(Continuación de la larga entrevista del Papa Francisco concedida a la periodista mexicana Valentina Alazraki de Televisa con motivo de completar su segundo año de pontificado; véase aquí la primera parte)
-Le voy a hacer una pregunta como muy personal. La primera vez que vimos dos Papas vestidos de blanco en Castelgandolfo, yo le voy a ser muy sincera, a mí me causó un pequeño shock porque no estábamos acostumbrados. Que Usted diga que se ha abierto esta institución de los Papas eméritos está bien. Decirlo ahora. Pero la primera vez que uno ve dos Papas vivos, vestidos de blanco, dices ¿qué pasa aquí, no? Usted a nivel personal, acababa de ponerse el vestido blanco, porque lo acababan de elegir. Hacía pocos días y eso, supongo, que ya le conllevaría asimilarlo. Y de repente encontrarse otro Papa vestido de blanco, a nivel íntimo, personal, ¿se le hizo tan normal como ahora Usted lo dice, o…?
-No, no, no, no. Fue el 23 de marzo, en Castelgandolfo, y ahí me sentí como que mi papá me llevaba y me enseñaba y me hacía sentar. Él fue el anfitrión en el sentido más humano de la palabra.
-Y ahora tenemos que pasar a un tema que es de sus preferidos, que es la Curia. Porque bueno, sabemos que Usted ha emprendido la reforma de la Curia. La reforma se puede entender como algo técnico, vamos a decirlo así ¿no? Ver cómo hacerla funcionar mejor, las Congregaciones, Dicasterios… Pero yo creo, tengo la sensación, de que su ambición va más allá de la ambición o deseo, va más allá de una cuestión técnica. Tenemos la sensación de lo que a Usted le gustaría en realidad, sería cambiar mucho más que las estructuras, cambiar la mentalidad, cambiar el corazón.
- Esa es la palabra.
-Esta, digamos, es mi sensación. ¿Quisiera saber si es así, y si cree que lo puede lograr?
-Todo cambio empieza por el corazón ¿no? O sea la conversión del corazón. Por ejemplo, por eso los ejercicios espirituales cerrados, ya dos años, ¿no? Bueno vamos ahí los de la Curia, los Prefectos y los Secretarios de Dicasterio, alrededor de ochenta, y bueno, estamos ahí encerrados, rezando, y oímos al predicador, ¿no? O sea una conversión del corazón ¿no? También, alguno me va a retar por esto, pero también una conversión del modo de vivir.
»Creo que ésta es la última corte que queda en Europa. Las demás cortes se han democratizado, incluso las más clásicas. Hay algo en la corte Pontificia, que mantiene mucho una tradición, un poco atávica ¿no? Y no lo digo peyorativamente, como una cultura.
»Y esto hay que cambiarlo, tiene que dejar lo que pueda tener de corte todavía y ser un grupo de trabajo, al servicio de la Iglesia. Al servicio de los obispos. Evidentemente que eso indica una conversión personal.
»Que acá adentro hubo problemas, usted lo sabe mejor que yo. Cuando se publicaron los documentos del Vatileaks, y un juicio al asistente de cámara, éstas no son cosas chiquitas ¿no? Que se habla de problemas morales graves, bueno tenemos uno preso todavía por cuestiones económicas y algún “escandalete” moral por otro lado ¿no? O sea, eso se sabe. Y es público. Sanear un poco esto. La conversión. Empezando por el Papa, ¿no es cierto?, que es el primero que tiene que convertirse ¿no? Ir cambiando continuamente según lo que Dios le va pidiendo ¿no? Yo trato de hacerlo. Pero no siempre me sale bien. Pero…
-La acentuación de los símbolos que Usted ha querido ¿no? Porque se ve, que Usted quiere esos símbolos, es decir, no sólo por lo del palacio que ya hemos dicho no es por lujoso, pero, vestir de una cierta manera, el coche de una cierta forma, llevar su portafolio, es decir hay quienes dicen “bueno son símbolos”, no es porque él tenga estos símbolos él sea mejor que otro, que a lo mejor iba vestido de otra manera, o que se subía al coche, y antes era el coche habitual de los Papas, ¿me entiende lo que quiero decir? Pero esta acentuación, por su parte, de alguna manera es como recordar todos los días a todo el mundo aquí adentro que se puede vivir de otra manera.
