El Papa Francisco cumple hoy dos años al frente de la Iglesia católica, desarrollando un pontificado que algunos han calificado de "revolucionario" o "innovador".
En tan poco tiempo ha logrado que aquellos que "no conectaban" con el catolicismo, o estaban de vuelta, escuchen y se fijen de nuevo en el cristianismo como una posible respuesta a los interrogantes de la vida.
Si hay una eje transversal en el pontificado de Francisco es su insistencia en la "misericordia de Dios". En sus primeras intervenciones ya dejó claro que quería presentar una Iglesia Madre, que acoge y perdona: "Dios nunca se cansa de perdonar. Nunca (…) El problema es que nosotros nos cansamos, no queremos, nos cansamos de pedir perdón. Él jamás se cansa de perdonar".
Al Papa Francisco no se le escapa que el catolicismo vive un momento de bajón. La secularización avanza, y la apostasía silenciosa se hace muy presente en la vieja Europa. Y al igual que sus predecesores Benedicto XVI y san Juan Pablo II ve la necesidad de impulsar una nueva evangelización que esté libre de adherencias humanas que puedan ensombrecer el mensaje, quitándole así la pureza original y su fuerza.
Hay 1.200 millones de católicos bautizados en el mundo a los que hay que evangelizar de nuevo, presentando el Evangelio como algo nuevo. Francisco basa todo su pontificado en proclamar "el primer anuncio", en transmitir el kerygma: Cristo a muerto y ha resucitado por ti, para rescatarte de tu pecado y darte una vida plena...
Eso implica dejar la predicación de la moral o las consecuencias éticas del cristianismo para un estadio posterior: "Yo he hablado mucho de estas cuestiones (de moral) y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar".
Francisco considera que si seguimos insistiendo en predicar la moral, pero sin antes haber anunciado a Cristo, no se provoca adhesión, sino rechazo. Por eso su pontificado es un permanente "primer anuncio"...
Es otra de sus imágenes que más han calado en la gente: "Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas".
El Papa reclama con esta imagen una Iglesia samaritana, capaz de sanar heridas y consolar a los que sufren.
Francisco ha cambiado la comunicación del papado. Él no se comunica, de forma habitual, con el mundo a través de encíclicas o exhortaciones (aunque ha publicado la primera: Lumen fidei, escrita a cuatro manos con Benedicto XVI, así como la exhortación apostólica Evangelii Gaudium). Bergoglio ha preferido seguir la estela de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II en comunicarse con gestos que interpelan con más fuerza a la gente.
Su decisión de renunciar a vivir en las habitaciones papales para recluirse en una habitación del hostal de Santa Marta; prescindir del papa-móvil para salir del Vaticano para sustituirlo por un utilitario de su escolta, o comer con asiduidad con los trabajadores de la Santa Sede, ha transmitido a la opinión pública la dimensión de un hombre sencillo que quiere vivir con austeridad y sin boatos.
Asimismo, sus encuentros con los enfermos a los que abraza con cariño, y su "terquedad" por invitar siempre en las grandes celebraciones del Vaticano a los "sin techo" y a otras personas sin recurso, son mensajes que lanza al mundo y a la Iglesia de la preferencia papal por los más débiles y los pequeños del mundo.
Francisco ha repetido frecuentemente que él lo que quiere ser es un párroco y estar con la gente. Y aunque sea Papa no deja de llamar, por sorpresa, a los que le escriben, o recibir a los fieles más sencillos sin pasar por filtros protocolorios.
Hace pocas semanas acudió sin avisar a un campamento de chabolas que hay cerca de Roma en el que viven hispanos. Se presentó de improvisó y rezó un padrenuestro, provocando escenas de emoción.
Al Papa se le ve contento cada vez que comparte su tiempo con los peregrinos que acuden cada miércoles a las audiencias de San Pedro, y dedica tiempo e interes por los que acuden a conocerlo.
Algunos se preguntan por el secreto de la gran presencia mediática de Francisco, incluso en medios laicos o generalistas. El Papa argentino está en todos los medios de comunicación del orbe, destacando, sobre todo, la televisión. Sus sencillas homilías que todos los días ofrece en la Eucaristía de Santa Marta tiene varios ingredientes que hacen de Francisco un Papa que "encaja" en la forma de comunicar del siglo XXI.
