Entre la tarde del viernes y la mañana del sábado intervinieron 75 ponentes. Entre los temas abordados, explicó el padre Federico Lombardi en la rueda de prensa del sábado, están “la familia como escuela de humanidad y de santificación”, “espiritualidad familiar, cómo orar juntos, vivir los sacramentos”. Asimismo, la misericordia fue analizada bajo diversos aspectos, “misericordia y verdad, misericordia y justicia, misericordia y acogida”. Se habló también de la “misión de la familia, responsable de sostener al otro en la vida de la Iglesia”.
Otro aspecto analizado, explicó el portavoz de la Santa Sede, fue cómo “la vocación matrimonial no debe ser vista como inferior respecto a la sacerdotal, es igualmente digna ante Dios”.
Por otro lado, se subrayó la importancia de los movimientos y asociaciones de vida familiar, tan importantes en la pastoral. La indisolubilidad -comentaron los padres sinodales- debe presentarse en positivo y no como un yugo.
El padre Lombardi también indicó otros temas surgidos pero en menos intervenciones, como la relación interreligiosa en las familias, cuyo punto de referencia para la reflexión fue el testimonio de una pareja india, ella católica y él hindú. También se habló de los hijos como don, y la educación de los mismos. Y se advirtió que la familia no es siempre un lugar adecuado de referencia para todas las personas, “no se debe idealizar la familia”, porque también sucede que la corrupción o el crimen están presentes en algunas de ellas y esto puede condicionar en la formación y crecimiento personal de sus miembros.
Por su parte, el padre Manuel Dorantes, portavoz para la lengua española, precisó que varios padres sinodales insistieron en la importancia de la formación previa al matrimonio.
“El matrimonio es una vocación. El mismo Dios que llama al sacerdocio, llama al matrimonio”, recordó. Y se han planteado por qué no una preparación equivalente al catecumenado o el noviciado antes del matrimonio.
En el Sínodo se plantea que la formación no debe ser solo previa sino también de acompañamiento posterior.
Además, lo previo no debe ser solo una catequesis, sino un ayudar a la pareja a plantearse y ver cómo será su programa de vida en común.
Otro aspecto subrayado por algunos padres sinodales, es que no se puede olvidar que “es el Sínodo de la familia, no del matrimonio. En la Iglesia hay muchas familias sin matrimonio: viudos, monoparentales, parejas no casadas”.
En la rueda de prensa, participaron también el cardenal Baselios Cleemis Thottunkal de la Iglesia católica siro-malankara de la India y el padre Javier Álvarez-Ossorio, SS.CC., superior general de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María.
El cardenal recordó que el Sínodo “es un tiempo para escuchar, compartir y llevar a casa algo positivo que facilite la naturaleza divina de la familia. Y aseguró que “hablar de la misericordia de Dios, exige aceptar personalmente esta misericordia”. También observó que “necesitamos personas más motivadas, solidarias y misericordiosas, que ayuden a los otros a alcanzar la misericordia de Dios”.
Mientras que el padre Álvarez-Ossorio, afirmó que sería bueno que el fruto del Sínodo no sea solo el documento final, sino la puesta en marcha de dinámicas en la Iglesia.
Bajo estas líneas, un análisis de Alejandro Bermúdez en la EWTN sobre el proceso del Sínodo