-Sí. No es del todo consciente. Por ejemplo cuando, después de la elección bajé, había allá un ascensor con varios cardenales. Y no Usted tiene que ir solo en ese ascensor. No, yo voy con ellos. Y cuando llegué abajo había un auto esperando, el auto para eso ¿no? Que se usaba en esas ocasiones. Y yo dije: “No, yo voy en el bus con ellos”. Me salen solas esas cosas. No es que pretenda…
»Trato de ser yo, como me gusta, y a veces por ahí exagero en alguna cosa que puede ofender a alguien. No sé en eso me tengo que cuidar. Pero los símbolos, el modo de ser, el auto, está el Mercedes.
»No, yo no puedo ir en un Mercedes, en un BMW no puedo. Bueno, ahora está este Focus, o no sé cómo se llama, es el que uso, que es un utilitario más o menos al alcance de un empleado bancario. Bueno, entonces estaría bien ¿no? La sencillez, en eso creo que es verdad, ¿no?
-Lo que Usted le dijo a la Curia, en diciembre, yo la verdad, en cuarenta años nunca había oído tantas enfermedades juntas: quince términos, que yo dije el Papa pasó aquí dos años haciendo la lista de quién, una por una… Términos fuertes, Papa Francisco. ¿Está tan enferma la Curia? Usted habló de gente que se siente inmortal, petrificados en el alma, gente que piensa sólo en sus intereses, en centros de poder, en fin, una imagen fuerte. Eran los suyos, y uno a los suyos les habla con cierta franqueza, es como un papá que le habla a los hijos ¿no? Pero claro, fue público, digamos…
- Quiero explicarlo, esto. Claro, quedaron las quince, después en el último Consistorio un cardenal puso una más, la dieciséis que estuvo muy, muy bien, muy piola estuvo, fue, me gustó.
-Se puede saber ¿cuál fue?
-Sí, la de los que no tienen la valentía de criticar, pero de frente. Si uno no está de acuerdo con el Papa ir a decírselo. Está linda, linda ¿no? No está esa valentía. El marco de lo dije es, estamos a fin de año, hagamos un examen de conciencia. Y a mi juicio las tentaciones o las enfermedades, las usé como sinónimos, más propias de la Curia son estas dos. Son éstas.
»Y se me ocurrió, por ejemplo, una en la que nadie se detuvo, y para mí es la principal: es el olvido del primer amor. O sea cuando uno se transforma en un buen empleado, y se olvida de que tiene una misión de identidad con Jesucristo, que es el primer amor, no es cierto. Si fui recorriendo las tentaciones que yo tuve, sea como Arzobispo, porque se dan en medios clericales, o que he visto en otros, que pueden tener.
»Y las llamé tentaciones, o enfermedades. Al terminar, se me acercó un cardenal pícaro, un poco menor que yo, no mucho, y me dijo: “Escúcheme Santidad, ¿qué tengo que hacer ahora, ir a confesarme, o ir a la farmacia? Es decir, es un examen de conciencia, y lo quise hacer así plástico ¿no? Quizás no gustó, el estilo no era muy tradicional de un mensaje de fin de año pero, no, termina el año, hagamos un examen de conciencia. Y lo dije claro, dos veces lo dije para ir a confesarlos. Porque yo quiero que acá todo el mundo se confiese. Y lo hacemos ¿no?
»Creo que en eso son fieles ¿no? Pero confesiones reales, concretas ¿no? Pidamos perdón a Jesús de las cosas que hacemos mal o que ofendemos a otros o que somos injustos ¿no? Fue un examen de conciencia que usé como sinónimo: tentación o enfermedad. Pero no es que la Curia está cayéndose a pedazos de todas estas complicaciones o enfermedades.
