La promoción del aborto, los métodos anticonceptivos y de las políticas de control de la natalidad son un hecho en la ONU y en sus distintas agencias, como el Fondo de Población de Naciones Unidas. Partidas millonarias se destinan a estos efectos aunque empieza a haber países que estén dando marcha atrás, como EEUU, que tras la llegada al poder de Trump ha retirado los fondos a esta agencia de la ONU por promover los abortos forzados.

Ante estas políticas defendidas por la ONU, el observador permanente de la Santa Sede ante Naciones Unidas, monseñor Bernardito Auza, dejó claro en una intervención en la sede de este organismo supranacional que no es cierto que el crecimiento de la población sea la causa de la pobreza.

De este modo, pidió a los gobiernos que comprendan que el aumento de la población “es completamente compatible con la prosperidad compartida”. Por ello, el representante vaticano aclaró que la idea de una “bomba poblacional” que conduciría a la ruina de las naciones y al subdesarrollo han conducido a políticas “draconianas” de limitación de la natalidad.


"El respeto por la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural, incluso ante una gran amenaza en el nacimiento, debe siempre informar las políticas, especialmente cuando se refiere a la ayuda internacional", expuso monseñor Auza. Dichas ayudas "deben ser hechas disponibles de acuerdo a las prioridades de la nación receptora, y no impuestas por una voluntad del donante", según informó Crux, tal y como recoge Gaudium Press.

En su opinión, las razones de la pobreza no corresponden con una "población saludable y en crecimiento", sino con otras causas como "la corrupción, los conflictos duraderos y otros desastres hechos por el hombre".

La aclaración del prelado refuta los argumentos de la llamada "bomba poblacional" de Paul R. Ehrlich, quien predijo erróneamente para 1980 una situación generalizada de hambrunas y otras graves situaciones sociales a causa del crecimiento demográfico.


A pesar de que sus predicciones probaron estar equivocadas, Ehrlich aún defiende la necesidad de tomar medidas masivas de control poblacional por parte de los gobiernos, una visión que ha marcado las agendas de numerosos países y graves restricciones a las libertades de las familias como la política de hijo único en China, recientemente alterada para admitir un segundo hijo, que fue implementada incluso a través de abortos forzados.

Si bien Monseñor Auza calificó "la paternidad y comportamiento sexual responsables" como "imperativos morales", el empleo de una "regulación coercitiva de la fertilidad" fue denunciado como una acción contraria a la libertad y la responsabilidad.