Los hombres se reconocen por sus palabras. San Pablo – afirmó el Papa – al invitar a los cristianos a comportarse como hijos de la luz y no como hijos de las tinieblas, “hace una catequesis sobre la palabra”. Y dijo que hay cuatro palabras para entender si somos hijos de las tinieblas:
“¿Es palabra hipócrita? ¿Un poco de acá, un poco de allá, para estar bien con todos? ¿Es una palabra vacía, sin sustancia, llena de vacuidad? ¿Es una palabra vulgar, trivial, es decir mundana? ¿Una palabra sucia, obscena? Estas cuatro palabras no son las de los hijos de la luz, no vienen del Espíritu Santo, no vienen de Jesús, no son palabras evangélicas… este modo de hablar, hablar siempre de cosas sucias o de mundanidad o de vacuidad o hablar hipócritamente”.
¿Cuál es, por tanto – se preguntó Francisco – la palabra de los Santos, es decir la de los hijos de la luz?
“Lo dice Pablo: ‘Háganse imitadores de Dios: caminen en la caridad; caminen en la bondad; caminen en la mansedumbre. Quien camina así... ‘Sean misericordiosos – dice Pablo – perdonándose recíprocamente, como Dios los ha perdonado a ustedes en Cristo. Háganse, por lo tanto, imitadores de Dios y caminen en la caridad’, es decir, caminen en la misericordia, en el perdón, en la caridad. Ésta es la palabra de un hijo de la luz”.
El Santo Padre observó además que hay cristianos “luminosos, llenos de luz”, que tratan de servir al Señor con esta luz y añadió que hay “cristianos tenebrosos” que conducen “una vida de pecado, una vida alejada del Señor” y que usan esas cuatro palabras que “son del maligno”.
“Pero hay un tercer grupo de cristianos”, que no son “luminosos ni oscuros”:
“Son los cristianos grises. Y estos cristianos grises una vez están de esta parte, y otra vez de aquella. La gente dice de éstos: ‘Pero esta persona ¿está bien con Dios o con el diablo?’ ¡Eh! Siempre en el gris. Son los tibios. No son ni luminosos ni oscuros. Y a éstos Dios no los ama. En el Apocalipsis, el Señor a estos cristianos grises les dice: ‘Pero no, tú no eres ni caliente, ni frío. Ojalá fueras caliente o frío. Pero porque eres tibio – tan gris – estoy por vomitarte de mi boca’. El Señor es fuerte con los cristianos grises. ‘Yo soy cristiano, ¡pero sin exagerar!’ dicen, y hacen tanto mal, porque su testimonio cristiano es un testimonio que, al final, siembra confusión, siembra un testimonio negativo”.
No nos dejemos engañar por las palabras vacías – fue la exhortación del Papa Francisco – “oímos tantas, algunas bellas, bien dichas, pero vacías, sin nada adentro”. Comportémonos en cambio como hijos de la luz. Y concluyó diciendo: “Nos hará bien hoy pensar en nuestro lenguaje y preguntarnos: ¿Soy cristiano de la luz? ¿Soy cristiano de la oscuridad? ¿Soy cristiano gris? Y así podemos dar un paso adelante para encontrar al Señor”.