-¿Y Usted siente resistencia dentro de la Curia? Porque tenemos como la sensación de que fuera Usted es muy, muy querido, muy amado. Yo hablo mucho en la calle, porque también es mi trabajo, y son las personas en la calle que a veces tienen esa sabiduría, ¿no? Y lo quieren. Y te dicen “pues yo lo quiero por como es”, “lo quiero porque habla así”, y ya hablaremos del tema, porque habla “papale papale”, como se dice en italiano, muy franco, muy espontáneo, pero luego de repente habla, entras por aquí, y sientes resistencias, sientes, Usted lo sabe porque Usted nos ha dicho que antes eran como más callados, y ahora tienen quizás como más valor de decirlo, ¿no?
-Que salgan las cosas ¿no? Siempre hay puntos de vista diversos. Son lícitos. Yo lo que quiero es que salgan y se digan. La enfermedad dieciséis ¿no? O sea que se digan de frente, que tengan el coraje de no callar, que se diga ¿no?
»Y nunca, nunca, nunca, lo digo delante de Dios, desde que soy Obispo, he castigado a uno por decirme las cosas en la cara. Esos son los colaboradores que yo quiero.
-¿Y los tiene?
-Los hay. Acá ya encontré.
-¿Pocos, muchos?
-Hay bastantes. Bastantes, diría. Hay. Y hay otros que no se atreven, que tienen miedo. Pero hay que dar tiempo al tiempo, ¿no? Yo apuesto a la parte buena de la gente. Todos tienen mucho más de bueno que de malo.
-Papa Francisco, Usted ha tenido que preguntar muchas veces esta pregunta: justamente por su opción preferencial por los pobres, por su forma de vivir, Usted dice constantemente contra el dios dinero. Dicen el Papa Francisco es marxista, el Papa Francisco es de izquierdas, Usted lo ha aclarado. Ha dicho no. Yo sigo el Evangelio. Bueno la gente todavía como que no lo entiende ya. Y le achaca. Y hay personas con dinero, dinero limpio quiero decir, que se han hecho, que a veces yo he oído que las personas han dicho que no, ¿qué pasa ahora? ¿Sólo los pobres son los buenos, y los ricos son los malos de la película? Como que hay un sector de personas acaudaladas, bien, que han hecho su trabajo, que tienen su fábrica, lo que sea, que se sienten como que para el Papa Francisco los importantes son los pobres y a nosotros no nos cuida tanto, no habla tanto de nosotros. ¿Qué hay de todo esto, es sólo Evangelio, es su sensibilidad?
-Yo vengo de una familia que después de la quiebra del 32 se rehizo y, clase media, acomodada. O sea, no es ninguna cosa de resentimiento. Yo el 32 no lo viví, así que… Pero habría que aclarar bastantes cosas, ¿no? Primero que tenemos que habituarnos a no calificar con hermenéuticas demodé. O sea hoy en día izquierda y derecha es una simplificación que no tiene sentido. Cincuenta años atrás por ahí tenía sentido. Hoy no.
»O marxista, o… Marxista hoy ¿qué es? Porque el marxismo tiene tanta variedad de expresiones que… El problema de la hermenéutica en la interpretación de los hechos de una persona pública para mí es muy importante. O sea siempre hay que interpretar un hecho histórico, pequeño o grande, con la hermenéutica del momento…, sino caemos en simplificaciones o en desviaciones, ¿no cierto?
»Yo conocí gente rica y estoy llevando adelante acá la causa de beatificación de un empresario rico argentino, Enrique Shaw que era rico, pero era santo. O sea, una persona puede tener dinero. Dios se lo da para que lo administre bien. Y este hombre lo administraba bien. No con paternalismo, sino haciendo crecer a aquellos que necesitaban de su ayuda.
»Lo que yo ataco siempre es la seguridad en la riqueza. No pongas tu seguridad ahí. En el Evangelio Jesús en eso es radical. El que tenía los graneros, y te vas a hacer otro, y mañana te vas a morir. Es muy claro, ¿no? No pongas tu esperanza ahí. La injusticia de las riquezas. Por ejemplo, cuando no se paga el sueldo justo. Es un pecado mortal. Eso es aprovecharse de la pobreza de otro. O como cuando a la mucama de la casa se le paga en negro, total es una sirvienta. Pero, ¿por qué? Pero no porque la patrona o el patrón sea rico, sino por esa actitud. El dinero siempre es traicionero. El diablo entra por el bolsillo. Siempre. San Ignacio decía que había tres escaleritas, tres escalones.
