Los restos mortales del que fuera Papa emérito Benedicto XVI ya descansan en las Grutas Vaticanas. Exactamente en el mismo lugar donde fue enterrado por primera vez su "amigo" San Juan Pablo II. Su secretario, las consagradas que lo cuidaron hasta el último día y un grupo muy reducido de personas más, estuvieron presentes durante el entierro. El decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, fue el encargado de oficiar un responso.
Antes del funeral, en la Basílica de San Pedro, se preparó su cuerpo para ser enterrado. Sus secretarios taparon su rostro con un velo blanco y firmaron las actas.
Tras el funeral, presidido por el Papa Francisco, el cuerpo de Benedicto fue llevado de nuevo a hombros hasta el interior de la Basílica de San Pedro.
Posteriormente fue portado hasta el lugar exacto de la inhumación. En la necrópolis situada bajo el subsuelo de la basílica, vecina al lugar donde está la tumba de San Pedro. Allí se colocaron los restos de Benedicto XVI en tres cajones diferentes.
Finalmente, antes de ser enterrado, se lacró la caja mortuoria. Las llamadas Grutas Vaticanas ocupan una parte de la nave central, entre la Basílica de Constantino y la actual. Además de tumbas papales, hay ataúdes de reyes y reinas desde el siglo X. Y, también, capillas dedicadas a diferentes santos del cristianismo.
Un lugar muy visitado por millones de peregrinos a lo largo del año, donde se encuentra, por ejemplo, una estatua hecha de mármol de San Pedro entronizado o el monumento funerario de Calixto III. Papas como Pío X, Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo I descansan en ese mismo lugar.
Aunque no ocurre lo mismo con muchos otros. Pío IX fue enterrado en la Basílica de San Lorenzo Extramuros, y León XIII, en San Juan de Letrán. Los dos últimos pontífices enterrados extramuros. A partir de los próximos días, cuando se abra al público, se podrá contemplar la tumba de Benedicto XVI, rezar por su alma y encomendarse a él.