“La sensibilidad eclesial significa también no ser tímidos o irrelevantes en denunciar y en derrotar una difusa mentalidad de corrupción publica y privada que ha logrado empobrecer, sin alguna vergüenza, familias, jubilados, trabajadores honestos, comunidades cristianas, descartando los jóvenes […], y sobre todo emarginado los débiles y los necesitados”, dijo el Papa Francisco a los obispos italianos reunidos en el Aula del Sínodo del Vaticano este lunes 18 de mayo.

De esta manera, el Papa ha marcado la pauta para que los obispos, los sacerdotes y los religiosos reflexionen sobre su aporte en difundir la alegría del Evangelio, denuncien la corrupción sin ser tibios, ayuden a los laicos a ocupar un lugar activo en el seno de la Iglesia, imiten a Cristo y trabajen colegialmente.

Así, el Pontífice presentó varias de sus preocupaciones a los prelados del ´bel paese´ antes de que iniciarán una serie de debates en el Vaticano sobre la aplicación de la Exhortación Apostólica, Evangelii Gaudium.

Coherente con la enseñanza del documento programático del pontificado, Francisco ha pedido que los obispos dejen cierto protagonismo y ayuden a los laicos tener un papel activo en la Iglesia.

“En realidad los laicos que tienen una formación cristiana, no deberían tener necesidad del obispo-piloto (guía), o del monseñor-piloto o de un input clerical para asumir responsabilidades a todos los niveles…a nivel político, social, hasta llegar al económico y el legislativo!”.

En sus respectivas realidades eclesiales, es un discurso universal que calza muy bien en el pie descalzo de América Latina y España.

No por desmerito de sus pastores, sino por los desafíos que enfrentan todos los miembros de estas sociedades ante una crisis global que ‘roba el futuro y la esperanza’ y acosa a los más débiles y necesitados.


Precisamente, el Pontífice pide una “sensibilidad eclesial” alegre y apegada a la alegría de anunciar el Evangelio para ‘consolar’ y ser ‘sal’ para el pueblo de Dios. Porque “es muy feo encontrar a un religioso abatido, desmotivados o impasible”, agregó.

Es importante “la alegría del Evangelio, en este momento histórico - continuó -cuando frecuentemente estamos rodeados de malas noticias por situaciones locales e internacionales que nos hacen experimentar aflicción y amargura - en este contexto realísticamente poco confortante- nuestra vocación cristiana y episcopal es aquella de ir contra corriente: es decir, de ser testimonios gozosos de Cristo Resucitado para transmitir alegría y esperanza a los demás”.


Asimismo, el Papa solicitó a los obispos de tener un lenguaje comprensivo cuando hablan a la gente. “La sensibilidad eclesial y pastoral también en las decisiones pastorales y en la elaboración de los Documentos”, es decir que no debe prevalecer “el aspecto teórico-doctrinal abstracto, casi como si nuestras orientaciones no estuvieran dirigidas a nuestro pueblo o a nuestro país”, añadió.


“Es evidente en algunas partes del mundo la debilidad... en la colegialidad, sea en la determinación de los planes pastorales, sea en compartir los programas y compromisos económico-financieros”. Así el Papa puso entre otros ejemplos que se organicen convenios y seminarios católicos con los mismos relatores de siempre. “Narcotizando la comunidad, homologando decisiones, opiniones y personas”, explicó.

Después de la oración inicial el Papa se dirigió a los prelados italianos en un discurso ante la 68 Asamblea de la Conferencia Episcopal Italiana que se desarrolla en el Vaticano del 18 al 21 de mayo sobre el tema: Verificar la acogida de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium.