Se refería a la carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis de 22 de mayo de 1994, en la cual el Papa Karol Wojtyla sentenció definitivamente: "Con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia".
"Si leemos bien la declaración de San Juan Pablo II, va en esa línea", insistió Francisco a la repregunta directa de si entonces nunca habrá mujeres sacerdotisas.
"Pero las mujeres pueden hacer muchas cosas mejor que los hombres", añadió, afirmando que "en la eclesiología católica hay dos dimensiones": "La dimensión petrina, que es la de los apóstoles (Pedro y el colegio apostólico), que es la pastoral de los obispos, y la dimension mariana, que es la dimensión femenina de la Iglesia".
"¿Qué es más importante en la teología y en la mística de la Iglesia, ¿los apóstoles o María, el día de Pentecostés?", se preguntó, para responder: "María".
"La Iglesia es mujer, es 'la' Iglesia, no 'el' Iglesia, es esposa de Jesucristo. Es un misterio esponsal, y a la luz de este misterio se comprende el doble misterio, episcopal y mariano, y la maternalidad de la Iglesia, en un sentido más profundo. No existe la Iglesia sin esta dimensión femenina, porque ella misma es femenina", concluyó Francisco.
Otra de las preguntas que se le hicieron al Papa se refería a la situación de los refugiados en Europa, y esta vez Francisco introdujo algunos matices cuando se le comentó el peligro que podrían suponer para la cultura cristiana europea los refugiados musulmanes procedentes de Irak o Siria.
Francisco recordó la "larga tradición" de Suecia acogiendo "muchos argentinos, chilenos y uruguayos en tiempos de las dictaduras militares".
"Pero no se trata tanto de recibir como de integrar", precisó: "Buscar enseguida un hogar, una escuela, un trabajo". "Un refugiado, un inmigrante que no esta bien integrado, se convierte en un gueto. Ahora bien, una cultura que no se desarrolla en relación con las demás culturas, es algo peligroso".
También señaló que "hay que distinguir entre inmigrantes y refugiados. Los inmigrantes deben seguir ciertas reglas, porque emigrar es un derecho, pero un derecho muy regulado. Por el contrario, los refugiados provienen de una situación de guerra, de hambre, de una situación terrible. El estatuto de refugiado exige más atención, más trabajo".
Y en el matiz introducido en esta ocasión, Francisco afirmó: "No se puede cerrar el corazón a un refugiado. Pero, aun estando abiertos a recibirlos, los gobiernos deben ser prudentes y prever cómo instalarlos. No se trata solamente de recibir refugiados, sino de considerar cómo integrarlos. No es humano cerrar las puertas. A la larga, eso se paga. Pero un cálculo imprudente al recibir más de los que se pueden integrar, también se paga políticamente".
En cuanto a su relación con los protestantes, Francisco distinguió dos tipos diferentes de iniciativas por su parte: "Una, cuando fui a Caserta a la iglesia carismática, y en Turín a la iglesia valdense".
En este segundo caso, dijo, se trató de "una iniciativa de reparación y de pedir perdón porque parte de la Iglesia católica no se portó cristianamente con ellos, y ahí había que pedir perdón y sanar una herida".
Pero "la otra iniciativa es la de diálogo", que él inició siendo arzobispo de Buenos Aires con "tres encuentros en el Luna Park, con capacidad para 7000 personas, fieles evangélicos y católicos en la línea de la renovación carismática, pero abierta".
Fueron "encuentros de todo el día", recordó, en los que "predicaba un pastor o un obispo evangélico y predicaba un sacerdote o un obispo católico, o dos y dos. En dos de esos encuentros predicó el padre [Raniero] Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, o sea, que la cosa viene de Papados anteriores. Y eso nos hizo bien".
Igualmente mencionó los "dos retiros espirituales de tres días de pastores y sacerdotes, conjuntos, predicados por un pastor y un sacerdote o un obispo": "Eso ayudó mucho al diálogo, a la comprensión, al acercamiento, al trabajo, sobre todo al trabajo con los más necesitados, y al respeto".
Reiterando ese compromiso con la Renovación Carismática católica, Francisco anunció que es su intención ("si Dios me da vida") intervenir en el Jubileo de Oro de la ICCRS (Servicios Internacionales de la Renovación Carismática Católica, por sus siglas en inglés), "la celebración de los cincuenta años de la renovación carismática, que nació ecuménica y por eso va a ser ecumenica en ese sentido y va a ser en el Circo Máximo... Creo que dura dos días, pero todavía no está organizada. Sé que va a ser la vigilia de Pentecostés y yo voy a tener una charla en algún momento".
