Según anunció la Santa Sede este viernes, el próximo Sínodo de los Obispos tendrá lugar en otoño de 2022, con un tema que aún está por determinar.
En la sesión plenaria de su consejo ordinario celebrada el 6 de febrero, el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos, presentó al Papa los temas propuestos en las consultas realizadas a lo largo de 2019 en las conferencias episcopales, sínodos de las Iglesias orientales, dicasterios de la Curia romana y Unión de Superiores Generales de órdenes y congregaciones religiosas. Con toda esa información, Francisco decidirá el tema.
Será el quinto celebrado durante su pontificado, tras la asamblea extraordinaria de 2014 sobre la familia en la evangelización, las ordinarias de 2015 sobre la vocación y misión de la familia y 2018 sobre la juventud, y el especial panamazónico recientemente convocado en 2019.
Dos de estas asambleas han sido particularmente polémicas en los meses anteriores y posteriores a su celebración: la de 2015 porque en la exhortación postsinodal Amoris Laetitia abrió la posibilidad de comulgar para los divorciados vueltos a casar, y la que se plasmó esta semana en la exhortación Querida Amazonia que, contra lo esperado, no permitió la ordenación de hombres casados y mantuvo el celibato en la Iglesia latina.
¿Podrían ser los emigrantes y refugiados el objeto del próximo sínodo? Según la información facilitada por el Vaticano, en la plenaria donde se entregaron al Papa los posibles temas se insistió en la necesidad “de expresar con urgencia la solidaridad con los hermanos y las hermanas afectados por el drama de la migración forzada”, y el consejo ordinario dedicó una parte de sus trabajos a reflexionar sobre las consecuencias del fenómeno migratorio que está teniendo lugar en todo el planeta, con protagonistas y circunstancias diversos.
"Debido a las guerras, las desigualdades económicas, la búsqueda de trabajo y de tierras más fértiles, las persecuciones religiosas, el terrorismo, la crisis ecológica, etcétera, muchísimas personas se ven obligadas a trasladarse de un país a otro”, con lo que, continúa el comunicado, “las personas quedan desorientadas, las familias destruidas, los jóvenes traumatizados y cuantos se quedan en casa, inducidos a la desesperación”,
Frente a este drama, “el Consejo del Sínodo quiere recordar que la Iglesia, mientras deplora las razones que causan este masivo movimiento de personas, está llamada a ofrecer consuelo y acogida a todos aquellos que están sufriendo de un modo o de otro” y "apoya a aquellos que tratan de impulsar políticas favorables a la acogida de estas personas en su comunidad”.