La rivalidad y vanagloria son dos gusanos que debilitan a la Iglesia. Debemos actuar con un espíritu de humildad y armonía, sin buscar el propio interés, predicó el Papa Francisco en su homilía matinal en la residencia Santa Marta este lunes 3 de noviembre.

Siguiendo el texto de la carta de San Pablo a los Filipenses, el Papa señaló que la alegría de un obispo es ver en su iglesia amor, unidad y armonía.

"Esta armonía - dijo - es una gracia, la da el Espíritu Santo, pero nosotros debemos hacer, por nuestra parte, todo lo que ayude al Espíritu Santo a realizar esa armonía en la Iglesia."

Por eso San Pablo pide a los filipenses no hacer nada "por egoísmo o vanidad" ni "luchar el uno contra el otro, ni siquiera para ser visto, para darse aires de ser mejor que los demás."

“Ya veis que esto no es sólo algo de nuestro tiempo”, sino que " viene de lejos", comentó Francisco.

"¿Y cuántas veces, en nuestras instituciones, en la Iglesia, en la parroquia, por ejemplo, en las escuelas, nos encontramos con esto? La rivalidad, buscar que nos vean, la vanagloria. Vemos que hay dos gusanos que se alimentan de la consistencia de la Iglesia y la debilitan. La rivalidad y la vanidad están en contra de esta armonía”.

Ante esto, ¿qué recomienda Pablo?

"Considerad a los demás como superiores a cada uno de vosotros”, dice el Apóstol a los cristianos. Él mismo se declaraba "indigno de ser llamado apóstol, el último. Ese era su sentir: pensar que todos los demás eran superiores a él”, enseña Francisco.

El Papa citó a San Martín de Porres, peruano que vivió entre 1579 y 1639, "humilde fraile dominico," que la Iglesia recuerda cada 3 de noviembre.

"Su espiritualidad estaba en el servicio, porque sentía que todos los demás, incluso a los más grandes pecadores estaban por encima de él".

Por su parte, San Pablo continúa: "Buscad el bien de los demás. Servid a los demás”. Y Francisco añade: “Esta es la alegría de un obispo, cuando ve a su iglesia, así: un mismo sentir, un mismo amor, en un acuerdo unánime. Este es el aire que Jesús quiere la Iglesia. Usted puede tener diferentes opiniones, eso está bien, pero siempre con ese ambiente: la humildad, la caridad, no despreciar a nadie ".

Refiriéndose al Evangelio del día, Francisco añadió:
"Es malo cuando en las instituciones de la Iglesia, de una diócesis, encontramos en las parroquias gente que busca su propio interés, no el servicio, no el amor. Pero Jesús en el Evangelio dice: No busquéis el propio interés, no busquéis contraprestaciones. Yo hago esto por ti, tú haces tal favor por mí…”

Francisco afirma que Jesús “con esta parábola, en la que se invita a cenar a quienes no pueden pagar nada”, enseña “la gratuidad”. “Yo hago el bien, no un negocio con el bien”.

El Papa, finalmente, animó a realizar un examen de conciencia: ¿cómo está mi parroquia, mi comunidad? ¿Tiene este espíritu? ¿Cómo es mi institución? Este espíritu de sentimientos de amor, de unanimidad, de concordia, sin rivalidad o vanagloria, con la humildad de pensar que los demás son superiores a nosotros, en nuestra parroquia, en nuestra comunidad ... Tal vez nos encontremos con que hay algo que mejorar. ¿Cómo puedo mejorar esto hoy?".