Después de haber meditado, en la primera predicación de Adviento a la Curia, sobre la paz como don de Dios, este viernes 12 de diciembre el padre Raniero Cantalamessa, capuchino predicador de la Casa Pontificia, ha meditado con el papa Francisco y la Curia Romana sobre “la paz como tarea y compromiso por el que trabajar”.
Por eso ha iniciado recordando que “estamos llamados a imitar el ejemplo de Cristo, convirtiéndonos en canales a través de los cuales la paz de Dios puede alcanzar a los hermanos!.
Y es que Jesús “no nos ha exhortado sólo a ser trabajadores de paz”, sino que “nos ha enseñado con el ejemplo y la palabra, cómo se llega a ser trabajadores de paz”. Dice a sus discípulos: “Les dejo la paz, les doy mi paz” (Jn 14, 27).
Ta y como ha recordado el padre Cantalamessa, en ese mismo tiempo otro gran hombre proclamaba al mundo la paz, César Augusto. Una paz, “lograda entre victorias”. Pero, Jesús “revela que existe otro modo de trabajar por la paz”. Son, “victorias espirituales, no militares”.
Pero, señala el predicador de la casa pontificia, “el camino a la paz propuesto por el Evangelio no tiene sentido sólo en el ámbito de la fe; vale también en el ámbito político”. Y a propósito indica que “hoy vemos claramente que el único camino a la paz es destruir la enemistad, no el enemigo. Los enemigos se destruyen con las armas, la enemistad con el diálogo”.
De este modo advierte que “la sangre de los enemigos es semilla de otros enemigos; en vez de destruirlos, les multiplica”.
El padre Cantalamessa propone un modo de ser trabajadores de paz: “rezar por la paz”.
Delante de los trabajadores de paz, señala el predicador de la casa pontificia, “se abre hoy un campo de trabajo nuevo, difícil y urgente: promover la paz entre las religiones”.
El motivo de fondo que permite un diálogo leal entre las religiones es que “tenemos todos un único Dios”, explica. De este modo indica que “tenemos, subjetivamente, ideas distintas sobre Dios” pero “objetivamente, sabemos bien que Dios no puede haber más que uno”. Y añade que el Espíritu Santo es “un vínculo de paz entre los creyentes de todas las religiones e incluso entre todos los hombres de buena voluntad”.
En un tercer punto de la predicación, el padre Cantalamessa propone un lema muy de moda “Think globally, act locally”: piensa globalmente, actúa localmente. Se aplica en particular a la paz, observa.
La paz se hace exactamente “comenzando de inmediato, siendo los primeros, incluso uno solo, también con un simple apretón de manos”.
Y así, pregunta el predicador “¿Cómo podemos nosotros, los cristianos, llamarnos promotores de la paz, si después nos peleamos entre nosotros?” Pero no se refiere en este momento, a las divisiones entre entre las diversas confesiones cristianas; sino “a las divisiones que a menudo existen entre los que pertenecen a nuestra Iglesia católica, debido a las tradiciones, tendencias o diferentes ritos”.
Haciendo referencia al tema de la Jornada Mundial de la Paz de este año “Fraternidad, fundamento y camino para la paz." recuerda que el mensaje también se aplica a las familias religiosas, a las comunidades parroquiales, al sínodo de los obispos, a la curia romana… "¡Vosotros sois todos hermanos!" (Mt 23, 8), dijo Jesús, “y si esta palabra no se aplica dentro de la Iglesia, en el círculo más estrecho de sus ministros, ¿a quién se aplica?”
A los apóstoles, “la venida del Espíritu Santo los transformó completamente; les descentró de sí mismos y les centró en Cristo”.
Cada iniciativa, también la más espiritual puede ser o Babel o Pentecostés. explica el padre Raniero. “Es Babel si cada uno con ella intenta hacerse un nombre” y “es Pentecostés si a pesar del sentimiento natural de lograr y recibir aprobación, se reitera constantemente la propia intención, poniendo la gloria de Dios y el bien de la Iglesia por encima de todos los deseos propios”.
Además recuerda que el Espíritu Santo no anula las diferencias, no aplana automáticamente las divergencias. Antes de Pentecostés surgen divergencias pero no “vemos formarse partidos o frentes entre ellos”. Cada uno expresa su propia convicción con respeto y libertad, recuerda.
Y señala que “ha sido trazado así el modelo para cada asamblea de la Iglesia”.
El padre Cantalamessa menciona nuevamente a la Curia y exclama “¡Que regalo para la Iglesia si ella fuera un ejemplo de fraternidad!” Aunque advierte que ya lo es, al menos, mucho más de lo que el mundo y sus medios de comunicación tratan de hacernos creer”; pero --añade-- puede llegar a serlo cada más.
“Así pues, si hay una exhortación en nombre de Cristo, un estímulo de amor, una comunión en el Espíritu, una entrañable misericordia, colmad mi alegría, teniendo un mismo sentir, un mismo amor, un mismo ánimo, y buscando todos lo mismo. Nada hagáis por ambición, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando a los demás como superiores a uno mismo, sin buscar el propio interés sino el de los demás”.
Son palabras dirigidas por san Pablo a su queridos fieles de Filipos, “pero estoy seguro de que también expresan el deseo del Santo Padre, hacia sus colaboradores y todos nosotros” afirma Cantalamessa.