Francisco afirmó que la palabra "pentecostal" es "equívoca porque menciona muchas cosas y muchas asociaciones que no son iguales y son incluso opuestas. Se ha universalizado tanto que resulta un término equívoco".
Y recordó algo que ya contó otras veces: "Uno de los primeros opositores que tuvo la Renovación Carismática en Argentina es el que le está hablando. Yo era provincial de los jesuitas en aquella época, cuando empezó en Argentina, y prohibí a los jesuitas que se metieran en eso, y públicamente dije que cuando se iba a hacer una celebración litúrgica debía ser litúrgica y no una escuela de samba".
"Hoy pienso lo contrario cuando las cosas están bien hechas", afirmó: "Yo también he vivido un proceso de reconocer lo bueno". Y evocó "la gran figura del cardenal [Leo] Suenens, que tuvo esa visión profética y ecuménica".
Sobre su reciente entrevista privada con el presidente venezolano, explicó que fue solicitada por Nicolás Maduro, "porque venía de Oriente Medio (Qatar, Emiratos) y hacía una escala técnica en Roma".
"Escuché su opinión y le hice algunas preguntas", aclaró: "El diálogo es el único camino para todos los conflictos. O se dialoga o se grita, no hay alternativa. Creo que se debe andar por ese camino. No se cómo acabará, porque es muy complejo, pero la gente que quiere el diálogo es gente de estatura política importante. [José Luis Rodríguez] Zapatero, que ha sido dos veces presidente del Gobierno de España, ha pedido a la Santa Sede estar presente en el diálogo, y la Santa Sede ha designado al nuncio en Argenitna, monseñor [Emil Paul] Tscherrig, para la mesa de negociación".
"La única vía para salir de los conflictos es el diálogo", insistió: "Si esto se hiciese en Oriente Medio, ¡cuántas vidas se habrían ahorrado!".
Cuando le preguntaron si la secularización es una fatalidad y si la responsabilidad es de los gobiernos o de la Iglesia, Francisco respondió que no cree en las fatalidades.
"¿Quiénes son responsables? No sabría decir. Tú eres responsable", dijo: "Benedicto XVI ha hablado de esto mucho y claramente. Cuando la fe se hace tibia es porque la Iglesia se debilita. Los tiempos más secularizados... pensemos en Francia, por ejemplo, en los tiempos de la mundanización, de la corte, cuando los sacerdotes eran el adorno de la corte... Había una funcionarización clerical, faltaba la fuerza del Evangelio. Siempre podemos decir que hay debilidad en la evangelización en tiempos secularizados".
"Pero también otro proceso, un proceso cultural", añadió, "cuando el hombre recibe el mundo de Dios para hacerlo cultura, para hacerlo crecer. Pero en un cierto momento el hombre se siente dueño de esa cultura (pensemos en el mito [sic] de la Torre de Babel) y crea una cultura propia que ocupa el puesto de Dios Creador. Creo que en la secularización se llega, antes o después, al pecado contra Dios Creador: el hombre autosuficiente".
"No es un problema de laicidad", continuó precisando: "Hace falta una sana laicidad, la santa autonomía de las cosas, de las ciencias, del pensamiento, de la política. Distinto es un laicismo malo, como el que nos dejó en herencia el Iluminismo".
"Son pues dos cosas", concluyó: "La autosuficiencia del hombre de cultura que se sale de los límites y se siente Dios, y una debilidad en la evangelización, que se vuelve tibia, los cristianos se hacen tibios. Hay que volver a una santa autonomía en el desarrollo de la cultura, no sintiéndose Dios".
"El cardenal [Henri] De Lubac dijo que cuando esta mundanidad entra en la Iglesia puede suceder lo peor, peor aún que lo que sucedía en la época de los Papas corruptos. La mundanidad es peligrosa. Cuando Jesús ora por todos nosotros en la Última Cena, pide una cosa al Padre: no que nos aparte del mundo, sino que nos diferencie del mundo, de la mundanidad, que es peligrosísima: una secularización un poco trucada, disfrazada, una especie de prêt-à-porter de la vida de la Iglesia", remató.