Los sacramentos hoy sufren abusos y «deformaciones» debido a «malas decisiones deliberadamente tomadas por no pocos sacerdotes», quienes, rebajando por ejemplo la eucaristía a «nombre de un fantomático conflicto de signos», «confunden a los fieles».
Es la denuncia del cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, quien , en compañía del cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, patrón de la Soberana Orden Militar de Malta, y del economista Ettore Gotti Tedeschi, presentó el libro Con los sacramentos no se juega, de Nicola Bux y con una introducción de Vittorio Messori.
La presentación, organizada por la casa editorial Cantagalli en colaboración con la Pía Fundación Paventi de San Buenaventura, fue ayer por la tarde en uno de los salones del hotel Columbus, en Roma.
El moderador fue Jacopo Coghe (Generación familia), y en el debate participaron Paolo Rodari (del periódico italiano «La Repubblica») y Guillame Ferluc (de Paix Liturgique). Enviaron sus mensajes para la presentación los cardenales Gerhard Ludwig Müller, Peter Erdö, Mauro Piacenza y, antes de fallecer, el difunto cardenal Georges Cottier, los monseñores Enrico Dal Covolo, Jean Lafitte y Guido Marini, además de Vittorio Messori, que escribió la introducción y que participará en otra presentación del volumen en Milán el próximo 2 de mayo.
Estaban presentes en el salón del hotel los cardenales Walter Brandumuller, Velasio De Paolis, José Saraiva Martins, mons. Agostino Marchetto, mons. Carlo Maria Viganò, mons. Guido Pozzo y los parlamentarios italianos Gaetano Quagliariello y Alfredo Mantovano.
«¿Cómo es posible siquiera imaginar bromear sobre la presencia de Dios?», dijo Sarah en su intervención de apertura. «Los sacramentos son signos eficaces, fármacos que remiten del pecado: ¿es posible jugar con los fármacos que te salvan y te devuelven la salud?».
Sin embargo, prosiguió el cardenal de Guinea, «como nos ha recordado en varias ocasiones Papa Benedicto XVI, en estas décadas del post-Concilio asistimos a deformaciones de la liturgia que rozan lo insoportable, en un ‘crescendo’ sin fin». Y por este motivo «Papa Juan Pablo II escribió la encíclica ‘Ecclesia de Eucharistia’, a la que siguió la instrucción ‘Redemptoris sacramentum’, que insistía que en los sacramentos está en juego la ‘lex credendi’. La misma preocupación demostró Papa Benedicto XVI cuando promulgó la exhortación apostólica ‘Sacramentum caritatis’ y el ‘motu proprio’ «Summorum pontificum’».
Según Sarah, «no jugar con los sacramentos significa poner en el centro el sacramento de los sacramentos, el Santísimo, hoy inexplicablemente rebajado a nombre de un fantomático conflicto de signos, como también ha sucedido con la cruz. Pero el tabernáculo ofrece la orientación ‘ad Dominum’, tan necesaria en estos tiempos en los que muchos quisieran vivir como si Dios no existiera, y hacer lo que quieren».
Hoy, para el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, «está dándose un pasaje generacional y cultural en la percepción de la liturgia, pero pocos se dan cuenta, a pesar de todo lo que se hable sobre los signos de los tiempos». Y «también Papa Francisco escribe en la encíclica ‘Lumen fidei’ que Jesús nos ha tocado», así como «el Concilio Vaticano II habla sobre los sacramentos de la fe, porque los sacramentos no solo suponen la fe, sino que la nutren y la robustecen».
Pero, prosiguió Sarah, en nuestra época «se cree muy poco en su poder de transformación. Hoy se va afirmando la necesidad de comprenderlos, de explicarlos de nuevo, debido a deformaciones y malas decisiones deliberadamente tomadas por no pocos sacerdotes que confunden a los fieles, quienes acaban por no comprenderlos».
Según el purpurado, «algunos sacerdotes tienen modos de conductor televisivo; a veces se asiste a sacramentos transformados en largas didascalias». Pero «para comprender los sacramentos no hay que abrir los ojos, sino cerrarlos. Los sacramentos no pueden ser comprendidos con los ojos de la carne, sino con los del espíritu».
En su intervención, el cardenal Burke subrayó que después del Concilio Vaticano II «se ha difundido una mentalidad mundana, secular, que ha despreciad la rica tradición de la Iglesia»; por su parte, Gotti Tedeschi, ex presidente del IOR, indicó que desde hace tiempo «se está jugando con los sacramentos de una manera que se está volviendo insoportable».
La Iglesia, se lee en una presentación del volumen de Nicolas Bux, «parece querer disolver los contornos netos de la fe en una especie de caldo indeterminado y mezclado por el ‘según yo’ de ciertos sacerdotes. Pues bien, los sacramentos son la expresión de la fe, su fruto y el don más alto y precioso. Es por ello, pues, que nuestro liturgista se dedica al tema con la pasión acostumbrada.
Y luego (más que nunca necesaria) la advertencia sobre las deformaciones, los equívocos, los añadidos o las omisiones que hoy amenazan al sacramento. Una catequesis, pues, en un estilo que sabe ser al mismo tiempo docto y de divulgación, aderezada con una especia de ‘manual de instrucciones’. El origen de todo lo que sucede en la Catholica desde hace décadas es lo que el autor denunciaba en sus libros anteriores: ese ‘cambio antropocéntrico que ha dado a la Iglesia mucha presencia del hombre, pero poca de Dios’. La sociología en lugar de la teología, el Mundo que oscurece el Cielo, lo horizontal sin lo vertical, lo profano que aplasta lo sacro. La síntesis católica (esa especie de ley del ‘et-et’, de unión de los opuestos que sostiene todo el edificio de la fe) ha sido abandonada muy menudo debido a una unilateralidad inadmisible».