El Papa Francisco ha pedido a los obispos alemanes que se cuide el perfil católico de las instituciones de la Iglesia, superando «la resignación que paraliza» frente a la disminución de la práctica religiosa.
Al recibirlos durante su visita ad limina, el Pontífice recuerda que «la Iglesia no es un sistema cerrado, está viva», y «se presenta a los hombres en su propia realidad, sabe animar».
«En un tiempo excepcional en el que miles de prófugos buscan refugio de la guerra y la persecución, seguir afrontando el desafío sosteniendo al mismo tiempo las iniciativas humanitarias para hacer que las condiciones de vida en los Países de origen sean más soportables».
Con el reconocimiento por la ayuda ofrecida a las personas que buscan refugio en Europa el Papa inicia el nudo de su discurso entregado a los obispos de la Conferencia Episcopal Alemana en visita ad limina Apostolorum, recibidos este viernes en el Vaticano.
A los prelados, el Papa les pide asegurar que en las instituciones se cuide el perfil católico. Aludiendo a la disminución de la participación en la Misa dominical y de la vida sacramental en regiones de tradición católica, los insta a «superar la resignación que paraliza» inspirándose «en la vida de los primeros cristianos».
En una creciente institucionalización, en donde se inauguran estructuras siempre nuevas para las cuales al final faltan los fieles, el Pontífice recuerda que «la Iglesia no es un sistema cerrado», «la Iglesia está viva», «se presenta a los hombres en su propia realidad, sabe inquietar, sabe animar».
La Iglesia tiene un cuerpo que se mueve, crece y tiene sentimientos, es «el cuerpo de Jesús». Así, se hace necesaria una conversión pastoral, para que las estructuras de la Iglesia se vuelvan más misioneras.
Con su mirada puesta en las comunidades parroquiales, en el Año de la Misericordia que está próximo a iniciar, el Papa Francisco anima a los obispos a hacer «redescubrir el sacramento de la Penitencia y Reconciliación», sin dejar de resaltar el íntimo nexo entre Eucaristía y sacerdocio.
Finalmente, el Obispo de Roma reitera el compromiso por la vida en una Iglesia que «nunca se canse de ser abogada de la vida humana que debe protegerse desde el momento de la concepción hasta la muerte natural».