El Papa Francisco anunció este domingo, en el Ángelus, su intención de promover un Mes Misionero Extraordinario en octubre de 2019, para alimentar el ardor de la actividad evangelizadora de la Iglesia ad gentes. “En el día en el que recordamos la memoria litúrgica de San Juan Pablo II, Papa misionero, confiamos a su intercesión la misión de la Iglesia en el mundo”, puntualizó Francisco.

"Recuerdo también que es mi intención promover un Mes Misionero Extraordinario en octubre de 2019, con el propósito de alimentar el ardor de la actividad evangelizadora de la Iglesia ad gentes. En el día en el que recordamos la memoria litúrgica de San Juan Pablo II, Papa misionero, confiamos a su intercesión la misión de la Iglesia en el mundo".

Esta idea está expresada también en una carta que el Pontífice envió al prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el cardenal Filoni, anunciando que ese "mes misionero" de octubre de 2019 busca «despertar aún más la conciencia misionera de la missio ad gentes y de retomar con un nuevo impulso la transformación misionera de la vida y de la pastoral». La misiva está datada en el Domingo Mundial de las Misiones y en el día de la memoria litúrgica de san Juan Pablo II, varias veces citado en el texto.


El mes misionero extraordinario es una propuesta del dicasterio que preside Filoni para conmemorar el centenario de la Carta apostólica Maximum illud del Papa Benedicto XV, que en 1919 animaba a una gran evangelización por todo el mundo. 

En esa época, hacia 1910, ni siquiera un 12% de católicos vivía fuera de Europa o América Latina (apenas unos 30 millones de personas). En cambio, en 2010 un 36% de católicos (390 millones de personas) vivían en estas regiones. El número absoluto de católicos en esos contienntes se multiplicó por 13 en un siglo. El siglo XX logró ser un siglo de misiones. 



El Papa Francisco escribe: «corría el año 1919 cuando el Papa, tras un tremendo conflicto mundial que él mismo definió como una “matanza inútil”, comprendió la necesidad de dar una impronta evangélica a la misión en el mundo, para purificarla de cualquier adherencia colonial y apartarla de aquellas miras nacionalistas y expansionistas que causaron tantos desastres».


La actividad misionera sigue representando hoy «el mayor desafío para la Iglesia», añade Francisco. Y citando su exhortación programática, Evangelii gaudium, pide que «todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están». 

Hoy «ya no nos sirve una “simple administración”», añade el Papa, animando a la Iglesia a ponerse en un «estado permanente de misión» sin miedo a asumir «una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se conviertan en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación» de las estructuras eclesiales.


La carta de Benedicto XV,  «exhortó, con espíritu profético y franqueza evangélica, a salir de los confines de las naciones para testimoniar la voluntad salvífica de Dios a través de la misión universal de la Iglesia», recuerda Francisco.

«Que la fecha ya cercana del centenario de esta carta sea un estímulo para superar la tentación recurrente que se esconde en toda clase de introversión eclesial, en la clausura autorreferencial en la seguridad de los propios confines, en toda forma de pesimismo pastoral, en cualquier nostalgia estéril del pasado, para abrirnos en cambio a la gozosa novedad del Evangelio».