El pasado viernes 15 de enero, el Santo Padre Francisco, acompañado por Monseñor Rino Fisichella, encargado de la organización del Jubileo de la Misericordia, realizó una visita privada a la residencia de ancianos Bruno Buozzi de Via de Torre Spaccata, que cuenta con 33 huéspedes de la tercera edad que se llenaron de alegría ante la agradable sorpresa. El Papa los saludó afectuosamente deteniéndose a conversar con cada uno.
Antes de regresar a la Ciudad del Vaticano, el Pontífice también visitó la Casa Iris, donde viven seis enfermos en estado vegetativo. Se trata de una estructura que no está organizada como un hospital, sino como una casa de familia donde los ingresados reciben asistencia continua por parte de sus familiares.
Estas visitas del Obispo de Roma forman parte de la iniciativa denominada “Los viernes de la misericordia”, durante los cuales el Papa realizará una obra de misericordia ejemplar. En esta ocasión, el Santo Padre ha querido poner de manifiesto la gran importancia de las personas ancianas, de los abuelos, contra la “cultura del descarte”, para destacar el valor de la dignidad de la vida en cada situación.
El pasado 4 de enero, Monseñor Rino Fisichella, Presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, había anunciado que el Papa Bergoglio realizará diversos gestos personales de solidaridad durante el Jubileo de la Misericordia. Gestos que –explicaba– tendrán el carácter de visitas privadas por parte del Santo Padre para mantener, en la medida de lo posible, una relación personal de cercanía y solidaridad con las personas o las instituciones visitadas”.
El Padre Zappatore, Párroco de la Iglesia de Santa María Regina Mundi de Torre Spaccata, explicó que el Pontífice fue acogido con la sencillez más natural. Y destacó que Francisco les pidió que recen por él, a la vez que se tomó una fotografía con todas las personas que viven allí con quienes, además, tomó un té. “Fue precisamente –dijo el Párroco– un encuentro extraordinario, de gran sencillez, fraternidad y amor”. A la vez que en la otra casa, el Papa se encontró también con los padres de los chicos allí hospedados quienes no lograban contener la gran emoción. Y añadió que para ellos se ha tratado de un sueño, puesto que Francisco ha querido estar cerca de su gran sufrimiento.