Una medida declaración del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano, desvinculó el pasado miércoles a la Santa Sede de las informaciones que relacionan los restos óseos hallados en la nunciatura italiana con la desaparición en Roma, el 22 de junio de 1983, de Emanuela Orlandi, hija de un funcionario vaticano, de quien nada se sabe con certeza. Desde ese momento se pusieron en marcha especulaciones de toda índole, la mayor parte sin fundamento alguno real, que motivaron en 2008 la queja del entonces portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, S.I., pidiendo respeto para la familia. El caso había sido archivado en 1997.
A preguntas de los periodistas durante un congreso de la asociación Carità Politica [Caridad Política] sobre La diplomacia de los valores, Parolin señaló: "No sé quién ha relacionado este asunto con el caso Orlandi. Por parte de la Santa Sede no se ha establecido ningún vínculo con el caso de Emanuela Orlandi".
Fue "simplemente por razones de transparencia" que el hallazgo de unos restos humanos durante unas reformas en la nunciatura de la Santa Sede, en la Via Po de Roma, se comunicó inmediatamente a la Fiscalía italiana: "Para que no haya recriminaciones de que la Santa Sede haya ocultado nada. Las cosas se hacen con la mayor apertura y la mayor transparencia. Se encontraron restos, se quiso saber exactamente qué se estaba haciendo y de quién eran y por tanto se pidió ayuda a Italia".
"Por nuestra parte", agregó Parolin, "existe la disponibilidad para ayudar a resolver este caso. Me duele mucho por la familia, sobre todo por su madre... Entiendo lo que puede suponer no saber qué le ha pasado a su hija, si está viva o muerta, y si está muerta, dónde fue enterrada".
El secretario de Estado vaticano pidió prudencia: "Esperemos a ver qué dicen las investigaciones antes de hacer ninguna declaración. Hay que saber de qué se trata: si son huesos de hace doscientos años es una cosa, si son huesos de hace pocos años es otra".