La Oficina de Prensa de la Santa Sede confirmó la noticia de la sepultura en el cementerio Teutónico de la Ciudad del Vaticano de una persona sin techo.
Se llamaba Willy, su origen era flamenco, y falleció el 12 de diciembre del año pasado. Muchos lo conocían. Se cree que tenía unos ochenta años de edad. Asistía a la parroquia de Santa Ana en la Ciudad del Vaticano, y se lo veía frecuentemente en la Plaza de San Pedro y sus alrededores. El pasado 9 de enero fue sepultado en el Camposanto Teutónico.
El padre Bruno Silvestrini, párroco de Santa Ana cuenta que era un hombre de buen corazón, y que cada día participaba en la misa matutina, sentándose siempre en el mismo lugar.
“Durante más de 25 años – decía ante nuestros micrófonos en una entrevista del pasado 21 de diciembre – Willy asistía a la Celebración Eucarística de las 7.00”. Y añadía que “era una persona muy abierta, que había establecido muchas relaciones de amistad. Hablaba con los jóvenes, hablaba del Señor, a ellos les hablaba del Papa y los invitaba a ir a misa. Era una persona rica, de gran fe, a quien algunos monseñores le daban de comer. Llegó el momento en que no se supo nada de él y después se conoció la noticia de su fallecimiento”.
El párroco del Vaticano recordaba que nunca había visto a tanta gente preguntando por la fecha de su funeral.
Willy falleció en el cercano hospital de Santo Spirito en Sassia, donde una tarde de diciembre fue llevado en ambulancia. El frío le había afectado mucho, y algunos transeúntes habían llamado al socorro público. Su cuerpo permaneció un tiempo en la morgue sin que nadie lo identificara, hasta que las personas que lo conocían comenzaron su búsqueda.
Los gastos de su funeral corrieron a cargo de una familia de lengua alemana. Las exequias se celebraron en la capilla del Cementerio Teutónico y, finalmente, Willy fue enterrado en este antiguo camposanto de la Ciudad del Vaticano.