El pasado sábado el Papa Francisco entregó los galadornes de la VII edición del “Premio Ratzinger”, que tiene entre sus actividades la promoción de la investigación teológica y el compromiso cultural animado por la fe y por el impulso del espíritu hacia Dios.
Este año los tres premiados pertenecían a las tres grandes ramas del cristianismo: un católico, un protestante y un ortodoxo.
Se trata de los alemanes Theodor Dieter, teólogo luterano comprometido en el dialogo ecuménico, y Karl-Heinz Menke, teólogo y sacerdote católico, gran conocedor del pensamiento de Joseph Ratzinger, así como Arvo Pärt, famoso compositor estonio, cristiano ortodoxo devoto.
“La verdad de Cristo no es para solistas, sino sinfónica", dijo el Papa Francisco; "requiere colaboración dócil, compartir armonioso. Buscarla, estudiarla, contemplarla y traducirla en práctica juntos, en la caridad, nos atrae con fuerza hacia la plena unión entre nosotros: la verdad se convierte así en fuente viva de lazos de amor cada vez más estrechos”, constató.
El Papa Francisco expresó su alegría por la extensión del horizonte del Premio que ahora incluye también a las artes, además de la teología y las ciencias a ellas naturalmente interconectadas. “Es una ampliación que corresponde bien a la visión de Benedicto XVI, que tantas veces nos ha hablado de manera tocante de la belleza como camino privilegiado para abrirnos a la trascendencia y encontrar a Dios”, finalizó Francisco.
El Papa animó a la Fundación Ratzinger a “continuar con el compromiso, estudiando y profundizando esta herencia y al mismo tiempo mirando hacia adelante, para valorizar la fecundidad ya sea con la exégesis de los escritos de Joseph Ratzinger, así como para continuar – según su espíritu – el estudio y la búsqueda teológica y cultural, también entrando en los campos nuevos en los que la cultura actual solicita la fe al dialogo”.
De este dialogo el espíritu humano tiene siempre necesidad urgente y vital: tiene necesidad la fe, que se abstrae si no se encarna en el tiempo; tiene necesidad la razón, que se deshumaniza si no se eleva al Trascendente, observó el Papa Bergoglio.
En el acto de entrega, Arvo Part tocó al piano su pieza "Für Elina" (dedicada a una niña, hija de unos amigos), muy famosa en la música clásica moderna.
Los premiados tuvieron ocasión también de visitar al Papa emérito Benedicto XVI y hablar con un él un rato. Benedicto y Arvo Part ya se conocían: el Papa emérito tocaba el piano hasta hace muy poco y el compositor estonio le había dedicado una obra hace algunos años.