Unas 300 personas en representación de las comunidades musulmana, ortodoxa, católica y judía participaron en el encuentro interreligioso de este sábado por la tarde con el Papa Francisco en Sarajevo.
El Papa insistió en la necesidad del diálogo y alabó el trabajo del Consejo local para el Diálogo Interreligioso, que reúne a musulmanes, cristianos y judíos.
No es casualidad -señaló el Pontífice- que este Consejo surgiera al final de la guerra, como una respuesta a la exigencia de reconciliación.
En el diálogo interreligioso, explicó el Papa, “se aprende a vivir juntos, a conocerse y aceptarse con las propias diferencias, libremente, por lo que cada uno es”. Además, dialogando se reconoce y se desarrolla una convergencia espiritual, que unifica y ayuda a promover los valores morales, la justicia, la libertad y la paz.
Por este motivo, “el diálogo interreligioso no puede limitarse solo a unos pocos”, sino que “debería extenderse lo más posible a todos los creyentes, involucrando a las distintas esferas de la sociedad civil”, y especialmente a los jóvenes, que son los que construyen el futuro.
El Papa puntualizó que para que el diálogo sea auténtico y eficaz presupone una identidad formada: “sin una identidad formada, el diálogo es inútil o perjudicial”.
Ha pedido no dejarse “desanimar por las dificultades” y continuar con perseverancia “por el camino del perdón y de la reconciliación”. El Papa ha exhortado a “evitar los reproches y recriminaciones” y dejarse “purificar por Dios, que nos da el presente y el futuro, Él es nuestro futuro: Él es la fuente última de la paz”.
Para Francisco Bosnia puede ser un mensaje esperanzador: “Dar testimonio de que es posible vivir uno junto a otro, en la diferencia pero en la humanidad común, construyendo juntos un futuro de paz y de hermandad”.
El obispo de la Iglesia ortodoxa, Vladika Grigorije, se dirigió al papa Francisco “con el saludo evangélico: Bendito es el que viene en nombre del Señor”.
Dios gracias al Papa por acudir "a una tierra sufrida y martirizada", y dijo que Sarajevo y Mostar son "lugares de sufrimiento, pero también anuncio de la Resurrección”.
El obispo ortodoxo indicó que sentían una alegría similar a la de los católicos, porque el Papa “es jefe de nuestra Iglesia hermana, y obispo de Roma”.
Y le pidió: “Denos su bendición de los santos mártires romanos caídos en el Coliseo y en toda la antigua Roma, cuya sangre se volvió semilla que generó a tantos cristianos”.
“Para la Iglesia -añadió el obispo ortodoxo- son esenciales los profetas, personas idóneas llenas del Espíritu Santo, los cuales con valentía indican las faltas y orientan a la verdad. Por ello con alegría y consentimiento seguimos cada iniciativa suya, en la que actúa como profeta hacia el mundo, y aún más, para la misma Iglesia”.
Recordando la violencia de las guerras yugoslavas hace 20 años, pidió “estar llenos de vergüenza porque en nuestro país cristianos asesinaron a cristianos y no cristianos”.
Bosnia-Herzegovina, explicó, tiene algo hermoso y original, “es el fruto de la mezcla de las diversas culturas, religiones y pueblos que viven aquí”, dijo, aunque reconoció que la recíproca convivencia, después de la última guerra “no se cumplió plenamente” y necesitamos “ulteriores esfuerzos para desarrollar sentimientos de comprensión, confianza y afecto”, con la idea de que “la convivencia puede subsistir solamente en la verdad”.
El líder musulmán Kavazovic Reisu-I-ulema habló al Papa en nombre de la comunidad islámica de Bosnia-Herzegovina.
El ulema señaló que en nuestra época "los valores universales se relativizan y se afirman ideas inquietantes que desacralizan y humillan a toda la humanidad”.
Añadió que “la fe en el Dios vivo, de la que hablaron todos los profetas, parece apagarse y su lugar es usurpado por las ideologías, por el mercado y el degrado moral: ídolos obra de los hombres”.
Indicó también que “todas las ambigüedades y polémicas sobre la identidad europea se reflejan directamente en Bosnia- Herzegovina. El genocidio sufrido por los musulmanes bosnios nos obliga a examinar nuevamente nuestra fe y nuestra misión”.
El ulema explicó además que “la obediencia a un único Dios significa estar al servicio de todos los hombres”. Y que "el Dios reconciliador´ (as-Salam), significa encontrar la paz con los otros y con el propio yo”. Y quiso precisar que las formas teológicas dominantes hoy están focalizadas principalmente en conseguir objetivos políticos globales, más que en la misericordia de Dios.
“Santo Padre Francisco -prosiguió el líder musulmán- junto con la Iglesia Católica en Bosnia-Herzegovina, queremos reforzar la fe en el único Dios, la moral religiosa y la espiritualidad contra la alienación de la civilización material y de sus productos que desacralizan los valores humanos”. Y recordó su fe en la familia, en el matrimonio entre el hombre y la mujer, y en la educación, y que abandonar estos principios sería una traición.
“Recibimos con favor – concluyó el ulema- su llamada para apoyar los programas de paz en los países donde los musulmanes, cristianos y otras personas, de todos los credos, hombres y mujeres, son sometidos a terribles sufrimientos e injusticias, en Oriente Medio y en todo el mundo".
El presidente de la comunidad judía en Bosnia-Herzegovina, Kavazovic Reisu-I-ulema , explicó que en Sarajevo "la comunidad judía vivió en paz con otras comunidades religiosas y las Iglesias, en los últimos 450 años” y que “tenemos la intención quedarnos aquí al menos por los próximos 450 años”, porque “no buscamos ni tenemos otra patria”.
Reconoció que “no fue fácil sobrevivir por 450 años en los Balcanes, definidos por muchos como un polvorín”, pero que gracias a “la comprensión, buena voluntad y a la ayuda de Dios, todo es posible”.
"Su visita nos anima y da alegría a todos. Sabemos que ha venido un amigo, uno que nos quieere sin reservas, que quiere ayudarnos y enseñarnos a ser mejores creyentes, y por tanto, mejores personas", ha asegurado.
Ironizó que no quería mentir como los políticos, porque los problemas son muchos, “pero son problemas que nosotros mismos hemos creado, y por lo tanto nosotros tenemos que superarlos” y “sus sabias palabras y paterno consejo no pueden sino ayudarnos en esto”.
Al concluir sus palabras le regaló un libro, una reedición del Haggadah de Sarajevo, único en toda la historia judía. Y le deseó que pueda volver a visitarles.