El Papa Francisco en la catedral de Florencia, antes de pronunciar su extenso y profundo discurso este martes, escuchó los testimonios del camino cristiano de varios feligreses. Uno de ellos es el del sacerdote de origen albanés Bledar Xhuli, que explicamos con detalle aquí.
Otro testimonio que le Papa escuchó atentamente fue el de Francesca Masserelli, bautizada de adulta en Pascua de 2015, junto a su hija.
Francesca habló de cómo ha sentido que renacía "a una vida nueva”. De este modo, ha explicado que “hacerse cristiana es una alegría, pero también un compromiso que conlleva cansancio”. Por eso ha dado las gracias a la Virgen María que “como mamá siempre ha velado sobre mi pequeña niña, don del Señor”.
Después el Papa escuchó el testimonio de Pierluigi y Gabriella Proietti, del Centro de Formación y pastoral Familiar Betania (www.centroformazionebetania.it), en Roma. Entre ambos, han contado sus historias personales.
Se conocieron en 1992, después de sus respectivas separaciones de unos matrimonios que habían durado unos 10 años.
“Después del terremoto de la separación, ambos estábamos buscando una orientación y un fundamento de sentido para nuestra vida y formas de aliviar los sufrimientos de nuestros hijos”, ha explicado Pierluigi.
En esta búsqueda conocieron a una pareja que se hizo cercana a ellos, que derramaron "sobre nuestras heridas el bálsamo de la acogida y después nos ha ‘entregado’ a la Iglesia, la posada de la humanidad herida, para que nos curase”, ha recordado Gabriella.
Finalmente, y tras recibir las respectivas nulidades se casaron en el año 2000.
Y desde el año siguiente comenzó para ellos “como apoyo a las dificultades de nuestra nueva situación, un recorrido formativo que desde entonces no ha terminado: Palabra de Dios, sacramentos, oración, estudio, trabajo sobre nosotros mismos”.
Pierluigi ha asegurado que han podido experimentar y tocar con la mano “cuánto la misericordia de Dios y la confianza que tiene en cada uno de nosotros, supera la pobreza de nuestra creaturalidad herida”.
El Centro de formación en el que trabajan desde hace años, “sostiene y acompaña a las parejas heridas, a través de la escucha amorosa y el descubrimiento de la relación y de la alianza en la pareja”.
Y ofrece un recorrido formativo para los cónyuges que integra “antropología cristiana, ciencias humanas y trabajo sobre uno mismo, proporcionando así instrumentos para una pastoral familiar incisiva y eficaz que las parejas formadas podrán desarrollar en sus propias parroquias”.