Con la publicación de la Declaración de Guanajuato por parte del Foro de los Gobiernos, concluyó el 27 de agosto, en esa ciudad de México la Conferencia Mundial de la Juventud. Previamente el Foro Social había dado a conocer su Documento de Posicionamiento de la Reunión Global de ONGs.
La Declaración de Guanajuato es una versión maquillada del Proyecto de Declaración oficial que se manejó durante la Conferencia. Pero esta Declaración, que -según los organizadores de la Conferencia- orientará las políticas de juventud de la ONU de ahora en adelante, por muchos arreglos semánticos que se hayan introducido en los proyectos que la antecedieron, es un nuevo instrumento de reingeniería social anticristiana siguiendo la línea marcada, sin ir más lejos, por el Foro de la Juventud 2001 (vid. NG 442, 443; vid también NG 558).
Si bien la Declaración incorpora a la familia diciendo que se reconoce “la necesidad de desarrollar políticas y leyes que apoyen mejor a la familia, contribuyan a su estabilidad”, añade, “y (que) tomen en cuenta su pluralidad de formas”. Pluralidad de formas de familia es un eufemismo que esconde el reconocimiento de las pseudo familias formadas por homosexuales.
En el texto se decide: “Establecer políticas públicas que garanticen el acceso de las personas jóvenes a la salud sin discriminación e incrementar la calidad y cobertura de los sistemas de salud y servicios de atención a la salud, incluidos aquellos para la sexualidad y salud reproductiva, reducir la mortalidad y morbilidad maternas, e impulsar la prevención, atención, tratamiento y asesoría para las personas jóvenes con el fin de detener y revertir la diseminación del VIH y el SIDA, las enfermedades de transmisión sexual, tuberculosis, malaria y otras enfermedades, incluidas las enfermedades no contagiosas” (n. 14). Es decir, en el lenguaje de la ONU: anticoncepción, aborto, distribución de preservativos.
Se decide también en el documento, “mejorar la calidad y pertinencia de los planes de estudio en todos los niveles y orientar los programas educativos hacia el desarrollo integral de las personas jóvenes para que incluyan: educación intercultural, cívica y para la paz, solidaridad, formación en derechos humanos, formación para el desarrollo sustentable, educación integral sobre la sexualidad humana, promoción de la equidad de género y el empoderamiento de las mujeres (…)” (n. 9). Es decir, perspectiva de género, aborto, anticoncepción, y todo esto bajo el paraguas de los Objetivos del Milenio para el Desarrollo.
Alguno podría pensar que la inclusión de la palabra “integral” (educación integral sobre la sexualidad humana), asegura ciertos límites frente a los programas pervertidores sobre sexualidad. Pero, en este lenguaje, ¿qué significa “integral”?.
Teniendo en cuenta que las ONGs -como es tradicional en los foros internacionales- anticipan y explicitan las políticas de los gobiernos, el significado de educación integral sobre la sexualidad humana se aclara en el Documento de Posicionamiento de la Reunión Global de ONGs, que dice en el n. 5 del apartado Salud: “Reconocer plenamente los derechos sexuales y reproductivos de las personas jóvenes, particularmente el derecho a decidir, mediante el acceso universal a servicios de salud sexual y reproductiva, que sean confidenciales y propicios para los jóvenes, incluyendo acceso a una educación de la sexualidad integral basada en información científica, en contextos formales y no formales. Implementar intervenciones efectivas clave en la atención a la salud materna, incluyendo acceso a una gama completa de anticonceptivos y aborto seguro”. Por si fuera poco, cabe recordar que las palabras “basada en información científica”, en este lenguaje quieren decir libre estereotipos y de principios culturales y/o religiosos y así se califica todo argumento que se oponga al pansexualismo de la ONU.
Entre otros temas, en la Declaración de Guanajuato los gobiernos se comprometen a “promover el papel que desempeña el Movimiento Mundial de la Juventud para la Alianza de Civilizaciones”. La Alianza es un instrumento para la imposición del relativismo moral, el igualitarismo religioso, y la descristianización global.
Se da por descontado que la próxima Asamblea General de la ONU aprobará el documento, convirtiéndolo en una guía para implementar políticas dirigidas a los jóvenes.
No se debe perder de vista que las ONGs, por definición de Kofi Annan, son el superpoder político y religioso. Hace tiempo que alcanzaron una posición de privilegio para contrarrestar la oposición de algunos países a las políticas de las Naciones Unidas (vid. NG 326).
Así, como es lógico por las ONG representadas oficialmente en Guanajuato, el Documento de Posicionamiento de la Reunión Global de ONGs es mucho más radical que la Declaración del Foro de los Gobiernos. En él, a lo largo de 16 páginas, amparadas en las Metas u Objetivos del Milenio para el Desarrollo, las ONGs exigen: derechos sexuales y reproductivos, con servicios de aborto seguro confidenciales para los jóvenes; reconocimiento legal de las “minorías” LGTB (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales); políticas que prevengan y educación que aborde “la violencia de género (incluyendo a quienes son transexuales), y a la violencia por razones de identidad sexual”; etc.
En resumen, las ONGs presentan allí un programa completo de ataque al orden natural, de perversión de los derechos humanos y de depravación sexual.