En Canadá, como en Estados Unidos, los obispos poco a poco se han animado a salir a las calles en las manifestaciones por la vida. En Canadá la Marcha por la Vida se celebra el 12 de mayo, y en la capital, Ottawa, suelen desfilar entre 10 y 15 obispos católicos, junto con líderes evangélicos, de grupos provida y entre 10.000 y 20.000 personas.
Como las distancias en el país son enormes, se han organizado marchas en otras regiones, por las que suelen repartirse otros 10 o 15 obispos más. Así, el año pasado, de los 6 obispos de la región de Alberta (zona en la que un 25% de personas se declaran católicas), 4 obispos se manifestaron por la vida con unas 1.300 personas en la capital, Edmonton (ciudad de unos 780.000 habitantes, 1,1 millón si se cuenta la zona metropolitana).
Esos obispos han decidido que no van a volver a manifestarse mientras la organización no pueda asegurar que no se van a usar carteles con imágenes sanguinolentas de fetos abortados.
El arzobispo anfitrión, Richard Smith, de Edmonton, enlace con los organizadores, denuncia que las fotos de bebés abortados "son ofensivas porque no honran la dignidad de los restos humanos y la dignidad de la persona humana".
Admite que puede que estas imágenes sangrientas disuadan a alguna mujer de abortar, pero por el contrario, también pueden dañar a mujeres que abortaron, "se arrepintieron profundamente" y hoy marchan a favor de la vida dando testimonio a favor de las alternativas al aborto.
Además, como suele suceder en las manifestaciones donde participan los cristianos en familia, a la marcha acuden muchos niños en edad escolar que no están preparados para ver esas imágenes.
Los obispos no se limitan a quejarse, sino que dan alternativas. "Pensamos que una imagen mucho más efectiva que podría ser consistente con lo que proclamamos, serían las imágenes de niños vivos aún por nacer. Dicen lo mismo con mucha más belleza", propone el arzobispo Smith.
"Todos queremos acabar con el aborto", dice el arzobispo, pero en su opinión las imágenes sanguinolentas amenazan la unidad y crecimiento del evento. Expresó su absoluto respeto por los organizadores, presididos por una religiosa, la hermana Elisabeth Coloumbe, a los que describió como "maravillosamente comprometidos con la vida", y insistió en que "estamos convencidos de la importancia en nuestros días del testimonio público de la belleza y la dignidad de la vida".
Los obispos añaden que "no nos interpondremos en el camino de nadie que quiera participar" y continuarán celebrando una vigilia de oración la noche antes de la marcha, y una misa en la mañana del evento en Edmonton, como se hace también en Ottawa y en la marcha anual de Washington.
Los obispos no regañan a los organizadores: "está claro que no pueden comprometerse a que el evento transcurra sin carteles gráficos; no es que no quieran, es que no está bajo su control".
En Edmonton, los obispos de Alberta han sido los grandes promotores de la marcha, y no quieren ahora que se les asocie con carteles sanguinolentos que "han empezado a convertirse en una imagen predominante en la marcha". Es distinto que en Ottawa, convocatoria donde los principales organizadores son grupos pro vida y evangélicos, y los católicos y sus obispos se han añadido en gran cantidad sólo en los últimos cuatro o cinco años.
Hay mucha gente que considera que las imágenes sanguinolentas son contraproducentes, y que lo mismo puede explicarse mejor y con más eficacia con dibujos esquemáticos en blanco y negro, analíticos y sin sangre.
En su popular blog, Jennifer Fulwiler, activista pro vida católica que hasta 2007 era atea y durante mucho tiempo había sido "pro elección", explica los efectos contraproducentes de las imágenes sanguinolentas, que para usarse con eficacia necesitan cumplir, en su experiencia, cuatro condiciones.
1) Dejar que la persona elija ver esas imágenes, no imponérselas
"Cuando alguien te fuerza a ver algo desagradable, tu principal reacción es visceral, no intelectual. Te sorprende, revuelve, ofende y automáticamente diriges tu energía mental a retomar el control, por lo general, mirando a otro lado", dice. "Es improbable que alguien que vea por sorpresa un niño muerto razone mucho sobre el tema". Por el contrario, si se pide el consentimiento ("mira, si me permites te enseño unas imágenes sobre el aborto, que quizá te puedan herir, por eso te pido permiso...") puede resultar eficaz.
2) Hay que dejar claro que estamos mirando un ser humano
"Cuando me ponían delante imágenes gráficas en mi época pro-elección, no producían en mí ni una pizca de empatía. Pensaba que eran groseras, igual que una foto de una operación de apéndice, podía verla con asco todo el día sin conmoverme". Según Jennifer, si alguien piensa (por ideología, como en los genocidios de la historia) que "eso no es un humano" ninguna cantidad de fotos le impresionará. En cambio, para humanizar al niño por nacer, las imágenes de bebés en distintas etapas de gestación creciendo, moviéndose, son eficaces.
3) Fotos en un contexto amigable
"Incluso una persona indecisa sobre el tema del aborto probablemente se ofenderá si le imponen unas imágenes tan chocantes sin su consentimiento, y rechazará al mensajero, y con él al mensaje". Por eso es mejor primero establecer una relaciónd e respeto, confianza, amistad, antes de poder enseñar, siempre con permiso, una imagen así.
4) Después de las fotos, más apoyo y acción
Cuando Jennifer un día, ya con una visión pro-vida, se permitió internalizar las imágenes, "estaba tan impactada e inquieta que expulsé el tema de mi mente, sin ideas de qué hacer con eso, simplemente decidí olvidarlo. Sólo cuando unos pro-vida se me acercaron y me invitaron a ser parte de la solución, ayudándome a procesar estos datos, esas imágenes llegaron por fin a ser de ayuda para mí".