Refiriéndose a la carta a los Colosenses, San Pablo muestra el documento de identidad de Jesús: “El Padre lo ha enviado para ´reconciliar y pacificar´ a la humanidad con Dios después del pecado".
“La paz es obra de Jesús” dijo el Papa, de su “abajarse para obedecer hasta la muerte y muerte de cruz”. “Y cuando hablamos -prosiguió el Santo Padre- de paz o de reconciliación, pequeñas paces, pequeñas reconciliaciones, tenemos que pensar a la gran paz y a la gran reconciliación que ha hecho Jesús”.
Nuestra tarea, indicó, en medio a las noticias de guerra, de odio y también sobre las familias es “ser hombres y mujeres de paz, hombres y mujeres de reconciliación”. Y es bueno que nos preguntemos, indicó Fancisco: “¿Siembro yo la paz?, por ejemplo, con mi lengua ¿siembro paz o cizaña? ¡Cuántas veces hemos oído decir de una persona: ´Ese tiene una lengua de serpiente´, porque hace como la serpiente con Adán y Eva, ha destruido la paz! Y esto es un mal, una enfermedad en nuestra Iglesia: sembrar la división, el odio, y no la paz. Y todos los días deberíamos hacernos esta pregunta: ¿Yo hoy he sembrado paz o cizaña? Quien lleva la paz es santo y quien la discordia, terrorista".
Y “si una persona durante su vida no hace otra cosa que reconciliar y pacificar, esa persona es santa. Pero debemos crecer en esto, convertirnos: nunca una palabra que sea para dividir, nunca una palabra que traiga guerra o pequeñas guerras, nunca las habladurías”.
Sobre los chismes o chismorreos el Santo Padre quiso precisar: “Y si yo pienso: ¿qué son los chismes? No, nada, solo decir una palabrita contra el otro o contar una historia... No, las habladurías son terrorismo, porque quien chismorrea hace como un terrorista que tira una bomba y se va. Destruye, con la lengua destruye, y no trae la paz. Pero es astuto, porque no es un terrorista suicida, no, no, él se protege bien”.
Así, el Papa hizo una invitación: "Cada vez que les venga ganas de decir algo que siembra cizaña", prosiguió Francisco, “muérdanse la lengua”. "Y les aseguro que si hacen este ejercicio de morderse la lengua en vez de sembrar cizaña, los primeros tiempos sentirán que se les hinchará la lengua”. E invitó a no olvidarse de que “el diablo tiene como oficio dividir”.
La oración final propuesta por el Pontífice fue: “Señor, tu que nos has dado la vida, dame la gracia de pacificar, de reconciliar. Tu has derramado tu sangre, que no me importe si se me hincha la lengua cuando la muerda antes de hablar mal de otro”.