Por un parte Francisco habla con sencillez. Sus homilías o discursos no son académicos. Están dirigidos a todo tipo de público y están trufados de historias, parábolas o metaforas. Utiliza no más de mil palabras de vocabulario y, continuamente, da titulares. Hace el trabajo del periodista y facilita varios titulares de una sola pieza de alocución: "No hay termino medio, o amas o eres un hipócrita"; "No hay ningún pecado que Dios no pueda perdonar"; "Dios se manifiesta en la humildad, no en el espectáculo"; "Es feo ver ancianos descartados. Es pecado. Hay algo vil en la cultura del descarte"; "¿Pagas en negro? ¿Pagas el salario justo? No vale ayunar en viernes y tratar mal al empleado"...
Dice Francisco que «Dios es bueno conmigo: me ha dado una sana dosis de inconsciencia». Eso hace que improvise; cambie el guión de los viajes apostólicos sobre la marcha; deje los discursos preparados y emocione a los presentes con unas palabras que le brotan del corazón...
Benedicto XVI habló de la gratuidad, pero a Francisco se le podría nombrar como "el Papa de la Gratuidad". No para de repetir: "Es más fácil amar a Dios que dejarse amar por Él".
1.- Dios nunca se cansa de perdonar. Nunca (…) El problema es que nosotros nos cansamos, no queremos, nos cansamos de pedir perdón.
2.- Dios nos espera siempre, aun cuando nos hayamos alejado. Él no está nunca lejos, y si volvemos a Él, está preparado para abrazarnos.
3.- Tal vez alguno de nosotros puede pensar: mi pecado es tan grande, mi lejanía de Dios es como la del hijo menor de la parábola, mi incredulidad es como la de Tomás; no tengo las agallas para volver, para pensar que Dios pueda acogerme y que me esté esperando precisamente a mí. Pero Dios te espera precisamente a ti, te pide sólo el valor de regresar a Él.
4.- La gracia de Dios siempre gana, porque es Él mismo quien se entrega, se acerca, que nos acaricia, que nos sana.
5.- Dios nos juzga amándonos. Si acojo su amor estoy salvado, si lo rechazo me condeno, no por él, sino por mí mismo, porque Dios no condena, Él sólo ama y salva.
6.- La cruz de Cristo, abrazada con amor, nunca conduce a la tristeza, sino a la alegría, a la alegría de ser salvados y de hacer un poquito eso que ha hecho él aquel día de su muerte.
7.- Las dificultades, las tribulaciones, forman parte del camino para llegar a la gloria de Dios, como para Jesús, que ha sido glorificado en la Cruz; las encontraremos siempre en la vida. No nos desanimemos: tenemos la fuerza del Espíritu para vencer nuestras tribulaciones.
8.- El demonio lanza todos los días en nuestros corazones la semilla del pesimismo y la amargura... Abrámonos entonces al soplo el Espíritu Santo que no deja de esparcir semillas de esperanza y confianza. No olvidemos que Dios es el más fuerte y que si le dejamos entrar en nuestra vida nada ni nadie puede oponerse a su acción.
9.- El cristiano anuncia el evangelio con su testimonio más que con las palabras y con una doble disposición: un ánimo grande que no se asusta de las cosas grandes, de caminar hacia horizontes inmensos y la humildad de tener en cuenta las pequeñas cosas.
10.- Nosotros que hemos descubierto la alegría de tener a Dios como Padre y de su amor por nosotros, ¿podemos permanecer de brazos cruzados delante de estos hermanos nuestros sin anunciarles el Evangelio?
11.- El evangelio no es para algunos sino para todos. No es sólo para los que nos parecen más cercanos, más receptivos, más acogedores. Es para todos. No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano, más indiferente. El Señor busca a todos, quiere que todos sientan el calor de su misericordia y de su amor.
12.- ¿He pensado en qué ídolo oculto tengo en mi vida que me impide adorar al Señor? Adorar es despojarse de nuestros ídolos, también de esos más recónditos, y escoger al Señor como centro, como vía maestra de nuestra vida.
13.- ¿Dónde está este tesoro, lo que tú deseas? Porqué Jesús nos ha dicho que donde está vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón. Y yo pregunto: ¿dónde está tu tesoro? ¿Cuál es para ti la realidad más importante más preciosa, la realidad que atrae a mi corazón como un imán? ¿Qué atrae tu corazón? ¿Puedo decir que es el amor de Dios? ¿Qué es el querer hacer bien a los demás? ¿De vivir por el Señor y nuestros hermanos? ¿Puedo decir esto? Cada uno responde en su corazón.
