"Cuando un país está determinado a permanecer fiel a sus principios, a esos principios fundacionales basados en el respeto a la dignidad humana, se fortalece y se renueva. Cuando un país guarda la memoria de sus raíces sigue creciendo, se renueva y sigue asumiendo en su seno nuevos pueblos y nueva gente que vienen a él", dijo en una intervención íntegramente en español.
Le escuchaban unos pocos cientos de personas en el interior del recinto y decenas de miles fuera de él.
Había lamentado antes las formas de racismo y de exclusión contra los nuevos inmigrantes por parte de quienes también lo fueron en su día: "Nos ayuda mucho recordar nuestro pasado. Un pueblo que tiene memoria no repite los errores del pasado; en cambio, afronta con confianza los retos del presente y del futuro. La memoria salva el alma de un pueblo de aquellos que quieren dominarlo o quieren utilizarlo para sus propios intereses".
En un lugar al que denominó "símbolo del modelo de los Estados Unidos", Francisco afirmó que "el derecho a la libertad religiosa es un derecho fundamental" y que "el hecho religioso, la dimensión religiosa no es una subcultura: es parte de la cultura de cualquier pueblo y de cualquier nación".
Como contrapunto a esa realidad, evocó "la historia del siglo pasado, para ver las atrocidades perpetradas por los sistemas que pretendían construir algún tipo de paraíso terrenal dominando pueblos, sometiendo los principios aparentemente indiscutibles y negándoles cualquier tipo de derechos".
Luego defendió la aportación de "nuestras ricas tradiciones religiosas" frente a la uniformidad que quieren imponer "el egoísmo de los poderosos, el conformismo de los débiles o la ideología de la utopía": "En un mundo en el que diversas formas de tiranía modernas tratan de suprimir la libertad religiosa o reducirla a una subcultura sin derecho a voz y voto en la plaza pública, o de utilizar la religión como pretexto para el odio o la brutalidad, es necesario que los fieles de las diversas tradiciones religiosas unan sus voces para clamar por la paz, la tolerancia, el respeto a la dignidad y a los derechos de los demás".
Francisco elogió a "los cuáquieros que fundaron Filadelfia" porque "estaban inspirados por un profundo sentido evangélico de la dignidad de cada individuo y por el ideal de una comunidad unida por el amor fraterno", lo cual acabó convirtiéndose "en una parte esencial del espíritu norteamericano".
Al describir la época de la globalización y su "paradigma tecnocrático unidireccional que busca eliminar todas las diferencias", Francisco dijo que "la globalización no es mala" porque "nos une", pero "lo que puede ser malo es el modo de hacerlo", o bien destruyendo "la riqueza y la particularidad de cada persona y de cada pueblo" (la denominó "globalización esférica", donde cada punto es equidistante del centro) o bien respetándolas (la denominó "globalización poliédrica" (todos los puntos unidos, pero cada uno con su propia identidad).
Tras esta defensa de la libertad religiosa, el Papa recordó a "la población hispana de Estados Unidos" y las dificultades de su emigración: "No se desanimen... No olviden que, al igual que quienes llegaron aquí antes, ustedes traen muchos dones a esta nación. Por favor, no se avergüencen nunca de sus tradiciones", entre las cuales citó "la vibrante fe que muchos de ustedes poseen" y su "profundo sentido de la vida familiar".
El acto, en el que el Papa estuvo acompañado por Charles Chaput, arzobispo de la diócesis, finalizó con el Padrenuestro rezado en inglés, y mientras Francisco se retiraba empezó a tañir la campana del monumento, a imitación de la célebre Liberty Bell [Campana de la Libertad] que en tiempos ocupó su campanario y hoy es otro de los símbolos de la independencia del país.