El arzobispo de Mérida-Badajoz, en España, Celso Morga, ha desaconsejado ordenar sacerdotes a hombres casados, incluso si se comprometen a la continencia, ante la propuesta para el Sínodo de la Amazonía de ordenar a hombres ancianos casados en zonas remotas, según recoge la Europa Press, citando la revista Palabra.
“¿Se dan hoy las circunstancias para que la Iglesia latina retorne a la práctica de ordenar hombres casados, exigiéndoles la continencia? Si se piensa que la Iglesia ha tratado de reducir esas ordenaciones por sus inconvenientes, y ordenar sólo hombres célibes, no parece conveniente restaurar en las circunstancias actuales una práctica ya obsoleta”, opina el arzobispo español.
Celso Morga, que fue también varios años secretario de la Congregación para el Clero del Vaticano, admite que, desde una perspectiva histórica, “nada impide la ordenación de ancianos célibes o viudos, o incluso de personas casadas, si ambos cónyuges se comprometen a mantener la continencia”, pero recuerda que es una práctica abandonada hace tiempo, cuya restauración no considera oportuna.
“Es claro que la mentalidad corriente hoy no entendería esa continencia, pero éste no era el modo de pensar en las primitivas comunidades cristianas, mucho más cercanas en el tiempo a la predicación de Jesús y de los Apóstoles”, añade.
Monseñor Celso Morga apoya sus argumentos, entre otros, en el cardenal Alfonso M. Stickler y en Chistian Cochini quienes “han demostrado que el celibato para las órdenes sagradas en la Iglesia de los primeros siglos no debe ser entendido sólo en el sentido de una prohibición de casarse, sino también en el de una continencia perfecta para los ordenados siendo ya casados, y que era lo normal”.
Morga señala también en su artículo que “la historia de la Iglesia muestra la unión profunda entre el celibato de los ministros sagrados y el lenguaje y espíritu del Evangelio”. “Lejos de ser una disposición de origen puramente eclesiástico, humana y susceptible de derogación, aparece como una práctica con origen en el mismo Jesús y en los Apóstoles, mucho antes de ser establecido por las leyes”, precisa.
Su artículo se enmarca en el contexto del debate surgido a raíz del documento de trabajo (Instrumentum laboris) sobre el próximo Sínodo de la Amazonía, convocado por el Papa Francisco para el próximo mes de octubre en Roma.
En el documento se pide que el Sínodo estudie la posibilidad de ordenar sacerdotes a personas que reúnan determinadas condiciones. Se trataría de “personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana”, pensando en “las zonas más remotas de la región”.
También ha rechazado esta propuesta para el Sínodo el prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el cardenal africano Robert Sarah, que considera “desdeñoso y humillante” ordenar sacerdotes casados para solventar la falta de vocaciones en la Amazonía.
“Si, en un impulso misionero, cada diócesis de América Latina ofreciera generosamente a la Amazonía uno solo de sus sacerdotes, esta región no recibiría el trato tan desdeñoso y humillante que implica fabricar sacerdotes casados”, ha señalado en el libro 'Se acerca la tarde y el día casi ha terminado', junto al periodista Nicolas Diat y que publica en España la editorial 'Palabra'.
Por su parte, el arzobispo Mayor de la Iglesia greco-católica ucraniana, Sviatoslav Shevchuk, afirmó recientemente desde su experiencia de la Iglesia greco-católica en Ucrania, que admite la ordenación de hombres casados, que “el estado familiar no favorece el aumento de las vocaciones al sacerdocio”. A su juicio, el tema debe enfocarse desde “lo esencial, que es la vocación al sacerdocio”.