Hay pobres invisibles, pobres que llaman a la ambulancia y a los que ésta no quiere recoger.
La Limosnería Apostólica ha recordado un ejemplo de 1983 muy conocido en Roma por las asociaciones que trabajan con personas sin hogar, el de Modesta Valenti, una anciana sin hogar. Tras una noche fría cerca de la estación de Termini, en Roma, la ambulancia que llamó para que la ayudase se negó a hacerlo. Los paramédicos de la ambulancia decían que tenía piojos. Varios hospitales se negaron a tratarla, pasándosela unos a otros. Ella murió en el suelo tras 4 horas de agonía. Una calle en la ciudad y una placa del Ayuntamiento y la Comunidad de Sant'Egidio la recuerdan. Se convirtió en un símbolo de denuncia.
El limosnero apostólico, el cardenal Konrad Krajewski, ha recordado la historia de Modesta al anunciar una nueva ambulancia para los pobres de Roma, que el Papa Francisco bendijo el domingo antes de la misa de Pentecostés.
La ambulancia la usará la Limosnería "en favor de los más pobres, en particular de las personas sin hogar que viven la dureza de la calle y buscan refugio alrededor del Vaticano o en refugios improvisados en la ciudad", especialmente para "los que permanecen invisibles para las instituciones".
La ambulancia se dedicará únicamente al servicio de los más pobres y consolidará todas las actividades caritativas de la Limosnería Apostólica.
La Limosnería ya cuenta con una "Clínica ambulante móvil", que se utilizaba principalmente para llevar atención a los más pobres y marginados de las periferias de Roma, y un Sanatorio Madre de la Misericordia, querido por el Papa bajo la columnata de San Pedro como punto de primeros auxilios para los sin techo o para las personas sin seguro médico.
Este sanatorio ha permanecido abierto incluso durante los meses de confinamiento.