Este martes el Papa Francisco recibió a los miembros de la Pontificia Comisión para la Tutela de Menores, encabezada por el cardenal arzobispo de Boston, Sean O´Malley. En el discurso preparado por el Papa afirmaba que “el abuso es un pecado horrible, completamente opuesto y en contradicción con lo que Cristo y la Iglesia nos enseñan”.
Por ello, el Santo Padre afirmó sentir vergüenza “por los abusos cometidos por ministros sagrados, que deberían ser los más dignos de confianza”. Y por ello quiso compartir “el profundo dolor que siento en el alma por la situación de los niños abusados”.
“El escándalo del abuso sexual es verdaderamente una ruina terrible para toda la humanidad que afecta a tantos niños, jóvenes y adultos vulnerables en todos los países y en todas las sociedades. También para la Iglesia ha sido una experiencia muy dolorosa”, lamentó.
Sobre los abusos a menores cometidos por algunos miembros del clero, el Pontífice reiteró que la Iglesia responderá a todos los niveles “con la aplicación de las más firmes medidas a todos aquellos que han traicionado su llamado y han abusado de los hijos de Dios”.
“Las medidas disciplinarias que las Iglesias particulares han adoptado deben aplicarse a todos los que trabajan en las instituciones de la Iglesia. Sin embargo, la responsabilidad primordial es de los Obispos, sacerdotes y religiosos, de aquellos que han recibido del Señor la vocación de ofrecer sus vidas al servicio, incluyendo la protección vigilante de todos los niños, jóvenes y adultos vulnerables”.
Por esta razón, “la Iglesia irrevocablemente y a todos los niveles pretende aplicar contra el abuso sexual de menores el principio de ‘tolerancia cero’”, subrayó.
En sus palabras improvisadas, el Santo Padre lamentó que con la Comisión “hemos llegado tarde”, y consideró ineficiente la “vieja práctica de cambiar a la gente de lugar”. Y dirigiéndose al cardenal O’Malley, el Pontífice señaló que la providencia “suscitó hombres proféticos en la iglesia, como el cardenal que inició este trabajo de traer el problema a la superficie y verlo en la cara”.
Por lo tanto, “he decidido de balancear un poco esta comisión y decir que un abuso probado es suficiente para no poder hacer apelo. Si están las pruebas, es definitivo”. Reiteró que “quien hace esto, hombre o mujer está enfermo, es una enfermedad. Hoy se arrepiente y después de dos años recae”.
“El tercer paso es el pedido del gracia al Papa”, dijo. Cuando el tribunal llamado ‘Feria cuarta’ da su sentencia, está la Comisión para el apelo. “Quien es condenado en los dos, puede pedir la gracia al Papa” dijo, si bien aseguró: “Yo no la firmaré jamás”.