El Papa Benedicto y el Papa Francisco recibirán ese día a los directores de las editoriales que publicarán el libro en 6 idiomas (de momento): a los directores de la BAC (España), Herder (Alemania), Parole et Silence (Francia), Cantagalli (Italia) y KUL (Polonia); el libro se publicará también más adelante en inglés (Ignatius Press).
Este libro abre una colección de textos temáticos del papa Benedicto, que se publicarán anualmente en 6 idiomas, empezando este año con el tema del sacerdocio, y cada año con un tema. Irán así apareciendo libros sobre temas como “Europa”, “Universidad”, “Eucaristía”, “Ciencia/Fe”…
El libro que se entregará el día 28 al papa Benedicto XVI en la Sala Clementina en presencia del papa Francisco y que abrirá esta colección temática, contiene además un prólogo del cardenal G.L. Müller (editor de las obras completas de J. Ratzinger) y ha sido preparado por Pierluca Azzaro (profesor en la Universidad de Milán) y Carlos Granados (director de la BAC).
Con motivo de este encuentro entre el Papa Benedicto y el Papa Francisco, el mismo Francisco ha querido preparar un discurso de homenaje al papa Benedicto, que leerá en esa ocasión y que se publica también como introducción al libro que será entregado al papa emérito.
El 28 de junio Benedicto XVI cumple 65 años de sacerdote, y lo celebrará con el Papa Francisco y algunos editores católicos; Francisco reflexionara sobre el modelo de sacerdote que Ratzinger ha vivido durante tantos años ejemplares
He aquí algunos fragmentos del Prefacio de Su Santidad el Papa Francisco:
»“Cuando leo las obras de Joseph Ratzinger/Benedicto XVI me resulta cada vez más claro que él ha hecho y hace “teología de rodillas”: de rodillas porque, antes incluso que ser un grandísimo teólogo y maestro de la fe, se ve que es un hombre que cree verdaderamente, que ora verdaderamente; se ve que es un hombre que personifica la santidad, un hombre de paz, un hombre de Dios.
»Y así él encarna ejemplarmente el corazón de toda la acción sacerdotal: ese profundo enraizamiento en Dios sin el cual toda la capacidad organizativa posible y toda la presunta superioridad intelectual, todo el dinero y el poder resultan inútiles; él encarna esa constante relación con el Señor Jesús sin la cual nada es ya verdadero, todo se convierte en rutina, los sacerdotes en asalariados, los obispos en burócratas y la Iglesia deja de ser la Iglesia de Cristo y se convierte en un producto nuestro, una ONG a fin de cuentas superflua.
»El sacerdote es aquel que “encarna la presencia de Cristo, testimoniando su presencia salvífica”, escribe en este sentido Benedicto XVI en la Carta de proclamación del Año sacerdotal. Leyendo este volumen, se ve claramente como él mismo, en sesenta y cinco años de sacerdocio que hoy celebramos, ha vivido y vive, ha testimoniado y testimonia ejemplarmente esta esencia del actuar sacerdotal.
»El cardenal Ludwig Gerhanrd Müller ha afirmado con autoridad que la obra teológica de Joseph Ratzinger, antes, y de Benedicto XVI, después, lo sitúa en esa serie de grandísimos teólogos que han ocupado la cátedra de Pedro; como, por ejemplo, el papa León Magno, santo y doctor de la Iglesia.
»Renunciando al ejercicio activo del ministerio petrino, Benedicto XVI ha decidido ahora dedicarse totalmente al servicio de la oración: “El Señor me llama a ‘subir al monte’ a dedicarme todavía más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar la Iglesia, más aun, si Dios me pide esto es propiamente para que pueda continuar sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con el que he tratado de hacerlo hasta ahora”, ha dicho en el último y conmovedor Ángelus que ha rezado.
