Jóvenes, jóvenes, lo que se dice jóvenes... en Occidente no hay muchos. La edad media en España, ejemplo de país envejecido y sin natalidad, es de 44 años. Hay quien calcula que solo en Egipto ya hay más jóvenes que en toda Europa Occidental. Así que cuando en la Iglesia se piensa en los jóvenes se piensa en una mayoría de población que vive en África y países de Asia y Sudamérica.
Por eso tiene mucho sentido que en la rueda de prensa sobre el Sínodo de los jóvenes, este martes en la Sala de Prensa vaticana, comparecieran clérigos como el cardenal Désiré Tsarahazana, de Madagascar (donde sí hay muchos jóvenes).
Los jóvenes en Madagascar y África
En Madagascar, por supuesto, el gran reto es la pobreza y la corrupción, dijo el cardenal africano. “La corrupción es una gangrena en nuestro país. Desilusiona saber que no es con el fruto del trabajo que se encuentra una ocupación sino a través de la corrupción. Se compra el diploma, el lugar de trabajo, y en ese punto los jóvenes se preguntan, ¿a qué sirve trabajar?” En este contexto, en su país "la Iglesia es una institución confiable, pese a sus imperfecciones”, y “la mayor parte de los jóvenes participan en la vida de la Iglesia”, dijo.
El cardenal malgache pidió “interesarse en sus vidas”, porque de otro modo, “ellos se dirigen a las sectas”. E hizo referencia a un llamamiento hecho por los obispos del país a la "conversión de los adultos": "debemos ser coherentes y auténticos en la vida, porque así se da impulso a los jóvenes a tomar en mano su vida". “Si todos los cristianos malgache viviesen en profundidad su fe, nuestro país no se encontraría en un estado de pobreza”.
En el Sínodo, clima fraterno para construir “con” los jóvenes
El Cardenal Gérald Cyprien Lacroix, arzobispo de Québec (Canadá), explicó que en el Sínodo los padres sinodales y auditores “vivimos los intercambios en un clima de oración en el que también el silencio tiene lugar”. “Tras cuatro intervenciones se llevan a cabo tres minutos de silencio”. “Veo que mi pensamiento evoluciona, se enriquece y se adapta a lo largo del Sínodo a tratar de caminar mejor juntos”. Piensa que “la iglesia toda” es la que saldrá vencedora, por haber encontrado "las vías de vivir mejor la pastoral con los jóvenes que están hoy con nosotros y que estarán mañana". “Las próximas dos semanas serán seguramente muy interesantes”, aseguró.
Muchos jóvenes piden mejorar la liturgia
El cardenal Oswald Gracias, de la India, explicó que los jóvenes “son distintos en todo el mundo, pero las aspiraciones son las mismas: escúchenos, tómennos en serio, permítanos cometer errores, confíen en nosotros, nos tomaremos la responsabilidad”. Otro elemento destacado por el Cardenal fue el número de relaciones llegadas de los jóvenes que solicitan mejorar la liturgia: “Hagan que a través de la liturgia experimentemos a Dios”, solicitan, según el cardenal arzobispo de Bombay.
"Los jóvenes quieren una Iglesia coherente"
La hermana Nathalie Becquart, auditora del Sínodo y ex-directora del Servicio nacional para la Evangelización de los jóvenes de los obispos franceses, señaló la atmósfera de “extrema fraternidad”, que se vive en el Sínodo, que ha permitido “instaurar la confianza”. “La imagen es la de una barca en la cual estamos juntos para navegar en este mundo”. “En todas las intervenciones sentí verdaderamente, la humildad”, dijo. Y añadió que “la máquina sinodal ha navegado mar adentro y ahora buscamos juntos el recorrido”.
“Ellos (ndr. los jóvenes) quieren una Iglesia coherente, fuerte, que escuche, que sea relacional y dé esperanza. Por tanto debemos experimentar, en este proceso de discernimiento, teniendo en mente la escucha recíproca que es la clave de la evangelización de la Iglesia de hoy”, aseguró.
Los temas que se hablan en las sesiones
Un informe resumen de VaticanNews sobre la quinta sesión general del Sínodo recoge varios temas tratados.
Algunos miembros del debate señalaron que, teniendo en cuenta el actual aumento de la esperanza de vida, conviene más usar características sociológicas que cronológicas para catalogar la juventud.
Otros recordaron los retos de la violencia en las pandillas, el narcotráfico, y la migración forzada como única alternativa de "un horizonte oscuro sin oportunidades".
