la prevención y el tratamiento del SIDA-HIV".
El Cardenal, que llevó a los participantes la cercanía del Papa y su deseo de que este congreso aliente un "mayor y más eficaz esfuerzo en la lucha contra esta enfermedad", recordó que "la Iglesia Católica está profundamente comprometida en esta tarea desde el principio, y prueba de ello son las estructuras sanitarias que están en los lugares donde están las poblaciones más afectadas".
Sobre el "capital invisible" que genera la Iglesia, el Cardenal Bertone indicó que este está hecho de educación para superar los prejuicios, de convicción sobre la necesidad de relacionarse con los contagiados por el virus como personas dotadas de una dignidad inalienable, de la toma de conciencia de la contribución "que ellas pueden y deben continuar a prestar a la propia familia y la sociedad, y de la voluntad de dar un sentido a su sufrimiento".
Según señala L’Osservatore Romano, el Purpurado dijo que "hoy gracias a la experiencia adquirida en el curso de los años, comprendemos todavía mejor la relevancia de estos aspectos no solo para el sostenimiento de las personas afectadas, sino también para la prevención del contagio y para la eficacia de la misma terapia. Se trata de una dimensión que merece más profundización, y en eso se enmarca el presente congreso".
La educación para evitar comportamientos de riesgo, cuando está basada en sólidos principios morales, "muestra plenamente su eficacia y se traduce en una mayor apertura a la acogida de cuantos ya están afectados por el virus".
"La Iglesia – continuó el Cardenal Bertone – consciente de todo esto, confirma sus propios esfuerzos, en la doble e indivisible dimensión de la formación de las consciencias y del ofrecimiento más amplio posible de curas médicas accesibles a todos y de estructuras sanitarias avanzadas, sobre todo allí donde hay más necesidad".
Con esta labor en la que participan muchos miembros de la Iglesia, los católicos renuevan el gesto del Buen Samaritano, "para acercarse al hermano herido en la carne, para verter e aceite del consuelo y el vino de la esperanza".
Esta tarea, concluyó el Secretario de Estado Vaticano, "que buscamos cumplir con todo nuestro esfuerzo, la llevamos a cabo junto a muchos hombres y mujeres de buena voluntad que operan en todo el mundo para lograr el mismo fin".