El Papa habló sobre esta acogida a los participantes de la VI edición del "Forum Internacional Migración y Paz sobre integración y desarrollo: de la reacción a la acción".
Francisco pidió “superar la indiferencia y anteponer a los temores una generosa actitud de acogida hacia aquellos que llaman a nuestras puertas”. Para ello, dijo, es necesario ofrecer “espacios adecuados y decorosos” y “permitir una mejor calidad de servicios y ofrecer mayores garantías de éxito”.
Recordó que protegerlos “es un imperativo moral”. Para eso animó a hacer uso de los “instrumentos jurídicos, internacionales y nacionales, claros y pertinentes” que luchen contra “los traficantes de carne humana que se lucran”.
En tercer lugar propone “promover el desarrollo humano integral”. “La promoción humana de los migrantes y de sus familias comienza en las comunidades de origen, allí donde debe ser garantizado, junto al derecho de poder emigrar, también el derecho de no deber emigrar, es decir, de encontrar en la patria las condiciones que permitan una digna realización de la existencia”.
“En su esencia, migrar es expresión del intrínseco anhelo de la felicidad de cada ser humano, felicidad que es rebuscada y perseguida”, constató. En el discurso, el Papa afirmó que “para nosotros los cristianos toda la vida terrena es un itinerario hacia la patria celeste”.
Francisco manifestó además que en la mayor parte de los casos se trata de “desplazamientos forzados causados por conflictos, desastres naturales, persecuciones, cambio climático, violencias, pobreza extrema y condiciones de vida indigna”.