»El primero es la riqueza. El diablo te mete la plata en el bolsillo. Segundo es la vanidad y tercero es el orgullo y la soberbia. Y de ahí a todos los demás pecados. Cuando vos llegás a ese nivel de orgullo sos capaz de cualquier cosa. Lo hemos visto en los dictadores, los tiranos, los que se aprovechan de los demás, los explotadores, ¿no?
»Es decir, hoy día la trata de personas, la lleva gente con mucho dinero. Esos son los que yo ataco. El dinero que esclaviza a otros o no los deja crecer. O sirve para engordarse a sí mismo, como el Evangelio de ayer, ¿no? Del que vive ignorando que hay pobreza.
»Una cosa que a mí me escandaliza, me escandalizaba en Buenos Aires, es la nueva zona de Puerto Madero, ¿no? Que es preciosa, todo ganado al río, por un lado esos edificios enormes, treinta y seis restaurantes, si usted va a cenar le cortan la cabeza, ¿no? Porque le hacen pagar… y después la villa miseria. Esas son las cosas que, el despilfarro de dinero, ¿no? Eso desde el punto de vista social. Y mi denuncia desde el punto de vista social es siempre a eso.
»Pero lo que más me indigna es el salario injusto. Porque uno se enriquece a costa de la dignidad no dada a la persona. Lo que te da dignidad de trabajo y vos usás el trabajo para hacerlo indigno porque le pagás, o no le pagás la pensión. Y con tranquilidad de conciencia. Yo diría no pagar lo justo, no pagar la pensión, no pagar el aguinaldo, ¡es pecado! ¡Es pecado! Y lo haga un rico, o lo haga un clase media o lo haga un pobre, es pecado. Esa cosa la tenemos que decir. El diablo, como repite, se mete en nuestra vida, metiéndonos plata en el bolsillo. No lo digo yo.
»Yo lo repito. Pero los Padres de la Iglesia, al dinero, lo llamaban la caca del diablo. O sea el estiércol del diablo, ¿no? ¿Por qué? Porque veían ahí algo que echaba a perder, que ensuciaba, que te llevaba por el mal camino, ¿no? Es el primer paso, como decía San Ignacio, para la suficiencia, para la vanidad y para el orgullo, ¿no? Bueno esa es como una visión sociológica. ¿Uno es comunista porque piensa así? No.
»Paso al segundo paso. Los pobres están en el centro del Evangelio. Cuando Jesús se presenta toma las palabras de Isaías: Yo fui enviado para evangelizar a los pobres. Los pobres tienen una riqueza que, las personas que tenemos mucha seguridad, y yo me incluyo entre los ricos entre comillas, porque a mí no me falta nada. Y tengo que andar cuidándome de no aprovecharme de eso, para no pecar. Una riqueza que no tenemos. La persona pobre honesta tiene una sabiduría, la dignidad del trabajo, de cuidar a sus hijos, cuidar a la creía, como decimos en Argentina, es algo tan lindo, tan lindo. Como una dignidad.
»Y Pablo VI, en la Evangelii nuntiandi, decía, número 46 o 48, no recuerdo, dice que los pobres son más capaces de entender ciertas virtudes cristianas. Están más preparados, ¿no? Están mucho más preparados. Y la pobreza está en el centro del Evangelio. La bandera de la pobreza es evangélica. La robaron los marxistas porque nosotros no la usábamos. La teníamos en el museo y vinieron, la robaron, y la usaron ellos.
»Pero vayamos al final de 1800, con la crisis italiana. En el norte de Italia la cantidad de santos, que trabajaron con los pobres. Don Bosco en la cabeza. O sea que buscaron salidas para promover, tercer paso, la promoción. La promoción social. No es cuestión sólo de dar dinero. Es promover. De ahí la importancia de la educación. Y la salida laboral.
