Lo ha hecho este lunes, en el Estadio de la capital de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, en México, tras compartir un tiempo, pero sobre todo, tras abrazar a las familias de México.
En esta fiesta protagonizada por la alegría, los cantos y la música; tanto niños, como jóvenes, adultos y ancianos han acogido al Pontífice con gran entusiasmo. Además, ha aprovechado la ocasión para invitar a los matrimonios a que renueven sus promesas matrimoniales y a los novios a pedir la gracia de una familia fiel y llena de amor.
El Santo Padre ha escuchado el testimonio de Humberto y Lucy, él soltero y ella divorciada, se casaron por lo civil hace 16 años. Hace 3 años que el Señor les habló y se acercaron a la Iglesia. Saben que no pueden acceder a la eucaristía, pero que pueden “comulgar a través del hermano necesitado, del hermano enfermo, del hermano privado de su libertad”.
También escuchó a Beatriz, madre soltera. Una infancia marcada por la pobreza, la violencia y el abandono de su padre, lo que le hizo no sentirse querida y tener relaciones en la adolescencia, quedando embarazada en varias ocasiones experimentando la tristeza, el rechazo social y la soledad más profunda. Después se encontró con el amor de Dios a través de su Iglesia. La tentación del aborto siempre se presentó como una alternativa que parecía la solución a los problemas, pero con la ayuda de Dios, pudo salir victoriosa de esas batallas.
Y a Manuel, que es un adolescente discapacitado. Antes caminaba, corría, jugaba como todo niño, pero a los 5 años le diasgnosticaron distrofia muscular. Pero sabe que Dios le ha bendecido con esta capacidad especial. En Él confía y si es su voluntad le dará su salud física. Manuel sale en su silla de ruedas a evangelizar y lo hace con mucha alegría para invitar a muchos adolescentes que no conocen el amor de Dios.
Y finalmente compartió su testimonio una familia de la diócesis de Tapachula. Gracias al testimonio de los padres del esposo, han aprendido el valor de la oración, la escucha y la lectura de la palabra de Dios. Han aprendido a reconocer el gran valor de la participación en los sacramentos.
Estos testimonios de vida han servido de inspiración para el discurso del Santo Padre. Haciendo referencia a Manuel, el Papa ha asegurado que le ha gustado una expresión que utilizó “echarle ganas”.
Así, ha indicado que esto es lo que “el Espíritu Santo siempre quiere hacer en medio nuestro: echarnos ganas, regalarnos motivos para seguir apostando, soñando y construyendo una vida que tenga sabor a hogar, a familia”. Y eso es lo que el Padre Dios siempre ha soñado y por lo que desde tiempos lejanos ha peleado. Cuando parecía todo perdido esa tarde en el jardín del Edén, cuando el Pueblo de Israel sentía que no daba más en el camino por el desierto, cuando llegó la plenitud de los tiempos, “el Padre Dios le echó ganas”.
El Santo Padre ha reconocido que todos hemos hecho experiencia de eso, cuando el Padre Dios le ha echado ganas a nuestra vida. De este modo, ha explicado que Dios lo hace “porque no sabe hacer otra cosa”, porque su nombre es “amor, donación, entrega, misericordia”.
Sobre el testimonio de Beatriz, el Santo Padre ha subrayado que “la precariedad, la escasez, el no tener muchas veces lo mínimo nos puede desesperar, nos puede hacer sentir una angustia fuerte ya que no sabemos cómo hacer para salir adelante y más cuando tenemos hijos a cargo”.Y así ha advertido que la precariedad no solo amenaza el estómago sino que puede amenazar el alma, desmotivar, sacar fuerza y tentar con caminos o alternativas de aparente solución, pero que al final no solucionan nada. También ha hablado de la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento, reconociendo que “el aislamiento siempre es un mal consejero”.
Asimismo, el Papa Francisco ha explicado a las familias que “la forma de combatir esta precariedad y aislamiento, que nos deja vulnerables a tantas aparentes soluciones, se tiene que dar a distintos niveles”.
Una es “por medio de legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada hogar y para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un trabajo digno”.
Y por otro lado, buscar “la manera de transmitir el amor de Dios que habían experimentado en el servicio y en la entrega a los demás”.
Queridos hermanos y hermanas
Doy gracias a Dios por estar en esta tierra chiapaneca. Es bueno estar en este suelo, es bueno estar en esta tierra, es bueno estar en este lugar que con ustedes tiene sabor a familia, a hogar. Le doy gracias por sus rostros y presencia, le doy gracias Dios por el palpitar de su presencia las familias de ustedes. Gracias también a ustedes, familias y amigos, que nos han regalado sus testimonios, que nos han abierto las puertas de sus casas, las puertas de sus vidas; nos han permitido estar en sus «mesas» compartiendo el pan que los alimenta y el sudor frente a las dificultades cotidianas. El pan de las alegrías, de la esperanza, de los sueños y el sudor frente a las amarguras, la desilusión y las caídas. Gracias por permitirnos entrar en sus familias, en su mesa, en su hogar.
