¿Cuál es la misión de la familia? A esta pregunta respondió el Papa Francisco antes del rezo del Ángelus de este domingo 31, el último del año.
La respuesta es: "Crear las condiciones favorables para el crecimiento armonioso y pleno de los hijos, para que puedan vivir una vida buena, digna de Dios y constructiva para el mundo”.
En su alocución del primer domingo después de Navidad, recogida por Radio Vaticano, en la que se celebra la Fiesta de la Sagrada Familia, el Santo Padre invitó a reflexionar sobre la experiencia vivida por María, José y Jesús, mientras crecen juntos como familia en el amor reciproco y en la confianza en Dios.
“La expresión de esta confianza – afirmó el Pontífice – es el rito realizado por María y José con la ofrenda del hijo Jesús a Dios: «Llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor» (Lc 2,22), como exigía la ley de Moisés. Los padres de Jesús van al templo para confirmar que el hijo pertenece a Dios y que ellos son custodios de su vida y no los propietarios”.
Este gesto, precisó el Papa, indica que solamente Dios es el Señor de la historia individual y familiar; y que todo nos viene de Él y por ello, toda familia está llamada a reconocer tal primacía, cuidando y educando a los hijos a abrirse a Dios que es la fuente misma de la vida. “Por aquí pasa el secreto de la juventud interior, testimoniado paradójicamente en el Evangelio – señaló el Santo Padre – por una pareja de ancianos, Simeón y Ana. El viejo Simeón, en particular, inspirado por el Espíritu Santo dice a propósito del niño Jesús: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción […] así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos» (vv. 34-35)”.
Estas palabras proféticas, afirmó el Papa Francisco, revelan que Jesús ha venido para hacer caer las falsas imágenes que nos hacemos de Dios y también de nosotros mismos; para “contradecir”, precisó el Pontífice, las seguridades mundanas sobre las cuales pretendemos apoyarnos, pero también dijo el Papa, para hacernos “renacer” a un camino humano y cristiano auténtico, fundado en los valores del Evangelio.
"No existe alguna situación familiar – señaló el Pontífice – que esté cerrada a este camino nuevo de renacimiento y de resurrección. Cada vez que las familias, incluso aquellas heridas y marcadas por la fragilidad, fracasos y dificultades, regresan a la fuente de la experiencia cristiana, se abren caminos nuevos y posibilidades inesperadas”.
Antes de concluir su discurso, el Papa Francisco recordó también, que hoy el Evangelio nos habla de esta gran alegría de la familia de ver crecer a los hijos.
“Ellos están destinados a desarrollarse y fortificarse, a adquirir sabiduría y a acoger la gracia de Dios, justamente como sucedió a Jesús. Él es verdaderamente uno de nosotros: el Hijo de Dios se hace niño, acepta crecer, fortalecerse, está lleno de sabiduría y la gracia de Dios está sobre Él. María y José tienen el gozo de ver todo esto en su hijo; y esta es la misión a la cual está orientada la familia: crear las condiciones favorables para el crecimiento armonioso y pleno de los hijos, para que puedan vivir una vida buena, digna de Dios y constructiva para el mundo”.