"La cruz, vértice luminoso del amor de Dios que nos custodia. Llamados a ser también nosotros custodios por amor" es el título de las meditaciones de monseñor Corti, que en la introducción destaca cómo la constante de este Vía Crucis hace referencia "al don de ser custodiados por el amor de Dios, especialmente por Jesús crucificado, y a la tarea de ser, a su vez, custodios por amor de toda la creación, de toda persona, en especial la más pobre, de nosotros mismos y de nuestras familias, para hacer resplandecer la estrella de la esperanza".
"Queremos participar en este Vía Crucis en profunda intimidad con Jesús -escribe el obispo emérito de Novara-. Atentos a lo que está escrito en los Evangelios, se acogerán con discreción algunos sentimientos y pensamientos que pudieron estar en la mente y en el corazón de Jesús en esas horas de prueba".
"Al mismo tiempo nos dejaremos interpelar por algunas situaciones de vida que caracterizan --en el bien y en el mal-- nuestros días. Expresaremos así una resonancia que hable de nuestro deseo de dar algún paso en la imitación de Nuestro Señor Jesucristo en su pasión", señala el conocido autor, que predicó en 2005 los ejercicios espirituales para la Curia Romana en los últimos días del pontificado de Juan Pablo II.
Los problemas de las familias, la pena de muerte, la trata de personas, el abuso de menores o dramas como el de los niños soldado estarán presentes en las meditaciones del próximo Viernes Santo. Además, las 14 estaciones del Vía Crucis incidirán en la presencia femenina en el Evangelio, el perdón o el amor de Dios.
Los cristianos perseguidos protagonizarán también las meditaciones del prelado italiano, e incluso se rezará con las palabras del ministro paquistaní de minorías, el cristiano Shahbaz Bhatti, asesinado el 2 de marzo de 2011.
Miles de personas acudirán esa noche al centro de Roma, para conmemorar la Pasión de Cristo, acompañando al Santo Padre durante el rezo del Vía Crucis.
Una cruz de madera será cargada por distintas personas, a lo largo de cada una de las catorce estaciones, y recorrerá el famoso anfiteatro Flavio, seguirá por delante del Arco de Trajano y concluirá en la colina del Palatino.
El Vía Crucis en el Coliseo, un lugar simbólico que recuerda a los mártires cristianos que fueron ejecutados en espectáculos de la Antigua Roma, fue instaurado en 1741 por el papa Benedicto XIV y, tras décadas de olvido, volvió a celebrarse en 1925. En 1964, el beato Pablo VI acudió al ancestral estadio para presidir el rezo y, desde entonces, todos los años acude el sucesor de Pedro.
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