En Ama, en la prefectura japonesa de Aichí, hay hermanas de la India, Sri Lanka, Papúa-Nueva Guinea y también japonesas. Las hermanas, durante la semana, organizan cocinas en los parques para las personas sin hogar. Antes de repartir la comida rezan todos juntos. Las comidas que preparan las hermanas se convierten, para estas personas necesitadas, en lugares de intercambio de información, de manera que se pueden ayudar unas a otras.
Cuando la Madre Teresa llegó a Japón le impresionó que, aunque nadie moría de hambre, hubiera tan alto número de abortos. Decía que un país con tantos abortos no puede ser verdaderamente rico. Por eso las Misioneras de la Caridad se han centrado en apoyar a madres solteras proporcionándoles un lugar de acogida. Para no olvidarse de su primera intención a la hora de rezar, algunas hermanas llevan en su rosario una réplica de un dedo de un bebé de 10 meses. Mide 1 centímetro y con él recuerdan que en todo momento una pequeña vida está siendo asesinada.
La Madre Teresa decía que “no se trata de cuánto hacemos sino de cuánto amor ponemos en lo que hacemos. No se trata de cuánto damos sino de cuánto amor ponemos en lo que damos”. Algo que sin duda inspira a sus hijas en el país del Sol naciente.