»Que a alguno esto le parezca exagerado quizás es por mis pecados que yo digo palabras fuertes y no soy lo suficientemente bueno y pastor como para llegar al corazón de esa gente. Pero son hijos de Dios. Simplemente les tendría que pedir que se conviertan, pero pedírselo con corazón de padre y no pegándoles, es verdad. En eso sí.
-Papa Francisco, un tema prioritario de estos dos años también ha sido el Sínodo de la familia, evidentemente, con todo lo que eso ha generado, digamos. En el Sínodo Usted dio plena libertad para que se dijera lo que cada uno pensaba. Había cardenales que pisaban el acelerador, los otros pisaban el freno, unos decían que Usted quería que se pisara el acelerador, ¿Qué espera de este segundo Sínodo? ¿Cree que se ha creado demasiada expectativa a las parejas que sufren los divorciados vueltos a casar, los homosexuales, cree que tienen unas expectativas que van más allá de lo que luego ustedes van a poder lograr? Los divorciados vueltos a casar ¿podrán comulgar?, ¿qué tan grande será la aceptación para el mundo de los homosexuales?
-Creo que hay expectativas desmesuradas, ¿no es cierto? El Sínodo de la Familia no lo quise yo. Lo quiso el Señor. Y fue una cosa de Él. Cuando Monseñor Eterović, que era el secretario, me trae los tres temas más votados, me decía el más votado es éste, qué aporte, el aporte de Jesucristo al hombre de hoy. Y bueno, hagamos éste. Así era el título del Sínodo. Seguimos hablando de la organización, y yo le dije: “Mirá hagamos una cosa, pongamos el aporte de Jesucristo al hombre de hoy y a la familia de hoy”. Y ahí quedó con la familia, en la cola, ahí.
»Cuando fuimos a la primera reunión del Consejo postsinodal se empezó a hablar si con ese título, y después sí porque el aporte de Jesucristo a la familia, y ya el hombre de hoy quedó un poquito afuera. Y al final dice: “No, porque este Sínodo sobre la Familia…”, y la misma dinámica fue cambiando el título. Yo calladito, ¡eh!
»Y al final me di cuenta de que fue el Señor el que quiso eso. Y bien querido. Porque la familia está en crisis. No quizás la crisis más tradicional, de la infidelidad, o como llaman en México, la “casa chica” y la “casa grande”, no, no, sino una crisis más de abajo. Se ve que los jóvenes no quieren casarse, o conviven. Y no lo hacen por protestar de nada, sino que expresan así sus cosas. Después a la larga se casan algunos, otros por Iglesia.
»O sea que hay una crisis familiar dentro de la familia y desde ese punto de vista creo que lo que el Señor quiere es que enfrentemos eso: preparación al matrimonio, acompañamiento de los que conviven, acompañamiento de los que se casan, y llevan bien su familia, acompañamiento de los que han fracasado, en la familia y han hecho una nueva unión, preparación al Sacramento del matrimonio, no todos están preparados. ¡Y cuántos matrimonios que son hechos sociales, son nulos! Por falta de fe.
-Benedicto ya puso eso muy claro que la falta de fe, de conciencia de lo que se hace, ¿no? Son problemas graves, ¿no?
-Bueno, la familia en crisis... ¿cómo integrar en la vida de la Iglesia las familias, las replay, no? Es decir las de segunda unión que a veces resultan fenómenos… que ello fue un fracaso. ¿Cómo reintegrar, no? Que vayan a la Iglesia, entonces cada uno, ahí simplifican y dicen ah les van a dar la Comunión a los divorciados. Con eso no se soluciona nada. Lo que la Iglesia quiere es que vos te integres a la vida de la Iglesia.
»Pero hay algunos que dicen: “No. Yo quiero tomar la Comunión y ya está”. Una escarapela. Una honorificencia. No. O sea reintegráte. Hay siete cosas que no pueden hacer según la legislación actual los que están en segunda unión. Yo no me las acuerdo todas, pero una es no ser padrinos de Bautismo. ¿Por qué? ¿Y qué testimonio le va a dar al ahijado? El testimonio de decirle: “Mirá querido, yo en mi vida me equivoqué, ahora estoy en esta situación. Soy católico. Los principios son éstos. Yo hago esto y te acompaño”. Testimonio de verdad.
