El santo padre Francisco recibió este sábado por la mañana en el Vaticano a los participantes del III Congreso mundial de los movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades, que tuvo como tema: La alegría del evangelio: una alegría misionera, y exhortó a los presentes a “mantener la frescura del carisma, respetar la libertad de las personas y buscar siempre la comunión con la santa madre Iglesia jerárquica”. Para ello les invitó a no quedarse solamente en los métodos y formas, sino una conversión misionera.
El congreso que se realizó del 20 al 22 de noviembre fue promovido por el Pontificio Consejo para los Laicos. El papa Francisco recordó que en el centro del encuentro de estos días estuvieron dos elementos: la conversión y la misión. “Estos están íntimamente relacionados, porque sin una auténtica conversión del corazón y de la mente no se anuncia el evangelio, y si no nos abrimos a la misión no es posible la conversión y la fe se vuelve estéril”.
Tras esta consideración el Santo Padre evaluó que las nuevas comunidades se están proyectando hacia la fase de la madurez, y por lo tanto les ofreció “algunas sugerencias para el camino de fe y de vida eclesial”.
Como primera cosa les indicó “la frescura del carisma”, porque con el tiempo “aumenta la tentación de contentarse, de volverse rígido en esquemas tranquilizantes pero estériles”. Porque el carisma es necesario para la supervivencia, y no son las estructuras las que garantizan la acción del Espíritu Santo.
Les invitó a no quedarse solamente en los “métodos y formas”, sino en “responder con renovado entusiasmo a la llamada del Señor” porque “fue el coraje evangélico el que permitió el nacimiento de los movimientos” y porque si los métodos se defienden a ultranza “se vuelven ideológicos” y “cerrados a la novedad del Espíritu y acabarán por sofocar al carisma que los ha generado”.
“Otro punto -añadió el Pontífice- es el modo de acompañar a los hombres de nuestro tiempo, en particular a los jóvenes”. Porque en el mundo “todos los medios educativos, en particular el más importante, la familia, tienen graves dificultades”.
Por ello invitó a “resistir a la tentación de sustituirse a la libertad de las personas, a dirigirlas sin esperar que maduren realmente”. Porque asegura el Papa, “un progreso espiritual obtenido aprovechando la inmadurez de las personas es un éxito aparente, destinado a naufragar”. Porque asegura Francisco, “la educación cristiana” sabe “esperar los tiempos de cada uno, como hace con cada uno de nosotros el Señor”.
Otra indicación dada por el Papa a los movimientos y comunidades eclesiales, es la de “no olvidarse que el bien más precioso, el sigilo del Espíritu Santo, es la comunión. Es la gracia más grande que Jesús nos ha conquistado en la cruz”.
Y subrayó que “para que el mundo crea que Jesús es el Señor, es necesario que vea la comunión entre los cristianos”. Y reiteró el principio: “La unidad prevalece sobre el conflicto” porque “el hermano vale mucho más que nuestras posiciones personales”.
Además, añadió el Pontífice, porque “la verdadera comunión no puede existir en un movimiento o en una nueva comunidad, si no se integra en la comunión más grande que es nuestra santa madre la Iglesia jerárquica”.
Además porque “la comunión consiste en enfrentar juntos y unidos los temas más importantes, como la vida, la familia, la paz, la lucha a la pobreza en todas sus formas, la libertad religiosa y de educación”.
En particular, precisa el Pontífice, “los movimientos y las comunidades están llamados a colaborar para contribuir a curar las heridas producidas por una mentalidad globalizada que pone en el centro el consumo, olvidando los valores esenciales de la existencia".
El papa concluyó recordando que los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades ya han “traído muchos, frutos a la Iglesia y al mundo entero” pero señaló que los “traerán todavía más grandes con la ayuda del Espíritu Santo” que suscita “dones y carismas, y con la intercesión de María”.