El cardenal italiano Giuseppe Bertello, gobernador del Estado de Ciudad del Vaticano, expresó su confianza en que esta decoración se convierta en el “símbolo y corazón de la universalidad de la Iglesia” católica.
En el acto de presentación, Bertello manifestó su deseo de que las nuevas luces “iluminen los corazones de todos” y que peregrinos y turistas disfruten del árbol, el pesebre y el alumbrado, que “mandan un mensaje de amor”.
Se trata, agregó, de un proyecto que ha unido “a toda Italia, de norte a sur, en Roma” y que representa “el verdadero espíritu de unión propio de la Navidad”, por haber participado regiones de todo el país.
El árbol -procedente de la localidad de Fabrizia, en Calabria (sur de Italia)- mide 25 metros de altura y unos 10 metros de ancho y fue el primero de los elementos en iluminarse.
Fue cortado sin daños para el medioambiente y transportado primero en helicóptero y después en camión con remolque hasta Roma el 4 de diciembre, para seguir la tradición de colocar un árbol de Navidad en la Plaza de San Pedro que comenzó en 1982, durante el pontificado de Juan Pablo II.
El arzobispo de Catanzaro-Squillace (Calabria), Vincenzo Bertolone, dijo que el abeto es “símbolo de la bondad, el altruismo y la amistad”, un árbol que “evoca la sonrisa de los niños”.
Por su parte, el portal de Belén ha sido donado por la fundación “Verona per l’Arena” y está inspirado en la lírica, según sus responsables.
Se compone de una veintena de figuras de terracota de tamaño natural, con vestimentas y accesorios realizados con material resistente para poder estar a la intemperie.
El obispo de Verona, Giuseppe Zenti, destacó que el belén tiene “el mismo amor” que caracteriza esa ciudad, escenario de la historia de Romeo y Julieta.
El belén, decorado con un bastidor de tres lados que representa el cuadro “Ángeles musicantes” de Battista Gaulli, tiene casi 24 metros de largo y 12 de ancho, con una altura máxima de 8 metros.
El papa Francisco recibió este viernes a las delegaciones que han facilitado a la Santa Sede el portal y el abeto, dos elementos que, dijo, “tocan el corazón de todos, también de quienes no creen, porque hablan de fraternidad, intimidad y amistad”.
Son, añadió, “una invitación a la unidad, a la concordia y a la paz” y a “hacer hueco en nuestra vida personal y social a Dios, quien no viene con arrogancia a imponer su potencia, sino que nos ofrece su amor omnipotente a través de la figura de un niño”.
Posteriormente, se presentó la iluminación de la cúpula y la fachada de la basílica de San Pedro, que permanecieron apagadas durante una semana y que a partir de hoy cuentan con 315 lámparas LED de bajo consumo.
Además de ofrecer una iluminación “más bella”, es “mejor para el ambiente” porque ahorrará un 70 % en comparación con las luces anteriores, indicó la empresa responsable, Acea.