Francisco celebró este miércoles la habitual Audiencia General, en la que dedicó la catequesis al sacramento de la Confirmación e invitó a redescubrir las primicias del Espíritu Santo.

El Papa propuso a los creyentes: "Quitarnos las cenizas de la costumbre y del desentendimiento, para convertirse, como los portadores de la antorcha en las Olimpiadas, en portadores de la llama del Espíritu".

Francisco también pidió que la Confirmación no se convierta en el "sacramento del adiós", sino el inicio de una participación activa guiada por la acción del Espíritu Santo a través de dos canales: la Palabra de Dios y los Sacramentos. 

Nos afecta a todos 

"El tema del Espíritu Santo como 'sello real' con el que Cristo marca a sus ovejas es la base de la doctrina del 'carácter indeleble' que confiere este rito (...). El rito de la unción tomó forma como un sacramento por derecho propio, asumiendo diferentes formas y contenidos en las diversas épocas y ritos de la Iglesia", comentó el Papa.

El problema "es cómo conseguir que el sacramento de la confirmación no se reduzca, en la práctica, a una 'extremaunción', es decir, al sacramento de la 'salida' de la Iglesia. Se dice que es el sacramento del 'adiós', porque una vez que lo reciben, los jóvenes se van, y volverán después para el matrimonio", señaló.

"Debemos hacer que sea el sacramento del inicio de una participación activa en su vida. Es un objetivo que puede parecernos imposible, dada la situación actual en casi toda la Iglesia, pero eso no significa que debamos dejar de perseguirlo", afirmó.

"Pero esto no sólo afecta a los futuros confirmandos; nos afecta a todos y en todo momento. Junto con la Confirmación y la Unción, hemos recibido también, nos asegura el Apóstol, la ‘prenda del Espíritu’ que en otro lugar llama 'las primicias del Espíritu' (Rom 8,23). Debemos 'gastar' esta garantía, disfrutar de estas primicias, no enterrar bajo tierra los carismas y talentos recibidos".

Puedes escuchar aquí la audiencia del Papa Francisco.

Por último, recordó que San Pablo exhortó a su discípulo Timoteo a "reavivar el don de Dios, recibido por la imposición de manos" (2 Tm 1,6), "y el verbo utilizado sugiere la imagen de quien sopla sobre el fuego para reavivar su llama".

"He aquí un hermoso objetivo para el año jubilar. Quitarnos las cenizas de la costumbre y del desenganche, para convertirnos, como los portadores de la antorcha en las Olimpiadas, en portadores de la llama del Espíritu. Que el Espíritu nos ayude a dar algunos pasos en esta dirección", concluyó el Papa.