Manuel, antes de darte gracias a vos por tu testimonio, quiero dar a tus padres, los dos de rodillas delante tuyo teniéndote el papel. ¿vieron qué imagen es esa? Los padres de rodilla ante el hijo que está enfermo. No nos olvidemos de esa imagen. Por ahí de vez en cuando ellos se pelean. Por ahí. ¿Qué marido y qué mujer no se pelean? Y más cuando se mete la suegra, pero no importa.
Pero se aman y nos han demostrado que se aman y son capaces, por el amor que se tienen, de ponerse de rodillas delante de su hijo enfermo. Gracias amigos por este testimonio que han dado. Y sigan adelante. Gracias.
Y a vos Manuel gracias por tu testimonio y especialmente por tu ejemplo. Me gustó esa expresión que usaste: «echarle ganas», como la actitud que tomaste después de hablar con tus padres.
Comenzaste a echarle ganas a la vida, echarle ganas a tu familia, echar ganas entre tus amigos; y nos has echado ganas a nosotros aquí́ reunidos. Gracias. Creo que es lo que el Espíritu Santo siempre quiere hacer en medio nuestro: echarnos ganas, regalarnos motivos para seguir apostando a la familia, sonando y construyendo una vida que tenga sabor a hogar y a familia. ¿le echamos ganas? Gracias
Y es lo que el Padre Dios siempre ha sonado y por lo que desde tiempos lejanos el Padre Dios ha peleado. Cuando parecía todo perdido esa tarde en el jardín del Edén, el Padre Dios le echó ganas a esa joven pareja y le dijo que no todo estaba perdido. Cuando el pueblo de Israel sentía que no daba mas en el camino por el desierto, el Padre Dios le echó ganas con el maná. Cuando llegó la plenitud de los tiempos, el Padre Dios le echó ganas a la humanidad para siempre y nos mandó a su hijo.
De la misma manera, todos los que estamos acá hemos hecho experiencia de eso, en muchos momentos y de diferentes formas: el Padre Dios le ha echado ganas a nuestra vida. Podemos preguntarnos: ¿por qué?
Porque no sabe hacer otra cosa. Nuestro Padre Dios no sabe hacer otra cosa que querernos, echarnos ganas y llevarnos adelante. No sabe hacer otra cosa. Porque su nombre es amor, su nombre es donación, su nombre es entrega, su nombre es misericordia. Eso nos lo ha manifestado con toda fuerza y claridad en Jesús, su hijo, que se la jugó hasta el extremo para volver hacer posible el Reino de Dios. Un reino que nos invita a participar de esa nueva lógica, que pone en movimiento una dinámica capaz de abrir los cielos, capaz de abrir nuestros corazones, nuestras mentes, nuestras manos y desafiarnos con nuevos horizontes. Un reino que sabe de familia, que sabe de vida compartida.
En Jesús y con Jesús ese reino es posible. El es capaz de transformar nuestras miradas, nuestras actitudes, nuestros sentimientos muchas veces aguados en vino de fiesta superficial. Él es capaz de sanar nuestros corazones e invitarnos una y otra vez, setenta veces siete, a volver a empezar. El es capaz de hacer siempre nuevas todas las cosas.
Me pediste, Manuel, que rezara por muchos adolescentes que están desanimados y en malos pasos. Lo sabemos ¿no? Muchos adolescentes sin ánimo, sin fuerza, sin ganas. Y, como bien dijiste, Manuel, muchas veces esa actitud nace porque se sienten solos, porque no tienen con quien hablar. Piensen los padres, pienses las madres. ¿hablan con sus hijos e sus hijas? ¿o están siempre ocupados, apurados? ¿juegan con sus hijos y sus hijas?
Y eso me recordó el testimonio que nos regaló Beatriz. Beatriz, vos dijiste: «La lucha siempre ha sido difícil por la precariedad y la soledad». ¿Cuántas veces te sentiste, señalada, juzgada? Pensemos en todas las mujeres que pasan por lo que pasó Beatriz. La precariedad, la escasez, el no tener muchas veces lo mínimo nos puede desesperar, nos puede hacer sentir una angustia fuerte ya que no sabemos como hacer para seguir adelante y más cuando tenemos hijos a cargo.
La precariedad no solo amenaza el estómago (y eso es ya decir mucho), sino que puede amenazar el alma, nos puede desmotivar, sacar fuerza y tentar con caminos o alternativas de aparente solución, pero que al final no solucionan nada. Y vos fuiste valiente Beatriz. Gracias. Existe una precariedad que puede ser muy peligrosa, que se nos puede ir colando sin darnos cuenta, es la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento. Y el aislamiento siempre es un mal consejero.