Los debates en Círculos Menores (por grupos de idiomas) se enfocaron en el tema de la cultura digital, cada vez más potente en sociedades que avanzan a ritmos vertiginosos marcados por la modernización tecnológica, que ahora está presente en la vida de los jóvenes, "llenándola de luz, pero también de sombras", como lo es el incremento de la sensación de soledad, el riesgo de una actitud compulsiva hacia la "cultura de la pantalla", una "demencia digital" que implica la incapacidad de concentrarse y comprender textos complejos; así como una "migración virtual" que transporta a los jóvenes a un mundo propio, a veces resultado de la invención; dificultándoles de manera concreta la capacidad natural de sociabilizar, una característica fundamental de los seres humanos.
En este contexto, la presencia de la Iglesia en la Red es esencial para acompañar a los niños, enseñándoles que Internet debe usarse, "sin dejarse usar", es decir; disfrutar de las ventajas que nos ofrece la comunicación online, sin dejarnos manipular por las máquinas y su lenguaje virtual.
Igualmente, no hay que olvidar a los muchos jóvenes "que viven desconectados", que desconocen el funcionamiento de las Redes Sociales y que a menudo viven en zonas rurales sin tener siquiera acceso a la electricidad; ya que "también ellos son fundamentales para la Iglesia".
Abusos: una herida que debe ser abordada con decisión
Otro tema examinado por la Asamblea Sinodal fue el del abuso: una herida abierta en el corazón de la Iglesia, que destruye su credibilidad y que debe ser abordada en profundidad, recuperando la confianza de los fieles, "uno por uno", y sin olvidar lo que la Iglesia ya ha hecho para combatir y prevenir este crimen con el fin de evitar nuevas deficiencias catastróficas. Además será esencial -afirman las comisiones sinodales - ayudar a los supervivientes de los abusos a "encontrar el camino del perdón y de la reconciliación".
Otro tema tratado fue el de los migrantes. "Debemos defender la causa de los migrantes a nivel internacional" -concluye el Aula Sinodal- creando canales de legalidad y seguridad: "es importante promover oportunidades en los países de origen y en los países de acogida. No debemos olvidar a las personas desplazadas, a los migrantes internos de las naciones individuales, ni a aquellos que son perseguidos y martirizados en muchas partes del mundo".
Política y valores: un binomio indisoluble
Y en este sentido, es fundamental abrir espacios para la formación social y política de los jóvenes para que puedan comprometerse en la construcción del bien común evitando populismos y radicalismos: "Hay muchos jóvenes con deseo de Dios, que aportan a la vida eclesial y que necesitan alimentarse mediante la participación en procesos y no sólo en eventos esporádicos sin un compromiso duradero".
Es esencial que el pensamiento político de las futuras generaciones vaya "indisolublemente acompañado", por una formación en valores éticos y deontológicos que ayuden a la elaboración de políticas honestas y fuertes capaces de "vencer el gran mal" del sistema económico y social de todos los tiempos: la corrupción.
Recordando la importancia de las escuelas y universidades católicas -que deben ser valoradas, y no explotadas, ya que pueden formar a los jóvenes en la fe y en la vida cristianas-, se reitera que la enseñanza es una de las principales tareas de la Iglesia y que a menudo, ante fenómenos como el fundamentalismo y la intolerancia; la mejor respuesta es precisamente la promoción de una educación en el respeto y el diálogo, tanto interreligioso como ecuménico.
Transmitir la Fe en familia
La cuestión de la formación pasa también por el desafío de una adecuada pastoral familiar, que ayude a la transmisión de la fe entre las diferentes generaciones. Hoy, en efecto -expresa el Sínodo-, la familia atraviesa una fase de crisis, debido a su deconstrucción y al debilitamiento de la figura paterna.
Los adultos, en general demasiado individualistas, no ayudan a la percepción de la Buena Nueva entre los jóvenes, ni a la transmisión de la fe; no porque les falte interés sino porque, muchas veces, no han sido preparados para ello. En cambio, es responsabilidad de cada creyente acompañar a los jóvenes a un encuentro personal con Jesús, porque ellos se construyen a sí mismos a partir de lo que reciben en la familia.
Por eso, la Iglesia, "familia de familias", debe ofrecer a los jóvenes una verdadera experiencia familiar, en la que se sientan acogidos, amados, cuidados y acompañados en su crecimiento, en su desarrollo integral y en la realización de sus sueños y esperanzas.