"No se puede ser cristianos sin la gracia del Espíritu” que nos da la fuerza de amar, afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta en la mañana del jueves 23 de octubre.
El Santo Padre centró su homilía en la Carta a los Efesios, en la que San Pablo describe su experiencia de Jesucristo, una experiencia “que lo ha llevado a dejar todo” porque “estaba enamorado de Cristo”.
El Papa dijo que el suyo es un “acto de adoración”, porque en primer lugar “se arrodilla ante el Padre” que “tiene el poder de hacer mucho más de lo que podemos pedir o pensar”.
Usa “un lenguaje sin límites”: adora a este Dios “que es como un mar sin playas, sin límites, un mar inmenso”. Y Pablo pide al Padre, por todos nosotros, para “que seamos poderosamente reforzados en el hombre interior, mediante su Espíritu”:
“Pide al Padre que el Espíritu venga y nos refuerce, nos dé la fuerza. No se puede ir adelante sin la fuerza del Espíritu. Nuestras fuerzas son débiles. No se puede ser cristianos sin la gracia del Espíritu. Es precisamente el Espíritu quien nos cambia el corazón, quien nos hace ir hacia adelante en la virtud, para cumplir los mandamientos”.
“Después pide otra gracia al Padre”, dijo el Papa Francisco: “La presencia de Cristo, para que nos haga crecer en la caridad”. El amor de Cristo “que supera todo conocimiento”, “sólo se lo puede entender” a través de “este acto de adoración de aquella inmensidad”:
“Ésta es una experiencia mística de Pablo y nos enseña la oración de alabanza, y la oración de adoración. Ante nuestras pequeñeces, ante nuestros intereses egoístas, tantos, Pablo estalla en esta alabanza, en este acto de adoración y pide al Padre que nos envíe al Espíritu para darnos fuerza y poder ir adelante; que nos haga comprender el amor de Cristo y que Cristo nos consolide en el amor. Y dice al Padre: ‘Gracias, porque Tú eres capaz de hacer eso que nosotros no osamos pensar’. Es una bella oración... Es una bella oración”.
El Papa Francisco concluyó su homilía diciendo:
“Y con esta vida interior se puede comprender que Pablo haya dejado todo y considerar todo basura, para ganar a Cristo y ser encontrado en Cristo. También a nosotros nos hace bien pensar así, nos hace bien adorar a Dios. Nos hace bien alabar a Dios, entrar en este mundo de amplitud, de grandiosidad, de generosidad y de amor. Nos hace bien, porque así podemos ir adelante en el gran mandamiento – el único mandamiento, que está en la base de todos los demás –: el amor; amar a Dios y amar al prójimo”.