Un dÃa alegre que aprovechó el Papa precisamente para explicar en qué consiste la alegrÃa cristiana: "Cada familia, cada pueblo aspira a la felicidad", pero "cuando Jesús entra en la historia con su nacimiento, la humanidad recibió el germen del Reino de Dios. Ya no es necesario buscar otras cosas, porque Jesús ha venido a traer la alegrÃa a todos y para siempre".
"No se trata de una alegrÃa para el futuro", continuó Francisco, como si aquà en la tierra debiésemos estar tristes a la espera de la alegrÃa del paraÃso: "No, no es esto, es una alegrÃa real ya, que se experimenta ahora, porque Jesús es nuestra alegrÃa".
¿Quién no quiere llevarse a casa un Niño Jesús bendecido por el Papa?
E invitó a todos los presentes a repetir tres veces el lema de uno de los carteles de la jornada: "Con Jesús la alegrÃa está en casa. Todos, digamos juntos: con Jesús la alegrÃa está en casa. Una vez más: con Jesús la alegrÃa está en casa". Y continuó el diálogo: "¿Sin Jesús hay alegrÃa? Nooo. ¡Bravo!".
"Jesús está vivo, ha resucitado y trabaja en nosotros y entre nosotros especialmente con la Palabra y los sacramentos", añadió: "Todos los bautizados estamos llamados a acoger la presencia de Dios para ayudar a los otros a descubrirlo o a redescubrirlo si se nos ha olvidado. Es una visión muy bella la de San Juan Bautista: orientar a los demás a Cristo".
Luego recordó las condiciones que plantea San Pablo en la EpÃstola del dÃa para ser "misioneros de la alegrÃa": "Rezar con perseverancia, dar siempre gracias a Dios, secundar su espÃritu, buscar el bien y evitar el mal. Si éste es nuestro estilo de vida, la Buena Nueva entrará en muchas casas para volver a descubrir que en Jesús está la salvación, y que en Él se encuentran la paz interior y la fuerza para afrontar las dificultades de la vida".
"¡Nunca se ha oÃdo de un santo triste o de una santa con rostro fúnebre!", exhortó Francisco: "¡Nunca se ha oÃdo, serÃa un contrasentido!".
"El cristiano tiene el corazón lleno de paz porque sabe poner su alegrÃa en el Señor, afrontando los momentos difÃciles de la vida sabiendo que no estamos solos. Ésta es la paz que Dios le da a sus hijos", dijo el Sumo PontÃfice.
Y conclusyó recordando que "Jesús no es un personaje del pasado, es la Palabra de Dios que hoy continúa iluminando el camino del hombre, y sus gestos, sus sacramentos, son la manifestación de la ternura, la consolación y el amor del Padre hacia cada ser humano".