En el tradicional rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro, instantes después de presidir la Misa de gracias por la conclusión del Sínodo de la familia en el Vaticano, el Papa Francisco este domingo 25 de octubre dijo que ha sido una experiencia ardua pero “un verdadero regalo de Dios, que seguramente traerá muchos frutos”

Así invitó a todos los fieles “a dar gracias a Dios por estas tres semanas de intenso trabajo (sinodal), animados por la oración y un espíritu de verdadera comunión”, agregó. La Asamblea ordinaria conformada por los episcopados de todo el mundo estuvo reunida en el Vaticano del 04 al 24 de octubre.


 El Pontífice compartió el significado del Sínodo como un “caminar juntos”. En este sentido, señaló que “fue la experiencia de la Iglesia peregrina” que camina junto a “las familias del pueblo santo de Dios en todo el mundo”.


El Papa cita el Evangelio y la profecía de Jeremías para indicar que Dios está con los más débiles y los necesitados: “entre ellos ciegos y cojos, la mujer embarazada y la parturienta” para indicar que viene por aquellos que lloran y claman consuelo. “Yo los traigo de nuevo a los ríos llenos de agua en un camino derecho en el cual no tropezarán, porque yo soy un padre para Israel “(31,8-9).

Entretanto, explica que el primero en querer caminar con el pueblo, “con nosotros” es Dios porque quiere hacer un “sínodo” con nosotros.


Su “sueño” – continuó- desde siempre y para siempre, “es la de formar un pueblo, reuniéndolos, para conducirlos a la tierra de la libertad y la paz. Y este pueblo es hecho de familias: están ‘la mujer embarazada y la parturiente”; es un pueblo que mientras camina manda adelante la vida, con la bendición de Dios”, explicó.

Desde la ventana del estudio papal, dirigiéndose a los miles de fieles presentes en la plaza de San Pedro, destacó que el pueblo de Dios “no excluye a los pobres y los desfavorecidos, de hecho, los incluye”, ciegos y cojos.

“Es una familia de familias, al contrario incluye los que están marginados y relegados”. De esta manera, caminan “cómo lo hacen las familias” que se cargan a los niños, los ancianos, los más débiles. Una salvación que incluye a los ricos, “los grandes, los primeros, pero porque este es el único modo para salvarlos, para salvar todos”.


El Pontífice recordó a los prófugos que tocan a la puerta de Europa. “Una realidad dramática de nuestros tiempos”, dijo.

Así, citó el Evangelio donde Dios les dice: “Partieron en el llanto, yo voy a llevarlos de vuelta entre consolaciones”. El Papa se refirió a la esperanza también para estas familias que sufren tanto, “desarraigados de sus tierras”, estuvieron también presentes “con nosotros en el Sínodo, en nuestras oraciones y en nuestro trabajo, a través de la voz de algunos de sus pastores”, expresó.

El Papa aseguró que la Iglesia no abandona a las familias de refugiados porque “hacen parte del pueblo de Dios, quiere liberarlos de la esclavitud y guiarlos a la libertad”. En sus palabras les recordó como personas que buscan dignidad. “Estas familias en busca de paz se quedan todavía con nosotros, la Iglesia no les abandona”.

Así, en el Evangelio de hoy se “refleja la experiencia del Sínodo que hemos vivido”, dijo Francisco. De esta manera, imploró a la Virgen María por haber estado con la Asamblea para que emergiera “un estilo de fraterna comunión”.

Al final el Papa saludó a los peregrinos y fieles, en particular dirigió un saludo a los peruanos devotos del Señor de los Milagros.