Desde el pasado domingo por la tarde y hasta el viernes día 10 de marzo, el Papa Francisco y sus colaboradores de la Curia están retirados en la Casa Divino Maestro, de los religiosos paulinos, en Ariccia, cerca de Roma, para meditar los ejercicios espirituales de cuaresma que imparte el sacerdote franciscano, Giulio Michelini, de 53 años de edad.
Los ejercicios empezaron con una adoración eucarística y recitación de las vísperas. Cada día hay misa a las siete y media de la mañana, con una predicación a las nueve y media. A las cuatro de la tarde tiene lugar la segunda meditación, seguida de una adoración eucarística y vísperas. El viernes habrá solo una meditación.
La confesión de Pedro y el camino de Jesús hacia Jerusalén es el tema que abre la reflexión y que será la introducción del ciclo de ejercicios. Le siguen la oración en el Huerto de los Olivos, el arresto de Jesús y el inicio de la pasión; el pan y el cuerpo, el vino y la sangre de Jesús; la oración den Getsemani y el arresto de Jesús; Judas y el campo de la sangre; el proceso romano, la mujer de Pilatos y los sueños de Dios; la muerte del Mesías; la sepultura y el sábado de Jesús; la tumba vacía y a resurrección.
En el período de retiro, como de costumbre, se suspenden las audiencias privadas y especiales, incluida la audiencia general de los miércoles.
El franciscano Michelini explicó en una entrevista en Zenit algunos elementos que usa en estos ejercicios. Por un lado, materiales que ha escrito junto con los esposos Gillini Zattoni, que son son expertos en las relaciones matrimoniales y con los que ha escrito 8 libros conjuntos. De una monja clarisa leerá una nota "que me escribió, porque dará una contribución femenina y claustral, que yo no lograría dar".
Buen conocedor de la literatura, Michelini citará a Romano Guardini, Massimo Gramelline, Amos Oz, Emanuel Carrére y a Franz Kafka. Leerán una antología de textos marianos y el libro ‘Un instante antes del alba’, del padre Ibrahim Alsabagh, que cuenta lo que sucedía en la ciudad de Alepo durante la Guerra.
"Me he detenido algunos días en el lago de Tiberíades, ahora he retornado a mi trabajo como docente. Me preparo por lo tanto como los empeños cotidianos y con la constante oración y la misa. Entretanto debo confiar que me acompaña una sensación de paz que nunca percibí antes, la cual creo sea porque muchos amigos están rezando por mí y por el Papa".