14.- No hay dificultades, tribulaciones, incomprensiones que nos hagan temer si permanecemos unidos a Dios como los sarmientos están unidos a la vid, si no perdemos la amistad con Él, si le hacemos cada vez más espacio en nuestra vida.
15.- Todas estas preocupaciones, inquietudes que tenemos, dejémoslas al Padre: Él sabe lo que necesitamos.
16.- El verdadero poder es el servicio. Cómo lo hizo Él, que no vino para ser servido, sino para servir, y su servicio ha sido más bien el servicio de la Cruz. Jesús se humilló a sí mismo hasta la muerte, y a la muerte de Cruz por nosotros, para servirnos, para salvarnos. Y no hay otra forma en la Iglesia para seguir adelante.
17.- Jesús nos quiere libres y esa libertad ¿dónde se encuentra? se encuentra en el diálogo con Dios en la propia conciencia. Si un cristiano no sabe hablar con Dios, si no sabe sentir a Dios en su propia conciencia no es libre, no es libre. Por esto tenemos que aprender a escuchar más a nuestra conciencia. Esto no significa seguir el propio yo, hacer lo que me interesa, lo que me conviene, lo que me gusta... No es esto. La conciencia es el espacio interior de escucha de la verdad, del bien, para escuchar a Dios. Es el lugar interior de mi relación con Él, que le habla a mi corazón y me ayuda a discernir, a entender el camino que debo recorrer. Y una vez tomada la decisión, de ir adelante y ser fiel.
18.- ¡Más difícil que amar a Dios es dejarse amar por Él! La manera de devolver tanto amor es abrir el corazón y dejarse amar. Dejar que Él esté cerca de nosotros y sentirlo cerca. Permitirle que sea tierno, que nos acaricie. Eso es muy difícil: dejarse amar por Él.
19.- Dejarse conquistar por Cristo. Yo busco a Jesús, yo sirvo a Jesús porque Él me ha buscado primero, porque he sido conquistado por Él: y esto es el corazón de nuestra experiencia. Pero Él está primero, siempre. En español hay una palabra que es muy gráfica, que lo explica muy bien: Él nos "primerea". Está primero siempre. Cuando nosotros llegamos, Él ha llegado y nos espera.
20.- ¿Me dejo transformar por Él? Dejo que el Señor que se dona a mi me guíe para hacerme salir de mi pequeño recinto, para salir y no tener miedo de donarme, de compartir, de amarle y de amar a los otros?
21.- Dejémonos guiar por el Espíritu Santo, dejemos que nos hable al corazón, que nos diga esto: que Dios es amor, que Él siempre nos espera, que Él es Padre y nos ama como verdadero papá, nos ama por entero. Y esto solamente lo dice el Espíritu Santo al corazón. Escuchemos al Espíritu Santo y vayamos adelante por este camino del amor, de la misericordia y del perdón.
22.- Antes que termine la jornada tengamos la costumbre de preguntarnos: ´¿Qué cosa ha obrado el Espíritu Santo en mí, hoy? ¿Qué testimonio me ha dado? ¿Cómo me ha hablado? ¿Qué cosa me ha sugerido?
23.- Ella (María) no se olvida de sus hijos, y cuando sus hijos están en dificultad, tienen necesidad y la invocan, ella va con prontitud. Y esto nos da una seguridad, una seguridad de tener la madre al lado, junto a nosotros, siempre. Se camina mejor en la vida cuando tenemos a la madre cerca.
24.- Jesús nos dice que la manera de encontrarle es encontrando sus llagas, y las llagas de Jesús las encuentras con las obras de misericordia, dando al cuerpo y al alma, sobre todo al cuerpo de tu hermano llagado, porque tiene hambre, porque tiene sed, porque está desnudo, porque está humillado, porque es un esclavo, porque está en la cárcel, porque está en el hospital. Esas son las llagas de Jesús hoy. Y Jesús nos invita a dar un acto de fe, en Él, pero a través de estas llagas.
25.- Si tu hablas mal de hermano, matas al hermano. Y nosotros, cada vez que lo hacemos, imitamos ese gesto de Caín, el primer homicida de la historia.