»Pero te viene un mafioso, un delincuente, uno que mató gente, pero como está casado por la Iglesia, puede ser padrino. O sea, esas contradicciones. Una cosa que, y hay que integrarlos en eso y no enseñar catequesis. ¿Por qué no? ¿Por qué no? Si creen, aunque estén en una situación que se disuelve, llamada irregular, y la reconozcan y la acepten, y sepan lo que la Iglesia piensa de esas cosas, no es impedimento. Cuando hablamos de integrar es meter todo esto, después acompañar procesos interiores.
»Usted me preguntó que yo di libertad. Un Sínodo, sin libertad, no es Sínodo. Es una conferencia, en cambio el Sínodo es un espacio protegido, en el cual pueda trabajar el Espíritu Santo. Y para eso las personas tienen que ser libres. Por eso yo me opongo a que sean publicadas las cosas que dice cada uno con nombre y apellido. No. Que no se sepa que lo dijo él. Que se sepa lo que se dijo, no tengo problema. Pero no quién lo dijo. De manera que se sienta libre para decir lo que quiere.
»Después, tenemos un problema muy serio, que es la colonización ideológica sobre la familia. Por eso me referí en Filipinas, porque es un problema muy serio. Es decir los africanos se quejan mucho de esto, bueno, y en Latinoamérica también se da. Y a mí me pasó una vez.
»Fui testigo de un caso con una Ministra de Educación, cuando uno tiene ciertos créditos, sí pero, la enseñanza de la teoría del “gender”, entonces es una cosa como que va atomizando a la familia ¿no? Esa colonización ideológica que destruye la familia ¿no? Por eso yo creo que del Sínodo saldrán cosas muy claras, muy rápidas, y que ayuden a toda esta crisis familiar, que es total ¿no?
-Papa Francisco, otro tema importante de estos dos años ha sido el de los abusos contra los menores. Los grandes escándalos le han tocado a los Papas anteriores,Usted está intentando seguir con la linea de tolerancia cero. Ha creado varias comisiones en defensa de los menores, también para aboredar de un punto de vista legislativo este tema. Nosotros en México, pues, hemos tenido un escándalo muy, muy grave que ha sido el del Fundador de una Congregación mexicana que es, Marcial Maciel. Durante años este tema fue tabú. Fue un tema tabú, dentro y fuera del Vaticano. Se habló mucho de gente que encubrió, de facilidades, de grupos de poder. ¿Usted lo conoció, supo algo de él, siente que éste haya sido un caso que haya tenido que ver también con encubrimientos, digamos, dentro del Vaticano?
-Lo que sé…, yo nunca tuve contacto con los Legionarios de Cristo. Porque no estaban en Buenos Aires y la primera parroquia se la dio mi predecesor, en la Parroquia Santa María de Betania, cuando la dejaron los religiosos, los Picpus (Congregación de los Sagrados Corazones) y se la dio a ellos. Eran tres. O sea en Buenos Aires tres religiosos, o sea, no los conocía. Oí hablar de ellos.
»Cuando vine a hacer, no el curso, porque no estaba el curso para nuevos obispos, pero sí el encuentro de Movimientos laicales, me hospedé, o sea el curso se hacía en un edificio de ellos, en una Universidad ¿no? Es el otro contacto que tuve. O sea que no los conocía.
»Cuando me enteré del “escandalazo” realmente me dolió mucho, me escandalicé. ¿Cómo esta persona pudo llegar hasta esto? Evidentemente que era una persona muy enferma, porque además de todos los abusos, creo que también había dos o tres mujeres de por medio, hijos, con una o con otra, no sé, o sea que había algo ahí, y mucha plata. Volviendo a lo mismo no, lo de la corrupción empieza por los bolsillos ¿no? Pero creo que se trataba de un enfermo. Un gran enfermo.
