En 1987 Gorbachov y Reagan, la URSS y Estados Unidos, firmaron el Tratado de Armas Nucleares Intermedias, que debe ser renovado en 2021. El tratado obligó a la URSS a destruir 1.846 misiles de rango medio, frente a los 846 de los que se tuvo que deshacer EE.UU. Ahora, el tratado vuelve a ser actualidad. Este lunes, el presidente norteamericano Donald Trump anunció por Twitter que piensa retirar a EEUU de todos los acuerdos nucleares internacionales que considere necesario. Trump promete «un rearme» en toda regla y presume de que el país puede ganar en una carrera de armamento a cualquier otro país, porque tiene más dinero.

Rusia ha respondido con rapidez. "La intención de abandonar este tratado, por supuesto, causa preocupación, ya que esta medida, una vez puesta en práctica, hará el mundo más peligroso", ha dicho Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, a los medios.

Nada de lo que ha dicho Trump es oficial y en ningún momento ha usado canales diplomáticos: son bravatas en su Twitter y en mítines electorales en Nevada. Mientras la Casa Blanca y el Pentágono mantienen un escrupuloso silencio ante la falta de directrices claras, el Vaticano mueve ficha diplomática aprovechando que hay Asamblea Plenaria en Naciones Unidos y que en ella se debate el Desarme Nuclear.

El Vaticano pide destruir las 14.000 armas que quedan

“Mi delegación cree que la existencia de más de 14.000 armas nucleares por un puñado de países es uno de los mayores desafíos morales de nuestro tiempo", proclamó el portavoz de la misión permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas, el Nuncio y arzobispo filipino Bernardito Auza.

"En 1943, el Papa Pío XII, alertado sobre el descubrimiento de la fisión nuclear, expresó su profunda preocupación por el uso violento de la energía nuclear. Desde entonces, la Santa Sede ha estado advirtiendo sobre los peligros cada vez mayores para la humanidad que representan las armas nucleares”, continuó Auza.

La carrera nuclear desvía fondos que deberían usarse mejor

Durante la década de los sesenta, la Santa Sede ya emitió un documento bien detallado sobre su postura ante el uso de las armas nucleares y el perjuicio que su uso ocasiona en la lucha contra la pobreza y el hambre. “Las armas nucleares son una trampa completamente traicionera para toda la humanidad, ya que hieren a los pobres a un grado intolerable. Hoy en día, el mantenimiento de las armas nucleares continúa desviando inmensos recursos que podrían dedicarse, entre otras cosas, a la implementación y logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente la erradicación de la pobreza extrema y el hambre”.

"La disuasión nuclear y la amenaza no pueden ser base de coexistencia"

El Nuncio de la Santa Sede ante la ONU, citando una expresión del romano pontífice expresa que el uso de armas nucleares son un acto moralmente inaceptable: "La disuasión nuclear y la amenaza de destrucción mutua asegurada no pueden ser la base de una ética de fraternidad y coexistencia pacífica".

“El Papa expresó su grave preocupación por los efectos catastróficos humanitarios y ambientales del uso de armas nucleares y señaló el riesgo de una detonación accidental como resultado de un error de cualquier tipo, donde condena su uso como una amenaza para la humanidad”.

Como último punto, el Prelado menciona que a pesar de la firma del Tratado de No Proliferación (TNP), muchos países han hecho caso omiso y siguen formando parte de las negociaciones para la venta de las armas nucleares. Ante esa situación el Observador de la Santa Sede, exhorta a las naciones del mundo a formar diálogo decisivo para poner fin al desarme nuclear.

“Necesitamos un diálogo mundial, que incluya a los Estados nucleares y no nucleares y a las organizaciones en desarrollo que conforman la sociedad civil, "para garantizar que las armas nucleares se prohíban de una vez por todas en beneficio de nuestra casa común", finaliza.