El papamóvil entró zigzagueando a la explanada de la antigua feria de Ciudad Juárez, y el sonido local pidió a los cientos de miles de asistentes un momento de silencio para acompañar las oraciones del Papa en la cruz de la frontera.
La cruz estaba rodeada de zapatos viejos y sandalias que simbolizan la dramática situación de los migrantes que muchas veces mueren tratando de cruzar hacia Estados Unidos.
El Pontífice subió a paso vigoroso la rampa que conduce hasta la cruz y depositó una ofrenda floral al pie de la misma, y desde allí bendijo a los cientos de fieles congregados al otro lado del río.
Asimismo, bendijo tres cruces que irán a las diócesis de Ciudad Juárez, Tres Cruces y El Paso. Después de unos instantes de oración por los migrantes que cruzan a diario esta frontera arriesgando su vida, Francisco regresó al papamóvil para completar el trayecto hasta el altar para la misa.
«Los inmigrantes traen una energía, una ética en el trabajo y un espíritu de aventura que han hecho América una gran nación. La visita del papa aquí es un gran signo aquí y un signo de esperanza para las familias separadas y que sufren», dijo el cardenal Sean O´Malley, arzobispo de Boston, que acompaña al Pontífice.