»Acá, cuando se tomó conciencia de la cosa, se empezó a actuar fuerte. Entonces el Cardenal Ratzinger llevó la cosa adelante, y la llevó, la llevó, la llevó y el Papa, San Juan Pablo II le dio luz verde para llevarla, o sea, él dio luz verde, y cuando lo hicieron Papa, ya actuó, porque estaba maduro el proceso. Pero, quiero dejar muy claro que el entonces Cardenal Ratzinger y San Juan Pablo II eran conscientes y dijeron: adelante. Uno, en la investigación. Y el otro dando luz verde.
»Segundo: ¿Hubo encubrimiento? Uno puede presumir que sí, aunque siempre en justicia hay que presumir la inocencia. Pero sería raro que no, no, tuviera algún “padrinito” por ahí, medio engañado, medio que, que sospechaba y no supiera. Bueno, eso yo no lo he investigado. Abusos ahora: evidentemente que desde las primeras intervenciones de tolerancia cero, eso sigue.
»La Comisión ésta no es para los abusos, sino para la tutela del menor. O sea para prevenirlo ¿no? El problema del abuso de menores es un problema grave, la mayoría de los abusos se dan en el entorno familiar y vecinal. No quiero decir números, para no equivocarme. Un solo cura, que abuse de un menor, es suficiente para mover toda la estructura de la Iglesia y enfrentar el problema.
»¿Por qué? Porque el cura tiene la obligación de hacer crecer ese chico, esa chica, en la santidad, en el encuentro con Jesús. Y lo que hace es destruir el encuentro con Jesús. Hay que escuchar a los abusados. Yo los he escuchado acá. Una mañana entera la pasé con seis: dos alemanes, dos irlandeses y dos ingleses. La destrucción interior que tiene. O sea, son antropófagos. O sea es como si se comieran a los chicos. Los destruyen ¿no? Aunque haya un solo cura es suficiente para avergonzarnos y para hacer lo que hay que hacer.
»En esto hay que seguir adelante, y no volver un paso atrás. O sea, destruir una criatura es, es horrible, es horrible. Y en eso yo agradezco tanto al Papa Benedicto que tuvo esa valentía de decirlo en público y a Juan Pablo II, que tuvo la valentía de abrir luz verde al caso de los Legionarios ¿no?
-Papa Francisco Usted ha sido muy generoso con su tiempo, yo no sé si ya, quedarían muchas preguntas pero supongo que Usted ya se tenga que ir. Usted en una ocasión dijo: “A mí me gustaría ser recordado como un buen tipo”. Yo le pregunto cómo le gustaría ser recordado por estos dos años, obviamente su pontificado durará mucho más, por su incidencia dentro de la Iglesia en estos dos años. A lo mejor por su lenguaje, sabemos que es muy espontáneo, poco convencional, muy espontáneo a lo mejor ha pensado: “Alguna vez habría tenido que morderme la lengua”, ¿o prefiere ser así, porque esto le da la cercanía?
-Seguiría haciendo lo mismo. Y hablaría como hablo yo, como un párroco, que me gusta hablar así, no sé. Siempre he hablado así. Siempre. Por ahí es un defecto, no sé. Pero la gente creo que me entiende. Yo le agradezco su bondad y en usted agradezco al pueblo mexicano a quien quiero mucho.
-Yo quisiera que Usted nos diera una bendición a México.
-Lo voy a hacer.
-¿Ha ido a México?
-Estuve dos veces en México. En el 70, que estuve en la villa, antigua, Santuario, que fui a visitar al noviciado, la Casa de Formación, porque a mí me habían nombrado Maestro de novicios. La segunda vez cuando San Juan Pablo II promulgó la Ecclesia in America. Y ahí ya conocí el nuevo Santuario ¿no?
»Dos veces, pero el cine mexicano en Argentina lo veíamos mucho, me acuerdo de Cantinflas… la música, me gusta mucho, así que con mucho gusto les voy a dar la bendición a todos y les pido que recen por mí. Pero antes de dar la bendición, vamos a pedirle a la Madre, que es la que nos da la fuerza para dar la bendición, así es que la invito a que recemos un Avemaría.
»Dios te salve María…
»Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de México y Madre de América, ruega por nosotros.
»Que la bendición de Dios Todopoderoso…
»¡Muchas gracias!