»Desde este punto de vista, a la justa consideración del Prefecto para la Doctrina de la Fe, querría añadir que quizás es precisamente hoy, como papa emérito, cuando él nos está impartiendo del modo más evidente una de sus más grandes lecciones de “teología de rodillas”.
»Porque Benedicto XVI nos sigue testimoniando, quizás ahora, sobre todo, desde el Monasterio Mater Ecclesiae, en el que se ha retirado, de un modo todavía más luminoso, el “factor decisivo”, ese íntimo núcleo del ministerio sacerdotal que los diáconos, los sacerdotes y los obispos nunca deben olvidar, a saber, que el primer y el más importante servicio no es la gestión de los “asuntos corrientes”, sino rezar por los demás, sin interrupción, con alma y cuerpo, precisamente como lo hace hoy el papa emérito
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»¡Queridos hermanos! Yo me permito decir que si alguno de vosotros tuviera en algún momento dudas sobre el centro del propio ministerio, sobre su sentido, sobre su utilidad, si en algún momento le vinieran dudas sobre lo que los hombres esperan verdaderamente de nosotros, medite profundamente las páginas que se nos ofrecen en este libro, porque los hombres esperan de nosotros sobre todo lo que en este libro encontraréis escrito y testimoniado: que les llevemos a Jesucristo y que les conduzcamos a Él, al agua fresca y viva, de la que tienen sed más que de cualquier otra cosa, el agua que solo Él puede regalarnos y que ningún sucedáneo podrá nunca remplazar; que les conduzcamos a realizar ese sueño más íntimo que tienen y que ningún poder podrá nunca prometerles ver cumplido.
»No es casualidad que la iniciativa de este volumen –junto con la de dar vida muy oportunamente a una Serie de libros temáticos sobre el pensamiento de Joseph Ratzinger / Benedicto XVI– haya partido de un laico, el profesor Pierluca Azzaro, y de un sacerdote, el reverendo padre Carlos Granados. A ellos va mi cordial agradecimiento, bendición y apoyo por el importante proyecto, junto con el reverendo don Giuseppe Costa, director de la Librería Editrice Vaticana, que publica la Opera Omnia de Joseph Ratzinger.
»No es casualidad, decía, porque el volumen que hoy presento está dirigido en la misma medida a los sacerdotes y a los fieles laicos; como magistralmente testimonia, entre tantas, esta página del libro que ofrezco a los religiosos y a los laicos como una última y segura invitación a la lectura: “Casualmente he leído en estos días un relato sobre estas cuestiones, en el que el gran escritor francés Julien Green describe las peripecias de su conversión. Cuenta él cómo en el período de entreguerras vivía tal como vive un hombre de hoy, con todas las permisividades que éste se da a sí mismo; ni mejor ni peor, esclavo de los placeres, que están ahí junto con Dios, de forma que, por una parte los necesita, para hacer soportable su vida, y al mismo tiempo encuentra insoportable esa vida. Él es un hombre que busca dónde podría encontrar una salida, establece algunas relaciones. Un día va a ver al gran teólogo Henri Bremond, pero el resultado es sólo una conversación de carácter académico, planteamientos de carácter teorético, que nada le ayudan.
»Entonces entra en relación con dos grandes filósofos, el matrimonio Jacques y Raissa Maritain. Raissa Maritain lo remite a un dominico polaco. Él se dirige a aquél y le describe la situación de su vida desgarrada. El sacerdote le dice: ¿Y está usted conforme con esa vida? ¡No, claro que no! A usted le gustaría vivir de otro modo, ¿se arrepiente? ¡Sí! Y entonces sucede algo inesperado. El sacerdote le dice: ¡Arrodíllese! Ego te absolvo a peccatis tuis, yo te absuelvo. Julien Green escribe: Entonces me di cuenta de que, en el fondo, siempre había estado esperando ese instante, siempre había estado esperando a que en cualquier momento hubiese alguien que me dijese: Arrodíllate, yo te absuelvo; me fui a casa, yo no era otro, no, finalmente había vuelto a ser yo mismo”.