Manuel y Beatriz usaron sin darse cuenta la misma expresión, ambos nos muestran como muchas veces la mayor tentación a la que nos enfrentamos es «cortarnos solos» y lejos de «echarle ganas»; esa actitud es como una polilla que nos va corroyendo el alma, nos va secando el alma.
La forma de combatir esta precariedad y aislamiento, que nos deja vulnerables a tantas aparentes soluciones, como la que Beatriz mencionaba, se tiene que dar a distintos niveles. Una es por medio de legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada hogar y para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un trabajo digno. Por otro lado, como bien lo resaltaba el testimonio de Humberto y Claudia cuando nos decían que buscaban la manera de transmitir el amor de Dios que habían experimentado en el servicio y en la entrega a los demás.
Leyes y compromiso personal son un buen binomio para romper la espiral de la precariedad. Y ustedes se animaron, y ustedes rezan , y ustedes están con Jesús, y ustedes están integrado en la vida de la iglesia. Usaron una linda expresión, comulgamos con el hermano débil, el enfermo, el necesitado. Gracias, gracias.
Hoy en día vemos y vivimos por distintos frentes como la familia está siendo debilitada, cuestionada.
Como se cree que es un modelo que ya pasó y que no tiene espacio en nuestras sociedades que, bajo la pretensión de modernidad, propician cada vez más un modelo basado en el aislamiento. Y se van inoculando en nuestras sociedades, se dice sociedades libres, democráticas, soberanas, se van inoculando colonizaciones ideológicas que la destruyen y terminamos siendo colonias de ideologías destructoras del núcleo de la familia, de la familia que es la base de toda sana sociedad.
Es cierto, vivir en familia no siempre es fácil, muchas veces es doloroso y fatigoso, pero creo que se puede aplicar a la familia lo que más de una vez he referido a la iglesia: prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una familia y sociedad enferma por el encierro y la comodidad del miedo a amar. Prefiero una familia que una y otra vez intenta volver a empezar a una familia y sociedad narcisista y obsesionada por el lujo y el confort.
¿Cuántos chicos tienes? No, no tenemos porque claro nos gusta salir de vacaciones, salir a turismo ,quiero comprarme una quinta. El lujo y el confort y los hijos quedan… Y cuando quisiste tener uno ya se te pasó la hora. Que daño que hace eso ¿eh?
Prefiero una familia con rostro cansado por la entrega a rostros maquillados que no han sabido de ternura y compasión.
Prefiero un hombre y una mujer, don Aniceto y señora, con el rostro arrugado por las luchas de todos los días que después de más de 50 años se siguen queriendo. Y ahí los tenemos. Y el hijo aprendió la lección. Ya lleva 25 de casado. Esas son las familias. Cuando les pregunté recién ¿quién tuvo más paciencia en esos 50 años? Los dos. Porque en la familia para llegar a lo que ellos llegaron hay que tener paciencia amor, hay que saber perdonarse.
Padre, una familia perfecta nunca discute. Mentira. Es conveniente que de vez en cuando discutan. Y que vuele algún plato. Está bien, no le tengan miedo. El único consejo es que no terminen el día sin hacer la paz. Porque si terminan el día en guerra van a amanecer ya en guerra fría, y la guerra fría es muy peligrosa en la familia porque va socavando desde abajo. Las arrugas de la fidelidad conyugal. Gracias por el testimonio de quererse por más de cincuenta años. Muchas gracias.
Y hablando de arrugas, para cambiar un poco el tema, recuerdo el testimonio de una gran actriz. Actriz de cine latinoamericana, cuando ya casi sesentona, comenzaba a mostrarse las arrugas de la cara, le recomendaron un arreglito para poder seguir trabajando bien. Su respuesta fue muy clara: estas arrugas me costaron mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucho dolor y una vida plena. Ni soñando las quiero tocar. Son las huellas de mi historia. Y siguió siendo una gran actriz. En el matrimonio pasa lo mismo. La vida matrimonial tiene que renovarse todos los días.
Como dije antes prefiero familias arrugadas, con heridas, con cicatrices pero que sigan andando porque esas heridas, esas cicatrices, esas arrugas, son fruto de la fidelidad de una amor que no siempre les fue fácil. El amor no es fácil, no es fácil, no. Pero lo más lindo que un hombre y una mujer se pueden dar entre sí es el verdadero amor, para toda la vida.
Me han pedido que rezara por ustedes y quiero empezar a hacerlo ahora mismo, con ustedes. Ustedes queridos mexicanos tienen un plus, corren con ventaja. Tienen a la madre: la Guadalupana quiso visitar estas tierras y eso nos da la certeza de tener su intercesión para que este sueno llamado familia no se pierda por la precariedad y la soledad. Ella es Madre y está siempre dispuesta a defender nuestras familias, a defender nuestro futuro; está siempre dispuesta a «echarle ganas» dándonos a su hijo. Por eso, los invito, como están sin moverse mucho, a tomarse las manos y decir juntos a ella: Dios te salve María….