Solo el primer día que ha estado abierta la capilla ardiente de Benedicto XVI han visitado sus restos mortales más de 65.000 personas, más del doble de lo que se esperaba. Un Papa que, aunque pueda parecer extraño debido a su timidez, batió récords de peregrinos en sus habituales audiencias de los miércoles en la Plaza de San Pedro.
Llegados de todos los rincones de Italia y de muchas partes del mundo, los peregrinos desfilan estos días ante el cuerpo del Papa alemán con sentida emoción. La mayoría de ellos está en Roma expresamente para darle un último adiós a Benedicto XVI y otros muchos aprovechan su estancia en la ciudad para vivir de cerca este momento histórico.
Una sopresa
"Es una sorpresa, una buena sorpresa ver que viene tanta gente. Es algo que debes experimentar si estas aquí justo ahora. Ver a tantos creyentes está muy bien", comenta Jules a uno de los miles de medios acreditados estos días en el Vaticano.
A Valeria, de origen mexicano, la muerte del Papa le pilló por sorpresa, ella había oido que estaba mal de salud pero no creía que fuera tan inminente. "No pensaba que muriera, sabía que estaba delicado, pero es una pena en estas fechas, es un momento histórico para nosotras poder estar aquí", comenta.
La religiosa Edivane es brasileña y da gracias a Dios por haber conocido a Benedicto XVI. "Me siento privilegiada por estar aquí, y oramos por él, por su eterno descanso. Pedimos también su intercesión por nosotros, que aún estamos en esta tierra, para ser fieles a Dios, a la Iglesia, a la Virgen... como él lo ha sido siempre", afirma.
Lo vi pobre
Máximo es italiano, está cerca de cumplir los sesenta años y admira la figura del Papa alemán. "Lo admiro como teólogo y sobre todo como Papa, si se leen sus escritos se ve que tienen un nivel altísimo", relata.
La joven Victoria estaba con un grupo de amigos en Roma en el momento que moría el Papa. "Vengo en una peregrinación con un grupo grande de México, estábamos entrando al Vaticano y me llegó una notificación, fue algo muy impactante. Es muy especial saber que a unos centímetros estaba muriendo el Papa Benedicto. Un hombre que luchó toda su vida por llegar a este momento tan importante", señala.
Ivana confiesa que "estamos rezando y vamos a misa todos los días, encomendamos esas misas por el Papa. Me gustaría saber más de él, ir a más misas en honor suya, y pedir por su alma", comenta la joven de origen hispano.
Sofía es una religiosa de Europa del Este que vive en Roma. "Espero que las próximas generaciones entiendan lo grande que ha sido, su sabiduría, su teología. Espero que sea para ellos lo que fue para mí", apunta.
Otra religiosa, de hábito gris, solo alcanza a decir ante las cámaras que "estoy muy emocionada, fue capaz de dar su vida por la Iglesia". Mientras una mujer de mediana edad, no puede casi hablar, y reconoce "lo he visto pobre, que ha sufrido mucho, sin embargo era humilde y con coraje".
Un gran hombre
Valerio es italiano y elogia lo que ha sido la vida de renuncias del Papa Benedicto XVI. "He venido como reconocimiento a un gran hombre que ha enseñado a todos a cuándo se debe aceptar una carga aunque no tengas fuerza para ello. Fue elegido Papa con 78 años y supo irse en el momento que debía. Se puede ayudar a la Iglesia de muchas maneras, incluso como él lo hizo, en sentido contemplativo, y dejar las cosas humanas a otros. De hecho se ha comprobado la buena convivencia que tuvo con el Papa Francisco", explica.
Para Juliana lo que más llama la atención de Benedicto XVI es su sensibilidad. "He visto su extrema sensibilidad, extrema dulzura, un hombre que amaba la belleza, era un hombre de gran peso, a veces tímido para la escena pública... ¡gracias Benedicto!", comenta. Mientras que para Antonio la clave fue su renuncia: "Él entró en la voluntad de Dios cuando terminó su tiempo como Papa".
Algunas opiniones de los peregrinos llegados hasta Roma.
Estos días pasan por la Basílica de San Pedro miles de personas para ver a un Papa muy querido. Este martes estará abierta la capilla ardiente de 9:00 a 19:00, y el miércoles de 7:00 a 19:00. El jueves 5 de enero, víspera de la Epifanía del Señor, a las 9.30 de la mañana en la Plaza de San Pedro tendrá lugar el funeral. Que será "solemne pero sobrio", en palabras de Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa del Vaticano, y lo presidirá el Papa Francisco.